Tras la revelación que supuso su debut cinematográfico con Enrique V y el cambio brusco con Morir todavía, Kenneth Branagh presenta su tercera película, llevada a cabo sobre un guión ajeno y enmarcable en la amplia tradición del cine británico.
Un grupo de amigos tras una fiesta de graduación se separan. Diez años más tarde uno de ellos los convoca tras la muerte de su padre y recibir la herencia de una gran mansión, para pasar el fin de año del 92. Tras un breve prólogo se pasa directamente a lo que constituye el meollo del film, la reunión de amigos que van llegando, saludando a Peter, y a continuación de las presentaciones de los nuevos miembros o parejas de los del equipo, se instalan y comienza la relación entre ellos. Poco a poco los vamos conociendo, así como sus problemas y relaciones personales, sus frustraciones o triunfos durante esos diez años. Las copas y la buena comida harán que poco a poco vayan cayendo las máscaras y conozcamos sus verdaderos rostros. La infelicidad del escritor emigrado a Hollywood y casado con una actriz de seriales, la intranquilidad de la pareja que tras perder a uno de los gemelos está siempre pendiente del teléfono, el insaciable apetito sexual de una de ellas que obliga a dejar a su esposa a su pareja para abandonarlo después, o la pobre Maggie, soltera, dispuesta a conseguir pareja como sea.
Todo un ramillete de caracteres, encarnados por buenos actores en la larga tradición del cine y el teatro británicos, casi todos ellos desconocidos, pero con gran calidad en sus respectivos papeles e incorporación de los personajes, sobresaliendo en especial Emma Thompson en el de Maggie. El film recuerda a Reencuentro, de Lawrence Kasdan, pero sólo en cuanto a que se trata de una reunión de amigos que se ven al cabo del tiempo. Aquí el planteamiento es más lineal y diferente de aquel. Lo que en un principio parece que va a discurrir por los caminos del cinismo, la acidez en una comedia agridulce, termina siendo todo un canto a la amistad y a la comprensión de todos con el anfitrión que guarda en secreto el motivo de la reunión hasta el final.
El espectador tarda un poco en entrar en la trama de este divertido enredo, e incluso el abuso del diálogo lo hace teatral, pero conforme avanza va desapareciendo el fantasma de la falta de ritmo a base de una interesante puesta en escena de Kenneth Branagh, comedido también como actor.
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