Tadeo Jones 2: El secreto del rey Midas

Enrique Gato es un cineasta castellano-leonés (Valladolid, 1977), aunque asentado en Madrid desde hace años, especializado en animación digital, que desde principios del siglo XX está desarrollando un personaje, Tadeo Jones, evidentemente inspirado en el Indiana Jones de Steven Spielberg, en clave de aventura pero también de comedia y con un claro tono hispánico. Tras varios cortometrajes en los que fue definiendo las características del personaje (un joven de humilde extracción y buen corazón, albañil de profesión, fascinado por la arqueología), da el salto al largometraje con Las aventuras de Tadeo Jones (2012) que, con 2,8 millones de espectadores, se convierte en uno de los grandes éxitos del cine español de aquel año. Tras ello afronta un cambio de tercio, aunque siempre dentro de la animación digital, y rueda Atrapa la bandera (2015), que vuelve a dar en la diana aunque con una apreciable reducción en taquilla, motivo por el cual quizá Enrique Gato regresa al universo de su arqueólogo albañil con esta Tadeo Jones 2: El secreto del rey Midas, que se convierte entonces en una secuela con todos sus avíos de la primera y tan exitosa entrega.

Nos encontramos aquí a Tadeo en su trabajo de albañil, mientras se ha matriculado en Primero de Arqueología; sus amigos de la obra se lo toman a chacota, suponiendo que todas las aventuras que les cuenta Tadeo, y también su conocimiento y cercanía entre la amistad y el amor con la arqueóloga Sara, son inventos de un pobre diablo con tendencia a construir castillos en el aire. Pero cuando Tadeo visita a Sara, a la que quiere pedir que sea su novia, esta, que se encuentra presentando en una exposición pública en Las Vegas un importante hallazgo relativo al rey Midas, es secuestrada por un facineroso sin escrúpulos y su banda,  que pretenden beneficiarse de ese secreto que convierte en oro cuanto se toca. Entonces Tadeo, su amiga la Momia, una becaria y el loro de Sara habrán de intentar rescatar a la joven...

Tiene Tadeo Jones 2: El secreto del rey Midas un tono similar al de la primera parte: no disimula su parecido con la serie de Indiana (intentarlo sería idiota, evidentemente), pero ladinamente lo trufa de homenajes o tributos que el espectador avisado rápidamente captará: así, la persecución en coche en Granada recuerda poderosamente la que tiene lugar al principio de Indiana Jones y el Templo Maldito (1984) en una ciudad asiática, y la baratija que Tadeo intercambia por un tesoro para lograrlo, parece evidente también que su génesis es la de la secuencia al comienzo de En busca del arca perdida (1980), que desencadena la famosa escena de la bola rodando en pos del doctor Jones.

Pero esos tributos o copias, como se quiera, no molestan, están bien integrados en una historia que, por lo demás, tiene suficiente autonomía para volar sola. No es que tenga grandes valores: en todo caso, un elogio del sacrificio absoluto hacia el ser amado, que no es mala idea, pero que tampoco es nueva, claro está. Se mantiene el triángulo protagonista del film original, con Tadeo, Sara y la Momia, siendo esta es el elemento cómico, con un taxista granadino (impagable Jose Corbacho haciendo un andaluz de pandereta) que, a la manera del Osgood de Con faldas y a lo loco, se pirra por sus huesitos (en este caso “literalmente”), aunque no queda muy claro si la Momia es varón o mujer.

Formalmente, las figuras son antropomórficas, salvo en el caso de la Momia, que se podría decir que es una ídem quintaesenciada, algo favorecido también por ser, como queda dicho, el elemento cómico de la película. Los fondos, en especial los de los tres lugares que han de visitar los protagonistas para poder recuperar a Sara y encontrar el secreto del rey Midas (Granada, Capadocia y el templo de Apolo), están retratados con gran fidelidad, con meticulosidad cuasi hiperrealista.

La película se beneficia de un buen ritmo narrativo, con algunas secuencias muy bien planificadas, como la mentada de la persecución en coche en Granada, pero también la del ataque por parte de la banda del malo a la exposición en la que Sara presenta su hallazgo, hecha con buenas dosis de adrenalina y comicidad, elementos que no siempre casan bien, pero que aquí sí lo hacen.

Enrique Gato en esta ocasión se ha hecho acompañar por otro director, David Alonso, que ya estuvo en el equipo de animación en la anterior entrega de la serie. Entre ambos consiguen un producto lucido, una secuela divertida y entretenida, en la misma línea que la original. Dado que el público volvió a responder, con 3,2 millones de espectadores, siendo la película española más taquillera del año, no sería extraño que, no tardando mucho, tuviéramos un “Tadeo Jones 3”...

(14-06-2020)