Pelicula:

ESTRENO EN FILMIN Y MOVISTAR+.


Laura Mora Ortega (Medellín, 1981) es una directora y guionista colombiana, con una ya apreciable filmografía a sus espaldas, compuesta por dos cortos, dos series de televisión, entre ellas la conocida Pablo Escobar, el patrón del mal, y cuatro largometrajes, entre ellos el multipremiado Matar a Jesús (2017), en el que la realizadora exorcizaba sus fantasmas al poner en imágenes un caso similar al que a ella le aconteció de adolescente, el asesinato de su padre a manos de un sicario ante su horrorizada mirada. Ahora nos llega con esta Los reyes del mundo en la que, ciertamente, apreciamos un interesante salto cualitativo en la cineasta colombiana.

La acción se desarrolla inicialmente en las calles de Medellín, donde conoceremos a cinco adolescentes, Rá, que sería algo así como su líder, y sus colegas Sere, Winny, Nano y Culebro, aunque este último es un elemento discordante, un tipo tóxico y traicionero que solo sabe enredar y envenenar al grupo. Todos ellos viven en la calle, bien porque son huérfanos, bien porque es como si lo fueran, procediendo de familias desestructuradas que se han desentendido de ellos. Entre estos chicos, salvo Culebro, se ha formado un fuerte sentimiento de amistad, casi de parentesco: son lo más parecido que tienen a auténticos hermanos. A Rá le llega la comunicación oficial de que en el proceso legal que había entablado su abuela para que se le devolvieran sus propiedades, mediante el llamado Programa de Restitución de Tierras, se ha fallado a su favor y por tanto Rá, su único heredero tras fallecer la anciana, es el nuevo propietario de esa propiedad, allá en la zona de Nechí, también en el departamento de Antioquia, pero a 350 kilómetros de Medellín, donde ellos se encuentran. Eufóricos, el grupo parte hacia las nuevas tierras de Rá, imaginando que ahora sí tendrán un futuro...

El Programa de Restitución de Tierras formó parte de los acuerdos de paz a los que llegaron en 2016 el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), por el cual se garantizaba, mediante el correspondiente procedimiento administrativo, la devolución a sus legítimos propietarios de las tierras que en su momento se vieron obligados a abandonar al ser expulsados de ellas por las diversas fuerzas paramilitares que, durante décadas, desangraron el país en estériles luchas fratricidas. De ese proceso de resarcimiento de bienes saqueados por la guerrilla parte esta doliente película, presentándonos la historia de cinco chicos de la calle a los que, teóricamente, les toca la lotería cuando reciben la acreditación de que las modestas tierras y la casa rural de la abuela serán devueltas a su legítimo heredero, imaginando los críos que esa su particular Tierra Prometida les cambiará el pavoroso futuro que intuían les aguardaba en las calles de Medellín.

Pero los sueños, como sabía Calderón, sueños son: también para estos zagalones cuyo viaje hasta la tierra de promisión será un rosario de sucesos no siempre benéficos. Así, se encontrarán desde la indiferencia criminal de la gente corriente, que los ningunea por su aspecto, hasta el amoroso recibimiento en un burdel, donde las mujeres serán antes madres que putas, en una de esas escenas que es difícil olvidar, con las mujerucas, ya entradas en años, bailando dulcemente con los chicos que podrían ser (quizá quisieran que lo fueran...) sus nietos; o el generoso acogimiento por parte de una especie de eremita o santero, salvado de la canalla que golpea a la pandilla gracias a que los malos lo creen loco; o las amables indicaciones de la ubicación de las tierras de la abuela, comunicadas por dos viejitos cuya exploración por la cámara (en extraordinaria escena en plano secuencia) de su casa abandonada desde hace décadas, donde la selva ya se ha enseñoreado de todo, revela la cualidad de espectros, quizá desconocida para ellos mismos, de los agradables ancianos.

Y es que en este viaje iniciático los únicos que se apiadarán de estos chicos serán los diferentes: las putas viejas, el loco dejado con vida por tal, los fantasmas que no saben que lo son... Del resto, de la gente corriente pero hosca, que desconfía de estos cinco chicos sin oficio ni beneficio, los muchachos solo encontrarán despectiva indiferencia cuando no agresividad criminal, que vendrá de gente tan paria como ellos mismos, aunque un mísero salario a final de mes les revista de fortaleza para ejercer una desmesurada violencia contra los que son sus pares.

Hay escenas que sobrecogen por su belleza, filmadas por la cámara de David Gallego probablemente en el parque natural Paramillo, entre Medellín y Nechí, con brumas casi permanentes y una visión del mundo que retrotrae al principio de los tiempos, y una música original de Leonardo Heiblum y Alexis Ruiz que conecta muy bien con el tono entre poético, melancólico y telúrico del film.

Otro acierto es la plasmación de los indisolubles lazos de unión entre los chicos, como hermanos, aunque haya también lugar  (ay, el homo sapiens, Teresa de Calcuta y Hitler con el mismo genoma humano...) para el elemento discordante, el Caín, el Judas de toda comunidad. Finalmente la burocracia, ese obtuso poder sin alma del que se reviste la autoridad, cualquier autoridad, terminará espantando sus sueños, abocándolos a un final en el que disfrutarán brevemente de algo parecido al paraíso. Una bellísima elipsis final, con un plano premeditadamente tomado desde lejos, con solo algunos sonidos inquietantes, cerrará  dolorosamente este viaje a su particular Tierra Prometida.

Con un tono entre el naturalismo y lo mágico maravilloso, quizá una muestra tardía y cinematográfica del realismo mágico que impregnó la literatura del llamado “boom” hispanoamericano de los años sesenta y setenta, la película de Laura Mora nos la revela (como ya habíamos intuido en su anterior Matar a Jesús) como una cineasta con interesantísimas ideas visuales y con una rara capacidad para mezclar, con soltura, elementos fantásticos y realistas, y para hacer cine de compromiso social a la par que pura poesía audiovisual.

Los actores, todos ellos aficionados (no solo los cincos protagonistas, también el resto), en sus primeras actuaciones ante una cámara, están estupendos, con la frescura que da la falta de técnica pero con la naturalidad de poder decir sus diálogos con sus propias palabras.

Los reyes del mundo, tan merecidamente, ha cosechado premios en varios festivales, desde San Sebastián, donde logró tres galardones, entre ellos su máximo laurel, la Concha de Oro, hasta Chicago, Oslo, Varsovia y Zurich, entre otros.

(01-04-2023)


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103'

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Los reyes del mundo - by , Jun 17, 2023
4 / 5 stars
Su Tierra Prometida