Pelicula:

La relación de Pedro Almodóvar con el monólogo La voix humaine, de Jean Cocteau, viene de largo. Aparte de que ya desde los años ochenta (su primera década como director) se declaró fascinado por el texto teatral, en dos ocasiones se ha servido del mismo para dos de sus films: por un lado, en La ley del deseo (1987), Carmen Maura, que en la película interpreta a una actriz transexual, declama, en un momento dado del film, un fragmento de La voz humana; por otra parte, Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) es una nada oculta versión libérrima de la obra cocteauiana, donde la protagonistas (Maura “again”) espera y desespera con un amante que para todos (menos para ella) tiene claras intenciones de cortar la relación.

Así que esta nueva versión de La voix humaine que Almodóvar ha realizado era algo que, más tarde o más temprano, tenía que acontecer. El texto dramático fue estrenado en 1930 en París, cuya función de inauguración fue interrumpida por los surrealistas, muy dados a estrafalarias “performances” de ese estilo. La obra ha conocido muy diversas versiones tanto teatrales como audiovisuales (en especial televisivas, medio para el que pareciera especialmente concebido, aunque cuando Cocteau lo escribió no existía la televisión), e incluso en 1959 se estrenó la ópera homónima, con música de Francis Poulenc. En cine y televisión la han interpretado divas del calibre de Anna Magnani, Ingrid Bergman y Simone Signoret, entre otras grandes de la actuación.

La historia es más que conocida: una mujer espera la llamada telefónica de su amante, al que sabe en retirada de su relación para emparejarse con otra fémina. La mujer recibe por fin la llamada, que se corta en varias ocasiones; en el transcurso de las distintas veces que puede hablar con su amado, la mujer alterna los halagos para intentar recuperarlo con los reproches por el hecho de que el hombre esté cortando los lazos que les unieron durante tanto tiempo...

Almodóvar ha hecho con La voz humana lo que seguramente hay que hacer hoy día con un clásico incontestable como este: tomar lo esencial, deconstruirlo, despiezarlo, y a partir de esos elementos básicos, reconstruirlo a su manera, según su mirada, según su sensibilidad. Así, Pedro nos deja claro desde el principio la artificiosidad del proyecto: en las primeras imágenes contemplamos lo que es el set, el plató en el que está construido el decorado del hogar de la mujer, que contemplamos seguidamente, para resaltar que lo que vamos a ver no tiene que ver con la realidad, al menos no con la realidad a la que estamos acostumbrados, sino que es un ente artístico, una obra de arte sin (necesariamente) conexión con la realidad.


Tomará también otros elementos del monólogo cocteauiano, como el teléfono en el que la mujer espera recibir la llamada del amado, para convertirlo, con arreglo a los tiempos, en un “smartphone”, o quizá un “iPhone”, cuyo altavoz se transformará en los mínimos auriculares inalámbricos blancos hoy día tan en boga, y los cortes en la llamada se producen por los típicos problemas de cobertura y no por las sobrecargadas líneas telefónicas del París de los años treinta. El traje del amado, que forma parte del equipaje que le empaqueta la amante despechada, será atacado por la mujer enfurecida con un hacha comprado “ad hoc”, en una suerte de airada castración del objeto de su amor que ya sabe que no volverá a serlo, y el perro del hombre, otro damnificado en la ruptura, como ella, penará también como ella, ambas almas en pena que, sin embargo, en una resolución muy del siglo XXI, finalmente conseguirán pasar página, cerrar esa parte de sus vidas, incorporando otro elemento nuevo, el bidón de gasolina y el fuego purificador que de él surgirá, para calcinar cuanto pueda quedar en ambos del amante ahora tan alejado, física y sentimentalmente.

Y ahí está quizá la más hermosa clave de esta revisitación, de esta actualización del texto cocteauiano: lejos de la pieza del dramaturgo francés, que hacía hundirse a su personaje en la pena más profunda para terminar segando su propia vida, Almodóvar reinterpreta la historia con las claves de la centuria vigésimo primera en la que vivimos para hacer que la mujer se libere de sus grilletes emocionales y pueda volver a ser ella con todas sus consecuencias: nunca más la mujer aherrojada al varón, parece decir Pedro, nunca más la pasión amorosa ha de estragarla hasta la extenuación, hasta la consunción.

Se dice que Cocteau, cuando vio el estreno de la ópera basada en su La voix humaine, le dijo a Francis Poulenc, el compositor, que su versión al bel canto era la que mejor había interpretado el sentido de su texto; tenemos para nosotros que, si viviera, el vate francés diría de la película de Almodóvar que era la que mejor había actualizado su mensaje a nuestro tiempo, a nuestro siglo.

Si en su contenido La voz humana de Almodóvar deconstruye a Cocteau para volverlo a armar, en la forma se embelesa hermosamente con el barroquismo típico del manchego: los colores vivos, como el rojo fuego del traje inicial de la mujer, que pareciera inspirado en alguno de los diseños de Ágata Ruiz de la Prada; la fotografía lujuriante del maestro José Luis Alcaine que permite el encuadre perfecto, el tono cromático adecuado a esta historia de amor airado; el montaje exacto de Teresa Font, probablemente la mejor montadora española desde hace décadas; la música, entre angustiada y esperanzada, del gran Alberto Iglesias, que colecciona Goyas (y nominaciones al Oscar...) como otros coleccionan sellos. Mención aparte para la diva Tilda Swinton, ciertamente muy apropiada para interpretar esta versión rabiosamente del siglo XXI, una mujer zarandeada por la pasión amorosa pero a la vez consciente de sí misma y de que un amor es un amor: solo eso, aunque sea tan volcánico, tan pasional, como el que esta mujer sintió por un hombre que, parece evidente, no la merecía...

Hermosa, muy hermosa película de Almodóvar, concentra en apenas 30 minutos mucho y muy buen cine; es un cortometraje que merece la pena verse más de una vez, y de dos, porque cada visionado permitirá descubrir nuevas claves, nuevos hallazgos prodigiosos de un cineasta al que, definitivamente, los últimos años le están sentando estupendamente: tras Dolor y gloria (2019), en la que se abrió generosamente en canal, aquí nos permite acercarnos a un clásico del siglo XX con una fascinante envoltura formal y una brillante, actualísima resolución tan del XXI: ¡Chapó!

(26-10-2020)


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30'

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La voz humana - by , Oct 27, 2020
4 / 5 stars
(De)construcción. (Re)construcción.