Pelicula:

La temática de la transferencia de mentes entre cuerpos tiene en cine una ya bastante larga trayectoria; generalmente transita por los senderos de la comedia, con títulos realizados por ilustres como Blake Edwards, como ocurría con Una rubia muy dudosa (1991), aunque generalmente suele ser un asunto recurrente para armar comedias comerciales sin mucho interés, más allá de tener un razonable pase comercial; en ese apartado se pueden citar muchos títulos, sin tener que irnos al siglo pasado sino ciñéndonos al actual: ¡Este cuerpo no es el mío! (2002), Ponte en mi lugar (2003), El cambiazo (2011), y Este cuerpo me sienta de muerte (2020), entre otros. Suelen ser comedias que aprovechan las contradicciones de ver cómo actúan mentes en cuerpos que no son los suyos, jugando con frecuencia con el morbo sexual (de forma “light”, claro está, suelen ser productos familiares...), pero también con los usos y costumbres de las distintas generaciones implicadas. En algunas ocasiones, es cierto, la transferencia de mentes se utiliza para films que buscan algo más que la mera comercialidad, como en el estupendo anime japonés Your name (2016), pero ciertamente no es lo habitual.

La acción de esta ¿Quién es quién? se desarrolla en nuestro tiempo: Alain y Sophie Morel forman un matrimonio de clase media en Francia, con tres hijos: Valentine, la hija adolescente que cree saberlo todo, Leó, el catorceañero con el acarajotamiento (y el acné...) propio de la edad, y Chacha, de seis años. La familia tiene problemas de convivencia: hablando en plata, apenas se soportan mutuamente; para intentar unir lazos, pasan unos días en un parque de atracciones pero, cuando van a subirse en una de las atracciones, los conflictos afloran de nuevo y al final el padre es el único que se monta. Al día siguiente, cuando se despiertan, y sin saber por qué, cada uno de ellos ha cambiado su mente en la del cuerpo de otro de los miembros de clan. Así que los Morel tienen un problema...

¿Quién es quién? (título español más bien pedestre pero que, en el fondo, no deja de ser ilustrativo de lo que ocurre en pantalla; el original, que sería algo así como “El sentido de la familia”, es más trascendental, quizá menos adecuado al tono jocoso del film) opta por la senda comercial, como parece obvio, pero es cierto que el hecho de que el pase de unas mentes a otros cuerpos no sean de tipo fijo sino variable (vamos, que cada mente puede alojarse en un cuerpo distinto cada vez) añade curiosas posibilidades que el director, Jean-Patrick Benes, que hace con este su tercer largometraje, explota con cierta habilidad. Así, aunque tendremos el inevitable caso del padre cincuentón con la mente de la hija adolescente, que provoca cierta guasa de tufo un poco de chiste "de mariquitas", los mejores cambios son los que se producen en las féminas, con esa madre imbuida de la mente del padre, o esa niña de seis años poseída por el espíritu primero del padre y después de la madre y actuando con todas las de la ley como tal.

La aleatoriedad en los cambios de cuerpos y mentes se irá progresivamente enloqueciendo, hasta llegar a un final que en principio parece dejará todas las cosas como debieran, pero el director, con buen criterio, opta por ponerse el mundo por montera y terminar en un auténtico delirio, seguramente lo más divertido de un film que no se toma demasiado en serio a sí mismo, a pesar del sensato mensaje familiar que envía, buscando hacer que los diferentes miembros del clan, cada uno de su padre y de su madre (nunca mejor dicho...), se pongan, “literalmente”, en el lugar de los otros, y vean cuán difícil es la convivencia a veces y cuánto hay que poner cada uno de su parte para que todo fluya dentro de unos cánones más o menos razonables. Así, las cosas, parafraseando el famoso pareado del juego de la oca, “de mente en mente y tiro porque me lleva la corriente” sería la variante de ese popular juego de mesa que este clan pareciera, metafóricamente, jugar “ad calendas graecas”.

Interesante trabajo actoral, teniendo en cuenta que todos tienen que hacer varios personajes de lo más dispares: el que menos nos ha gustado ha sido el que hace de paterfamilias, Franck Dubosc, un actor cómico que nos parece un tanto sobreactuado en su interpretación de la hija adolescente en el cuerpo de su padre; mucho mejor está Alexandra Lamy (que ya sabíamos que es muy buena actriz) y, sorprendentemente, la pequeña Rose de Kervenoaël, una mocosa de apenas 6 años con un aplomo y una solvencia ciertamente inesperadas cuando tiene que interpretar al padre y a la madre, matizando sus actuaciones en función de cada uno y con un desparpajo y naturalidad admirables. Esta niña, si no se malogra como actriz, puede darnos muchos y muy buenos momentos en sus películas futuras…

(12-09-2021)


 


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¿Quién es quién? - by , Sep 12, 2021
2 / 5 stars
De mente en mente y tiro porque me lleva la corriente...