Pelicula:

CRITICALIA CLÁSICOS
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Llevamos ya mucho, mucho tiempo considerando al londinense Alfred Joseph Hitchcock como uno de los grandes maestros de la historia del cine. Pero no siempre fue así, y en concreto cuando rueda Psicosis era popular y valorado especialmente por sus episodios televisivos, de los que rodó 260 capítulos para la CBS, de 25 minutos y en blanco y negro, de los que dirigió personalmente una veintena, pero los presentó todos, con su prosa irónica, su musiquilla  pegadiza y su orondo perfil. Y eso que ya había firmado películas tan importantes y/o comerciales como El hombre que sabía demasiado (segunda versión), Falso culpable, Vértigo. De entre los muertos o Con la muerte en los talones.

Pero para poner en pie este nuevo proyecto tiene que inventar una compañía, Shamley Productions, y poner él 807.000 (irrisorios) dólares, y garantizar así que la Paramount se la distribuya.  Quiere hacer una cinta de intriga y terror barata, sin muchos escenarios y reparto corto, y por supuesto en blanco y negro, como sus éxitos televisivos. Y elige un texto de Robert Bloch, un escritor transversal a lo que iba buscando, un autor en la órbita de Howard Phillips Lovecraft, el visionario de Providence y de los horrores cósmicos más allá del tiempo y el espacio, y que es el más fiel seguidor del maestro, junto a August Derleth. Pero en este relato, con los pies en la tierra, Bloch sólo nos cuenta una curiosa intriga en torno a un  protagonista, un Norman Bates muy distinto al de Anthony Perkins en la película, aquí un tímido gordo y con gafas que, eso sí, está dominado por su madre.

La cinta se abre con una panorámica de Phoenix, Arizona, con un rótulo que nos sitúa un viernes 14 de diciembre al mediodía. La cámara entra en un dormitorio en una tórrida escena  entre Marion Crane (Janet Leight) y Sam Loomis (John Gavin), que aprovechan la hora de almorzar para verse. Él está divorciado y escaso de fondos por los pagos a su ex mujer, y ella busca alguna forma de ayudarle y que puedan casarse. La escena (que Hitchcock suavizó en el montaje) deja entrever un poso de infelicidad en ambos y ella habla de otros desengaños amorosos previos. Marion vuelve a su trabajo en una inmobiliaria y su jefe le pide que vaya al banco a ingresar 40.000 dólares como adelanto de una compra recién hecha. Ella le dice que no se siente bien y que si puede irse luego a casa, cosa que el jefe le concede. Ella sale, pero coge su coche y se va, cruzándose en un semáforo con su jefe, que la observa extrañado (una escena que copió Tarantino en su Pulp Fiction) y huye de su ciudad para quedarse con el dinero y reencontrarse con su amante Sam.  

La culpabilidad es el tema clave en Psicosis. Culpabilidad en Marion (que se ha transformado en una ladrona, traicionando la confianza de su jefe) y que queda patente cuando un policía con gafas negras le pide simplemente el carnet. Culpabilidad en Norman, el asesino enfermo que mata en su locura. Y culpabilidad también en los espectadores que, en momentos claves, caen en la trampa del astuto Hitchcock y -sin darse cuenta- se ponen del lado de los "malos", como cuando ella logra eludir al policía o Norman Bates esconde las pruebas de su crimen hundiendo el coche en la ciénaga cercana a su motel. Cuando se para el hundimiento en el agua, deseamos que termine por desaparecer, como así ocurre.

Y el film es también el triunfo de un estilo, de la habilidad narrativa para jugar con los escenarios y los ambientes: como los siniestros pájaros disecados en el motel donde acaba llegando la fugitiva Marion, o las idas y venidas de Perkins entre la casa de su "madre" y la oficina. Y no digamos en la famosa y portentosa escena de la ducha. Además de la chirriante partitura del gran Bernard Herrmann o de los consejos de planificación del magistral rotulista Saul Bass, la escena necesitó siete días de rodaje, sesenta y ocho planos en su montaje final, y tan sólo dura cuarenta segundos en proyección. O las argucias del director, que deja pasmados a los espectadores cuando a un  tercio del metraje desaparece Janet Leigh, la que creíamos protagonista de la historia...

Para qué seguir con un film del que se han escrito libros, tesis y estudios innumerables, y que juega con la truculencia de la suplantación de una madre en la mente de su hijo, con todo un carrusel de posesiones mutuas, cadáver momificado, búsqueda de Sam y la hermana de Marion (que encarna Vera Miles) que los lleva al terrorífico motel que ya conocemos. O el plano final de un excelente Anthony Perkins (en el papel de su vida) con una mirada alucinada y una voz que dice que él es incapaz de matar una mosca... Lo que está claro es que con Vértigo y después Los pájaros su autor llegó a la cumbre de su carrera con este film de pequeño presupuesto, que fue tercero en recaudación en EE.UU. en 1960, detrás sólo de dos títulos muy costosos como Ben-Hur de William Wyler y Can-Can de Walter Lang,  reportándole al director (que llevaba porcentaje) dos millones y medio de dólares.

Y terminamos. La repercusión y fama del film, después de tantas décadas, podría medirse ahora por sus muchos pases televisivos, por el éxito que tiene en la visita turística a los Estudios Universal el Motel Bates y la casa gótica, que se conservan como en su rodaje. O, muy lejos de allí, en el Museo del Cine de París, donde se sigue exhibiendo el maniquí con la momia de la madre de Norman, regalo que le hizo Hitchcock a Henri Langlois, director de la Cinemateca Francesa, muy posiblemente por recomendación de François Truffaut tras su fenomenal libro con la larga entrevista al maestro del suspense.


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109'

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Psicosis - by , May 28, 2023
5 / 5 stars
Entre el crimen y el castigo