La mujer más guapa del mundo

Durante la década de los años cincuenta del siglo XX surgieron en Italia una serie de actrices cuyos mayores méritos, al menos entonces, eran sus exuberantes físicos: esplendorosos cuerpos como los de Sophia Loren, Gina Lollobrigida y Claudia Cardinale, entre otras, alegraron las penas de la dura reconstrucción nacional italiana, tras una devastadora Segunda Guerra Mundial que asoló la economía del país. Después llegarían también otras anatomías rotundas, como las de Monica Vitti, Stefania Sandrelli, Sylva Koscina, e incluso importadas, como la nórdica Anita Eckberg. Incluso se acuñó un poderoso término, "maggiorata" ("maggiorate" en plural), para describirlas.

Para su exclusivo lucimiento se imaginaron historias en las que las bellas pudieran exhibir (eso sí, púdicamente: aún no había llegado ni Emmanuelle ni El último tango en París...) sus voluptuosos palmitos. La mujer más guapa del mundo es uno de esos vehículos realizados a mayor gloria de una mujer de bandera, en este caso Gina Lollobrigida, una mujer que en su momento, ciertamente, pudo presumir de ser un auténtico monumento.

La historia es más bien vulgar: una hermosa muchacha sustituye a su madre en el escenario; allí es librada por un aristócrata ruso (el correspondiente príncipe azul) de un espectador pelmazo. Consecuentemente, el noble se convertirá en el protector de la damisela...

La realización corrió a cargo de Robert Z. Leonard (1889-1968), un honesto profesional norteamericano, que en este caso hizo una incursión en el cine europeo, ya al final de su carrera. A lo largo de cuarenta y cuatro años que abarcó su filmografía, Leonard tocó prácticamente todos los géneros, pero descolló sobre todo en el musical, con títulos como El gran Ziegfield y Alma de bailarina, aunque también estuvo acertado en la primera versión al cine de una novela de Jane Austen, Más fuerte que el orgullo.

Lo cierto es que La mujer más guapa del mundo no es su precisamente el mejor film de Robert Z. Leonard, ni mucho menos. Eso sí, además de la despampanante Lollo (apelativo con el que se conocía a la bella), la película se beneficia del talento de ese artista completísimo que fue Vittorio Gassman.

(17-01-2010)