Jacques Tourneur tiene su nombre escrito en cualquier Historia del Cine. Sin la fama de un John Ford o un Howard Hawks, sin el predicamento de un Alfred Hitchcock, sin embargo supo hacer un cine inquietante con pocos medios y mucha imaginación. En el cine de terror rodó varios filmes memorables, como Yo anduve con un zombi o La noche del demonio, aunque también hizo notables películas en otros géneros, desde el thriller (Noche en el alma, Retorno al pasado) a la aventura (El halcón y la flecha, La mujer pirata).
La mujer pantera fue su primer gran éxito, jugando con sabiduría con las tradiciones terroríficas ancestrales de los pueblos centroeuropeos (o balcánicos, como es este caso, con la Serbia de la que es originaria la protagonista). Una mujer conoce a un hombre en el zoo mientras dibuja a una pantera enjaulada. Ambos traban amistad y pronto se enamoran. Cuando se casan, ella le pide que le dé tiempo, pues ciertas antiguas tradiciones de su pueblo sugieren que las mujeres de su tierra pueden mutar en pantera cuando se sienten abordadas por la pasión o por fuertes enfados…
De alguna forma el film de Tourneur jugaba con el famoso complejo de Judith, el miedo de la mujer a perder el himen con el varón, para la ocasión transformado en una historia en la que ese miedo se convierte en una forma de defenderse atacando a quien supuestamente va a mancillarla. El cine de la época era muy dado a la puesta en escena de patologías psicológicas (recuérdense las hitchcockianas Recuerda y Sospecha, por no citar la posterior Psicosis, entre otras muchas), pero La mujer pantera juega con esta parafilia para darnos una intrigante historia en la que lo mejor es la sutilísima utilización de imagen, sonido y montaje para infundir sensación de matizado terror en el espectador.
Así, por ejemplo, la escena de la piscina es un prodigio de capacidad para sugerir temor en el espectador a base de elementos tan sencillos como planos de la coprotagonista dentro de la piscina e imágenes de las paredes en las que las sombras reflejan las ondas de la lámina de agua, junto con sonidos como de pantera, produciendo un efecto muy desasosegante. Ésa es la baza que juega constantemente Tourneur, la de la sutileza en la creación de atmósferas de terror, jugando con sombras, ruidos y edición de imagen: la crème de la crème del cine de miedo, lo opuesto al cine de terror hodierno.
En los años ochenta Paul Schrader realizó un remake libérrimo, El beso de la pantera, claramente inferior pero, sin embargo, no exento de interés, aunque su explicitud sexual jugaba en su contra y a favor del extraordinario recuerdo de su original.
Gran película, rodada con el clasicismo y la elegancia del cine de Hollywood, del que Tourneur, como buen francés, fue un distinguido cultivador. Simone Simon es una cautivadora mujer pantera, tan delicada como fémina como temible como felina, recordando el pasaje del Apocalipsis que el encargado de la limpieza del zoo (eso es cultura, y lo demás es cuento…) recuerda a la bella: “…y la fiera que vi se parecía a un leopardo…”.
(09-02-2016)
75'