Decididamente, Danny Boyle es un cineasta de lo más ecléctico: pasa sin cortarse un pelo de la comedia de humor macabro de Tumba abierta al cine de gamberros de Trainspotting, del cine entre romántico y aventurero de Una historia diferente al terror de 28 días después. Ahora se atreve con la ciencia ficción, que requiere no sólo conocimiento del género, sino además amplios presupuestos si se quiere hacer algo interesante y no una cutrez.
Sunshine cubre aceptablemente las expectativas despertadas: es una historia novedosa (lo del viaje al sol no está muy trillado que digamos), el ritmo narrativo es bueno y la situación a la que Boyle y su guionista abocan a sus personajes es ciertamente intrigante: año 2057, el sol se muere, la Tierra ha enviado una nave, la Icarus I, a la estrella de nuestro sistema, para reactivarla mediante una bomba gigantesca; al fallar ésta, se envía una segunda, la Icarus II, la última esperanza de la Humanidad, que se encuentra problemas inesperados, y no sólo exteriores: sobre todo en el interior de las cabecitas de sus tripulantes… y algún otro pasajero inesperado.
Es cierto que la película bebe sin recato en veneros más que conocidos, pero, a mí al menos, me suena a homenaje, no a plagio: el ordenador de a bordo perdiendo la voz como el de 2001, una Odisea del Espacio, de la que toma también el tono abstracto del final; el polizonte inesperado y malévolo, como en Alien, al que remite también el hecho de que los astronautas hablen directamente con el ordenador, y éste tenga voz femenina (como la mítica Madre del filme de Ridley Scott); hay otras muchas referencias, pero éstas quizá sean las más evidentes.
Pero esas esquirlas argumentales no chirrían, están bien ubicadas dentro del contexto del relato y le sirven para avanzar, sin que desentonen. Entonces, no habría que desgarrarse las vestiduras (ni siquiera el traje espacial…) porque existan esas imbricaciones de clásicos del género: desde hace mucho tiempo sabemos que las artes no son puras sino que se amalgaman constantemente, beben unas de otras, produciendo nuevos elementos que recuerdan a otros, pero que a la vez son totalmente distintos. Sin ir más lejos, Almodóvar no sería nada sin las innumerables referencias cultistas y populares que pueblan todas sus películas.
Así las cosas, Sunshine es un estimulante filme de ciencia ficción que cubre holgadamente las expectativas de entretenimiento que se le reclaman, pero también aporta algunos toques que nos permiten pensar sobre el ser humano y su comportamiento. Eso sí, no hay quien se crea que Cillian Murphy pueda ser ingeniero astrofísico, ni loco…
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