Pelicula: El tema del viaje en el tiempo no es nuevo, ya que en múltiples ocasiones ha sido llevado a la pantalla, aunque habitualmente en el género de la ciencia ficción, no siendo tan frecuente en el terreno amoroso, como ocurre esta vez. Hay ilustres precedentes como “Peggy Sue se casó” (1986), “Ghost” (1990), y más recientemente “La casa del lago” (2006), por citar algunos de los ejemplos.
Henry, debido a una disfunción genética heredada, viaja en el tiempo desde que era niño, desapareciendo y apareciendo desnudo en cualquier otro lugar, teniendo que robar la ropa para cubrirse. En uno de sus viajes conoce a Claire, siendo ella una niña y él un adulto, y se reencuentran cuando ella ya es adulta, casándose entonces. Claire admite su circunstancia y le es fiel toda la vida a pesar de sus frecuentes ausencias, hasta en la noche de boda.
Apuntar un argumento de esta película es realmente difícil por la anarquía narrativa que supone la adaptación de la novela “La mujer del viajero en el tiempo”, escrita por Audrey Niffenegger; no sabemos cómo estará contada esta historia en las páginas del libro, que no hemos leído, pero lo que es en el guión del film es un caos total, sobre todo al inicio, hasta que se entra en el juego, por así decirlo, o nos resignamos a dejarnos llevar.
A lo largo del demencial relato hay momentos románticos y otros que resultan ridículos y hasta risibles como por ejemplo que Henry sepa los números que van a ir saliendo en el televisor del sorteo de la primitiva y no tenga ni idea de que su mujer está embarazada o qué va a ser de su hijo en el futuro, al que viaja constantemente, como igualmente al pasado, desafiando las leyes de la física, de la lógica y de la razón.
El guión está escrito por Bruce Joel Rubin, que hizo el de “Ghost” y la realización corre a cargo del director alemán Robert Schwentke, del que ya vimos “Plan de vuelo: desaparecida”, título que le vendría muy bien a esta su tercera cinta con tantas desapariciones del protagonista de esta excéntrica y romántica película de ciencia ficción.
Este melodrama sentimental, con insólitos toques fantásticos, no abusa de los efectos digitales, pero se hace demasiado premioso y aburrido con tantas repeticiones que alargan innecesariamente la desestructurada narración llegando a cansar, ya que aquí no rigen las reglas habituales de inicio, nudo y desenlace.
Se puede terminar en cualquier momento y daría lo mismo, ya que no emociona nunca y el artificio y el absurdo están presentes en a lo largo de todo el metraje. Lo mejor, la bella fotografía de Florian Ballhaus y la melodiosa música de Mychael Danna.

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107'

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Más allá del tiempo - by , Apr 28, 2010
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Las ausencias de un marido