Pelicula:

CRITICALIA CLÁSICOS

Disponible en Flix Olé.

La publicación en 1973 del libro “Aurora de sangre”, del periodista Eduardo de Guzmán, interesó a muchos cineastas para llevarlo a la pantalla. Cámara P.C y Jet Films se hicieron con los derechos y sus productores ejecutivos, Luis Sanz y Alfredo Matas, propusieron a Fernando Fernán-Gómez y Rafael Azcona como guionistas y a Fernando, al tiempo, como director. Era la primera vez que trabajaban juntos, no sin gran satisfacción para ambos, de tal modo que, un año después de la publicación del libro original, ya estaba escrita la primera versión del guion, es decir en 1974. Fueron unos hechos y sucesos reales donde se relataba la historia de una madre, Aurora Rodríguez, y de su hija, Hildegart; aquella había educado a esta bajo unas condiciones y circunstancias tan rígidas y exigentes como severas, a las que la niña había respondido con capacidades vinculadas a la evidente precocidad y a lo sorprendentemente prodigioso. Acabó con el asesinato de la hija a manos de la madre; el filicidio se llevó a cabo el 9 de junio de 1933.

El bloque filmográfico del director en el que se incardina Mi hija Hildegart corresponde a la década de los setenta del pasado siglo con los siguientes títulos: Cómo casarse en siete días (1970), Crimen Imperfecto (1970), Yo la vi primero (1974), La querida (1975), ¡Bruja, más que bruja! (1976), Mi hija Hildegart (1977) y Cinco tenedores (1979). El conjunto de la obra cinematográfica del director, guionista y actor, no corresponde a la época más brillante de su compleja y heterogénea filmografía, sobre todo si se compara con títulos correspondientes a su primera etapa, ya sea La vida por delante / La vida alrededor y, especialmente, El mundo sigue, o a las filmadas en la década de los 80, tal como Mambrú se fue a la guerra o, prioritariamente, El viaje a ninguna parte. El director fue consciente de que el film no fue el mejor de sus trabajos, lo que no impidió al espectador asombrarse ante una tragedia históricamente tan desconocida y a los productores ante una buena aceptación en taquilla.

El enjundioso tema ofrecido por la historia, puede ser abordado desde perspectivas muy diferentes, enfocando primordialmente unos hechos y marginando otros; los resultados que Azcona y Fernán-Gómez aportan, condensan las posibilidades y sugieren las interpretaciones que pudieran deducirse del material literario precedente. Los creadores incorporaron como protagonista al periodista Eduardo de Guzmán (interpretado por el actor Manuel Galiana), quien se erigía en narrador omnisciente como buen conocedor de los sucesos y, al tiempo, entrevistador habitual de los personajes principales.

La línea por la que se orienta la película sirve para presentar la batalla dialéctica entre Aurora, la madre, e Hildegart, la hija. Centrada en este motivo, se parte del personaje de la madre, Aurora Rodríguez Carballeira (interpretado por Amparo Soler Leal), estudiosa del socialismo utópico y altamente concienciada de las desigualdades sociales existentes. Consciente de sus propias limitaciones, decide la creación de un “otro yo” que, adecuadamente preparado, tome partido, entre otros asuntos sociales, en los movimientos feministas pro liberación de la mujer; así, engendra una hija a la que llamará Hildegart (la actriz es Carmen Roldán), personaje completamente “determinado”, desde antes incluso de su nacimiento, a ser de una “determinada” manera y actuar como resultado de unas concretas y específicas ideas. Verdadera niña prodigio, cumple las directrices marcadas por la madre hasta el momento en que su programada predestinación desemboca en un problema de libertad: cuando la marcada androginia materna no arraigó en la hija y el hombre no fue sentido por ésta como un certero antagonista vital. En este sentido, nos parece que el film desarrolla suficientemente este bloque temático; muy al contrario, entendemos que se queda corto en lo relativo a la evolución del pensamiento de Hildegart y a sus actividades relacionadas con los partidos políticos, especialmente con el PSOE y, posteriormente, contra él. En tales cuestiones, junto a otras similares, optan los guionistas, antes por sugerir, que por presentar y desarrollar.

Además, frente a una estructura temporal cronológica entre sucesión histórica y hechos narrados, el director y su guionista prefirieron un abundante, si no abusivo, manejo del  flash-back que acompaña al espectador desde el momento inmediatamente posterior a “los hechos consumados” y, seguidamente, a las distintas partes del juicio a la madre asesina; acaso, una manera de “distanciarle” esa historia de amor y pedagogía que, muerto el primero, acabada la segunda, resuelve en trágico drama una especialísima relación materno-filial. Sin embargo, la abundancia de tales – y tantos- “pasos atrás” en el tiempo, puede perturbar el entendimiento narrativo de los sucesos; además, el filicidio como punto de partida, obliga al espectador a un discernimiento de los hechos siempre en función de lo “ya visto”, de modo que, en la estructura general de la película, la “consecuencia”, las “consecuencias” preceden a la “causa”, a las “causas”.  

Con las consabidas distancias, se pueden establecer evidentes paralelismos con el mito de Pigmalión (el escultor chipriota que modeló la estatua de Galatea en marfil y Venus la humanizó… y sus distintas variantes literarias) o, aún más, con el mito de Frankenstein, según la novela de Mary Shelley, y su diversidad de ecos literario-cinematográficos habidos desde que, en 1818, el texto se publicó.


Mi hija Hildegart - by , Mar 09, 2023
3 / 5 stars
Un filicidio razonado