Pelicula:

El primer largometraje del cazorleño Miguel Picazo, La tía Tula, tuvo como materia prima argumental la novela homónima de Miguel de Unamuno, si bien el jiennense optó por trasladar la acción desde los primeros años del siglo XX a mediados de los sesenta, y también se tomó otras licencias artísticas que, vista la película, funcionaron a plena satisfacción.

La esposa ha muerto; deja dos niños de corta edad, un viudo contrito y una hermana beatona que se encargará desde entonces de llevar la casa y hacer todo (o casi todo…) lo que hacía la difunta en el hogar. Pero el viudo siente la llamada de la carne y propone a su cuñada casarse con él para completar el círculo… La mujer se horroriza con la proposición.

La tía Tula es el típico ejemplo de cine hecho “a la contra”. Picazo, en el asfixiante régimen franquista, y a pesar de que a partir del mandato de Manuel Fraga en el Ministerio de Información y Turismo había una ligera apertura en la censura, tuvo que batirse el cobre para conseguir que su guión no tuviera demasiadas cortapisas por parte del ominoso órgano administrativo que velaba por la moral (?) de los españoles de la época.

El resultado fue ciertamente espléndido, y aún hoy, medio siglo después, admira cómo Picazo pudo insuflar una tal dosis de erotismo soterrado en esta historia de deseo y lujuria, deseo y lujuria de andar por casa, desde luego, pero no por ello menos perturbador. La escena en la que el cuñado acosa a la beatona por toda la casa debió suponer en su momento un tremendo impacto en la biempensante sociedad de la época, acostumbrada (salvo contadas excepciones) a un cine santurrón y castrante. El hecho de que un hombre tuviera deseos libidinosos y se expresara sin recato en la pantalla, sin la coartada espuria de los esposos católicamente casados ante Dios, fue un hecho histórico que supuso un antes y un después en el cine español.

La ulterior violación de la prima adolescente también debió suponer un impacto brutal en el público del momento, y la forma en la que Picazo la expuso, con cierta elipsis pero con una evidente pulsión sexual, dio un paso de gigante en la mostración del erotismo (en este caso no consentido, desde luego) en el cine español.

La película es un prodigio de contención, de decir cosas diciéndolas entre líneas, como tan habitual era en el cine “contra” Franco que muchos cineastas ejercieron durante la dictadura. Además es un brillante ejercicio de estilo, con largos planos secuencia en los que los intérpretes deambulan declamando sus diálogos, a su vez muy ajustados al tono coloquial que deben tener estos, cuando en el cine de la época era frecuente escuchar en boca de gente corriente conversaciones que parecían escritas por literatos o filósofos.

Película maciza que se mantiene incólume tanto tiempo después, fue una pena que no constituyera el comienzo de una filmografía plagada de éxitos, como hubiera sido lo lógico con el talento de Picazo.

Aurora Bautista está espléndida en su papel de beatona reprimida, y Carlos Estrada aporta el brillo lascivo de quien ha perdido el sexo cotidiano y lo ve tan cerca, tan cerca.


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109'

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La tía Tula - by , Aug 07, 2016
4 / 5 stars
El sexo cotidiano