Pelicula:

Está visto que actualmente es complicado hacer cualquier película de encuentro con otras posibles vidas extraterrestres, y no sentirse arrastrado, en la forma o en el fondo, por Alien, el octavo pasajero (1979), la iniciática película de Ridley Scott, de la que, cuando se escribe este texto, se espera el estreno de la nueva secuela (o precuela, para ser más exactos…), Alien: Covenant.

Porque Life. Vida resulta ser una película cuyo guion bebe más que evidentemente (también libremente: no se trata de plagiar…) en los veneros de aquel primer Alien; así, tendremos una nave espacial en la que se introduce una forma de vida alienígena, habrá traición por parte de uno de los tripulantes, habrá secretos que solo conoce uno de entre toda la tripulación, habrá el monstruito que se introduce, literalmente, dentro de uno de los miembros de la misión, habrá una búsqueda incesante y arriesgadísima del ente por toda la nave… en fin, todo remite, de una forma u otra, a la vieja, pero aún tan poderosa, película de Ridley Scott, que nunca (salvo en Blade runner) estuvo tan certero, tan creativo, tan innovador: detrás de él fueron todos, y también este proyecto que se intuía interesante pero que finalmente da bastante menos de lo que promete.

Y eso que, ciertamente, se consigue generar una dosis de adrenalina aceptable, porque la peripecia de estos seis (en número menguante, como la luna, y también, claro está, como en Alien…) tripulantes lidiando con el extraterrestre de marras está bien contada, la producción tiene empaque, como es habitual en el cine industrial norteamericano, y en general, la acción se sigue con cierta benevolencia. Pero es imposible abstraerse del recuerdo del filme ridleyano, tan presente permanentemente en este epígono, y de esta forma no se puede disfrutar de una intriga, entreverada de ciencia ficción y terror, que no consigue cortar el cordón umbilical que invisiblemente la une a Alien. Y ello a pesar de que el proyecto ha intentado poner alguna tierra de por medio con respecto a su modelo, como evidencia, por ejemplo, el tono cromático preponderante, aquí el blanco y la luminosidad a todo trance, mientras en el original mandaba el verde y se optaba por la ominosa tiniebla que lo inundaba todo.

Daniel Espinosa, el director sueco (de obvios ancestros hispanos, en este caso chilenos, vía paterna), del que recordamos con agrado El invitado (2012) y, sobre todo, la estupenda El niño 44 (2015), se aplica a contarnos esta historia de guion ajeno. No se puede decir que haya fallado él, sino la sustancia del filme, la almendra de la película, esa simiente alieniana que hace que estemos constantemente viendo, por filme interpuesto, la vieja historia de Ridley Scott. No es fallo suyo, entonces, porque se desempeña competentemente y queremos verlo en otros cometidos que sean más personales, en los que pueda aportar algo más que su “know how” como director, un empleado más, aunque sea distinguido. Otra cosa es que en la pirueta final haya sido obligado, por mor del dichoso guion, a mentir como un bellaco, en una escena tan tramposa que no recordamos, a vuela pluma, un tan descomunal grado de engaño al espectador… Tampoco es su culpa.

Los intérpretes, en mi opinión, todos con el piloto automático. En todo caso, me quedo con la actriz rusa que interpreta a la jefa de la misión, Olga Dihovichnaya, que me parece interesante y uno de los pocos miembros del elenco artístico a quien se la nota motivada por el proyecto. Todos los demás, incluidos los generalmente versátiles y sensibles Jake Gyllenhaal y Rebeca Ferguson, parecen querer emular a la verniana esfinge de los hielos…


Y es que, en el fondo, un proyecto que remite constantemente a otro, y en el que encima al monstruo de turno le ponen el nombre de un calzoncillo, Calvin (como Calvin Klein, aunque supuestamente sea por Calvin Coolidge, antiguo presidente de los Estados Unidos del que, por supuesto, no se acuerda nadie), no podía terminar bien…



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104'

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Life. Vida - by , Apr 15, 2017
1 / 5 stars
La sombra de Alien es alargada…