En 1957 se estrenó en España “El último cuplé”, un filme melodramático a la mayor gloria de Sara Montiel, recién llegada de su estancia en Estados Unidos, donde rodó a las órdenes de Anthony Mann y Robert Aldrich, entre otros grandes. Aquella película, realizada por Juan de Orduña, constituyó uno de los más importantes éxitos de taquilla del cine español de la época, y desató toda una retahíla de secuelas que intentaron uncirse al carro melosamente romanticón de aquella historia de cupletistas triunfantes pero perdedoras en el amor. La propia Montiel reincidió en el tema con títulos como “La violetera” o “Mi último tango”. Pero hubo otros que copiaron intentando hacer comedia del tema. Ese es el caso de este “Y después del cuplé”, una astracanada facilona perpetrada por Ernesto Arancibia, un mediocre director argentino que rodó algunas películas en España a finales de los años cincuenta.
Un músico novel tiene un problema, no consigue colocar sus composiciones porque están desfasadas. Un amigo le aconseja que busque una estrella con gancho que pueda tirar de él hacia el éxito, y el Beethoven de pacotilla se pone a la tarea, encontrando a una jovencita de buena voz pero pésimos modales. Estamos, pues, ante un cruce sandunguero de “El último cuplé” y “My fair lady”: ahí termina su interés, por lo demás perfectamente nulo.
Encabeza el reparto Tony Leblanc, un cómico lamentablemente desaprovechado por el cine español. Junto a él, Marujita Díaz, que canta y hace como que baila. Secundarios de la talla de Guadalupe Muñoz Sampedro (todo el cine español en su carrera) merecían un mejor producto.
Y después del cuplé -
by Enrique Colmena,
Jan 13, 2009
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Indigesto cruce
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