Pelicula:

El pavoroso mal de Alzheimer es ya un tema recurrente en cine y televisión, desde hace al menos dos décadas. Sin ir más lejos, recordemos la modesta, estupenda, emocionante La primera cita (2018), de Jesús Ponce, pero también otros muchos, en muy diferentes claves y géneros, desde la acción desaforada de Deep Blue Sea (1999) hasta el elegante biopic de Iris (2001), pasando por la entrañable dramedia El hijo de la novia (2001), o la road movie de El viaje de sus vidas (2017), entre otros muchos films.

María Ripoll afronta el tema en esta Vivir dos veces, la historia de Emilio, un profesor de matemáticas (de universidad, apostillan cada vez que lo dicen...) que, ya en la senectud, empieza a tener problemas de memoria; diagnosticado con la enfermedad nombrada con el temido apellido del doctor alemán, su hija Julia pretende que se vaya a su casa, donde ella vive con su marido y con su hija impúber, Blanca. Pero Emilio quiere, antes de perder la memoria, reencontrarse con Margarita, una adolescente a la que amó calladamente en su juventud...

El problema de Vivir dos veces es que el doble registro que ensaya, el drama y la comedia, aparece profundamente descompensado: mientras que las escenas dramáticas funcionan razonablemente bien, presentando el progresivo deterioro cognitivo del profesor, las de comedia son más bien tirando a lamentables, salvo aquellas en las que interviene la pequeña Mafalda Carbonell, todo un descubrimiento, la hija del actor, cantante y director Pablo Carbonell, un pequeño prodigio de desparpajo, naturalidad y buen hacer, algo que imaginamos intuitivo, pues no tiene edad para técnicas actorales ni similares.

Pero al margen de esas escenas, en el resto María Ripoll confirma, como ya sabíamos (procede recordar la castaña de su comedia Ahora o nunca), que no se le da bien el género cómico, que en sus manos puede resultar incluso patético: véanse las escenas del papá “coach” o de la casa a la que llega la familia preguntando por Margarita, atendida por una mujer que parece enteramente (me temo que sin pretenderlo...) la vieja del anuncio de la fabada asturiana Litoral...

En las secuencias dramáticas, sin embargo, Ripoll consigue mantener el pulso, enviar su mensaje inevitablemente pesimista, transido de melancolía con el deterioro progresivo del protagonista, con su búsqueda de aquel amor primigenio antes de que se le olvide que existió. Pero la combinación de géneros, en esta dramedia que en el último tramo toma perfiles de puro drama, no está equilibrada, rechina considerablemente en sus partes humorísticas, con el resultado de una película irregular, con algunos puntos de interés (casi siempre relacionados con la jovencísima Mafalda) y otros manifiestamente prescindibles, cuando no directamente ridículos. Además, la acumulación de temas (la tópica dedicación profesional en detrimento de la familia; la sobada burla sobre los “coachers”, “instagramers” y demás “mamarrachers”; la feble denuncia del postureo en las redes, y un largo etcétera), como si la guionista María Mínguez (que no es un prodigio de originalidad) tuviera “horror vacui”, no ayuda tampoco a un producto ciertamente bienintencionado pero que, es evidente, no pasará a ninguna Historia del Cine; me temo que ni siquiera llenará los bolsillos de sus productores, a la vista de la muy tibia acogida en taquilla en el primer fin de semana.

En el apartado interpretativo, aparte de la desarmante frescura de la jovencísima Carbonell, ya reseñada (y que deseamos fervientemente no se tuerza a la llegada a la edad adulta, como ocurrió con otros niños prodigio, desde Ricky Schroder a Haley Joel Osment, pasando por Macaulay Culkin, Corey Feldman y tantos otros), brilla, como es habitual, el argentino Óscar Martínez, que compone con acierto este matemático que hablaba del número pi como el número mágico que se contrapone a la lógica, a la ciencia del resto de los números, y que atribuía idealmente a su non nato amor adolescente esa cualidad, ser “como el número pi”. Inma Cuesta, que como sabemos es muy buena actriz, confirma que se le dan mucho mejor los papeles y las escenas de corte dramático que las de carácter cómico, en las que la intérprete valenciana (criada en el jaenero pueblo de Arquillos) suele sobreactuar y balbucear como recursos que, supuestamente, deben inducir a la sonrisa, incluso a la carcajada, del espectador.


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98'

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Vivir dos veces - by , Sep 10, 2019
2 / 5 stars
Como el número pi