El amor brujo

Hubo un tiempo en el que todo el cine español que se veía en el extranjero era exclusivamente el de Antonio Isasi Isasmendi y el de Francisco Rovira Beleta, y en ambos casos por sus ambiciones muy superiores al resto de sus coetáneos y colegas. Rovira Beleta fue el primer director español que consiguió que dos de sus películas fueran nominadas al Oscar al Mejor Film en Lengua No Inglesa (película extranjera, según la "vox populi"). Fueron esta El amor brujo (1967) y Los Tarantos (1963), en la que intervino por última vez en una cinta la genial Carmen Amaya.

El amor brujo es una versión sobre la obra de Manuel de Falla, la segunda que se hacía en España, después de la primera y muy floja de Antonio Román, de 1949, y antes de la tercera y claramente manierista, de Carlos Saura, de 1986. La versión de Rovira Beleta cuenta los amores de dos jóvenes, Antonio y Candela, obstaculizados por la figura siniestra de Diego, un antiguo amante de ella que se opone, en la vida y en la muerte, a estas relaciones. El flamenco es sabiamente utilizado por el director catalán para hacer progresar narrativamente la trama, integrándolo como un elemento más de la obra cinematográfica. El resultado es una película digna y noble, ambiciosa, honesta, bien contada.

A la buena factura del film no fue ajena la intervención de Antonio Gades y Rafael de Córdova, dos de los mejores bailarines que ha dado España. Gades retomaría el tema diecinueve años después, junto a Saura y Cristina Hoyos. Aparecen también Nuria Torray, un actriz que sólo parecía estar bien en las cultistas películas y obras televisivas de su pareja, Juan Guerrero Zamora, y La Polaca, en la época en que todavía tenía mucho protagonismo en el mundo artístico español.

(02-06-2005)