La franquicia de Misión imposible, basada (libérrimamente, es cierto) en la inolvidable serie televisiva de los años sesenta, desciende un peldaño con esta su cuarta entrega, al menos en cuanto a valores cinematográficos. Ya sé, no es que la tercera parte, dirigida por J.J. Abrams, fuera Ciudadano Kane ni Cantando bajo la lluvia, pero es cierto que elevó el listón y consiguió apreciables niveles de calidad, sin por ello renunciar, como era de prever, a reventar las taquillas. Sin embargo, parece que Brad Bird, el director de esta nueva entrega (por lo demás un notable cineasta, como demostró en títulos como El gigante de hierro o Los increíbles) no ha sabido sacudirse el yugo de Tom Cruise como productor del filme y mandamás absoluto del empeño, como sí hizo Abrams, un hombre curtido en mil batallas que supo llevar aquel tercer segmento a su terreno.
Bird está especializado en cine de dibujos animados, donde los personajes no suelen precisamente llevar la contraria al jefe, sino más bien al contrario: son los actores más dóciles que imaginarse pueda… Si a eso unimos que el protagonista de este su primer largometraje con personajes de carne y hueso, Tom Cruise, es uno de los hombres más poderosos de Hollywood, cabe deducir que el resultado obedece más a las presiones de la megaestrella que a las decisiones del director.
Así las cosas, Misión: Imposible. Protocolo Fantasma resulta ser un carísimo (ciento cuarenta millones de dólares, nada menos) castillo de fuegos artificiales, donde todo ha de ser “lo más….”: si hay una escena de acción en un rascacielos, ese edificio tiene que ser el más alto del mundo, el Burj Khalifa de Dubái; si hay que reventar mediante un atentado terrorista algún edificio representativo del poder, pues que sea el Kremlin; si hay que poner en jaque la paz en el mundo con un misil nuclear, pues lo enviamos a Nueva York… y así todo. Además, por supuesto, de innúmeras luchas de los protagonistas con sus enemigos, donde hasta un científico loco de barriga prominente (un pésimo Michael Nykvist, un actor que ya confirmó en la saga Millennium que es un cara de palo no mucho más expresivo que Sylvester Stallone…) pelea con una soltura que ríete tú de Bruce Lee…
En fin, fantasías animadas de ayer y hoy, como decía la (también inolvidable, claro que sí) serie de dibujos animados de nuestra infancia. No es éste el camino de la franquicia continuadora de la serie catódica creada en los años sesenta por Bruce Geller. A este paso tendremos que dejar de interesarnos por una de esas historias, continuadas a lo largo de décadas, que nos han acompañado durante nuestras vidas.
Cruise repite papel, aunque ya es difícil distinguir cuando hace de Ethan Hunt, el protagonista de la franquicia, o cualquier otro personaje similar, llámese, por ejemplo, el Roy Miller de Noche y día. Cruise debería recordar que, al margen de sus ingresos multimillonarios, su prestigio como actor está en, de vez en cuando, hacer títulos más arriesgados, como ya hizo en títulos como Eyes Wide Shut o Magnolia, hace ya demasiados años.
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