Magda es una maestra en paro, madre de un hijo, cuyo marido la ha dejado, a la que le han diagnosticado un cáncer de mama y se enfrenta a la enfermedad con optimismo usando el humor y las ganas de vivir como terapia. En ese trance conoce a Arturo, un ojeador del Real Madrid, en el transcurso de un partido en el que juega su hijo, Dani, durante el cual le comunican a él que su esposa y su hija han tenido un grave accidente. Esta desgracia les une a ambos tras suceder lo peor para él, al que ella le insufla ánimos con su vitalidad, a pesar de su enfermedad, dándole una lección de vida de cómo afrontar su tragedia. Poco después Magda se queda embarazada, lo que le da más ánimo para no dejar a su hijo huérfano junto a Natasha, su hermanita que está por llegar, aunque no para ahí su desgracia.
Penélope Cruz se enfrenta a uno de los personajes más complejos que ha tenido ocasión de interpretar hasta ahora ya que la quimio le produce cambios tremendos en lo físico que la actriz asume con gran naturalidad, encontrando un gran punto de apoyo en el buen trabajo de Luis Tosar y de Asier Etxeandía. En esos tratamientos las mujeres sufren mucho, unas lo superan, otras no, pero dan un gran ejemplo con su entereza.
Desde Los abrazos rotos, Penélope Cruz no rodaba una película española, y en este caso lo hace de la mano de Julio Medem, en torno a la lucha descarnada y luminosa de esta maestra que padece cáncer de mama en uno de los trabajos más difíciles de su carrera hasta hoy.
Julio Medem desde el inicio de su filmografía siempre fue un director que iba a contra corriente y con frecuencia ofrecía productos de calidad siendo a nuestro entender su mejor título Los amantes del Círculo Polar (1998) ya que últimamente la calidad de su cine había descendido.
Este melodrama es el primer film del donostiarra Julio Medem tras Habitación en Roma (2010), que supone el octavo de los realizados, con un guion escrito hace ocho años que adaptó a las características de la actriz, a la que ella añadió su valentía, su delicada felicidad, ya que en vez de hundirse le aporta la vida que lleva dentro, con unas notas de humor que no tenía por lo que no es una cinta triste sino un canto a la vida, al amor, a la maternidad y un mensaje de esperanza para aquellas mujeres que se encuentran en esas mismas circunstancias.
Es una película sobre el sentido de ser madre y el significado de la muerte en la que la oscarizada actriz hace un gran esfuerzo en este papel en el que está realmente estupenda. Filmada con una gran profesionalidad, aunque diste de los primeros films de Medem, muy bien trabajado, con momentos que resultan algo primarios mientras que en otros tocan la fibra sensible pero sin pasarse.
Trata el tema de la religión, aspecto en el que cada uno puede pensar lo que quiera, caso de la protagonista que cree en la vida pero no en la existencia del alma, mientras él es muy religioso, pero también otras cuestiones tan duras como la enfermedad y la muerte, de esta mujer fuerte que afronta su destino con entereza dentro de su rutinaria cotidianeidad de hospitales, que lucha contra la adversidad, los sueños de futuro, con resignación, sin venirse abajo en ningún momento.
Junto a ello el relato tiene algunos momentos que chocan un poco, como es el caso de Julián, el ginecólogo cantante, del que a nuestro gusto creemos que sobran las canciones aunque ayuden al optimismo, e igualmente las escenas oníricas y ensoñaciones en las que se luce Kiko de la Rica con su buena labor fotográfica, e igualmente llama la atención el montaje atemporal, que parece querer darle un tono moderno.
De camino hace alguna pequeña crítica a la crisis económica, la situación actual del paro, los recortes en sanidad y a la problemática cultural en nuestro país.
Esta cinta nos representa en el Festival de cine de Toronto.
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