Suéltate el pelo

El apreciable éxito comercial de Sufre mamón (1987) anima a Manuel Summers, al año siguiente, a rodar esta Suéltate el pelo, una nueva entrega fílmica sobre el grupo musical Hombres G, liderado por su hijo David Summers, un veinteañero que por aquel entonces estaba muy de moda con su conjunto, en el típico fenómeno “fan” periódicamente habitual entre la muchachada de cada época, un grupo que hizo muy populares canciones tales como “Devuélveme a mi chica”, que inspiró su primer film, el citado Sufre mamón, pero también otras muchas composiciones pegadizas como “Marta tiene un marcapasos”, “La cagaste, Burt Lancaster”, “El ataque de las chicas cocodrilo” o “Venezia”.

En esta Suéltate el pelo se nos cuenta la más bien fantasiosa conspiración de una banda criminal para sacar los cuartos a David Summers y al resto de los componentes de los Hombres G, en un film que mantiene el mismo tono impersonal del anterior Sufre mamón, aunque toda la parte final, con la alocada y desbocadas persecución de una ambulancia por las calles de Madrid, nos devolverá al Summers más vertiginoso y en forma, más creativo y gracioso...

La película estaba económicamente más costeada que la primera, incluyendo un viaje a la mexicana Acapulco (con mucha postalita del hotel donde se alojaba el grupo, quizá como contrapartida a haberse rodado allí), pero las características eran parecidas a las de Sufre mamón: vehículo a mayor gloria de los Hombres G, con una historia muy floja, impregnada de un tremendo machismo, que más de tres décadas después resulta sonrojante, y con una visión de las mujeres extraordinariamente tendenciosa y negativa, cosa que, por cierto, no había aparecido hasta entonces, al menos con esta virulencia, en la filmografía summersiana ajena al grupo musical de David Summers. Menos mal que, como queda dicho, esa última escena de la persecución de la ambulancia mejora un film que, sin ella, sería igual de endeble que su predecesora, con la que forma un evidente díptico temático y conceptual.

Como curiosidad, Summers incluye en esa escena final de la persecución algunos guiños que resultan ser autorreferencias a su propio cine, como los sucesivos partos de la mujer que va en la ambulancia secuestrada (“que viene otro, que viene otro”, repite cada vez que va a alumbrar a otro niño), que por supuesto remite a una de las escenas más celebradas de No somos de piedra (donde cada niño nacido se sustituía –en una metáfora algo grosera pero muy efectiva- por el taponazo de una botella de champán), o la escena con el pastor que lleva un burro pintado con rayas atravesando un paso de peatones, mientras grita a los que casi le atropellan “¿no ves que es un paso de cebra?”, en un gag que, por supuesto, enlaza directamente con uno similar de La Biblia en pasta, en concreto en el segmento dedicado a la construcción del Arca de Noé, que presenta la misma humorada del pollino disfrazado de cebra.

Los actores protagonistas, como ya se pudo apreciar en Sufre mamón, eran bastante limitados: parece evidente que ni David Summers ni el resto de sus compañeros del grupo musical habían sido llamados por el arte de Thalía, por el arte de la interpretación, y su actuación es mecánica y superficial. Como curiosidad, la villana de la peli, la chica que le tiende una trampa abyecta a David para extorsionarlo, era Paloma San Millán, que solo un par de años antes había encarnado el personaje de Luisita, el idílico y platónico amor infantil del pequeño y apocado Manolito Summers en su autobiográfica Me hace falta un bigote. Hay también varios cameos de personajes conocidos, como gustaba hacer al cineasta sevillano, como sus amigos los humoristas Chumy Chúmez y Mingote, además del actor Toni Cantó, entonces también muy de moda.
 
Con una endeble trama para dar continuidad a las canciones tocadas por los Hombres G, que es lo que realmente importa en la película (para las fans a las que va dirigida, por supuesto), Suéltate el pelo no repitió el mismo éxito comercial de su antecesora, quedándose en algo más de 800.000 espectadores, con lo que pareció evidente que ese venero ya no tenía más recorrido.

(23-02-2024)