Enrique Colmena

El estreno de Van Gogh, a las puertas de la eternidad (2018), del pintor y cineasta norteamericano Julian Schnabel, pone de nuevo en candelero al famoso artista holandés, Vincent Van Gogh, un hombre de atormentada vida, que vivió en buena medida gracias al apoyo de su hermano menor, Theo, y cuya obra solo ganó la inmensa fama de la que hoy día disfruta tras su muerte.

Ciertamente, la vida de Vincent acumuló una serie de circunstancias que han hecho que el cine y la televisión se hayan interesado de forma abrumadora por su existencia, la de un hombre tocado por el genio de los dioses, pero también con graves problemas mentales, que le llevaron a ingresar en un sanatorio, a automutilarse cortándose una oreja, y finalmente, a suicidarse de un disparo en el vientre, si bien sobre este asunto hay distintas teorías que parecen abonar la hipótesis de un accidente fortuito. Todo ello con la dolorosa coda de que su obra, tras su muerte, alcanzara un valor incalculable, mientras que él vivió en una pobreza extrema, solo socorrido por su hermano, que tampoco era precisamente rico.

Además, el carácter de sus pinturas, con una nueva forma de interpretar la realidad, dentro del movimiento que se dio en llamar postimpresionista, abriría las puertas, en el siglo siguiente, el XX, a movimientos pictóricos (expresionismo, fauvismo, cubismo, futurismo, surrealismo...) impensables en el XIX, pero que aquel desdichado chalado pelirrojo supo ver, supo anticipar visionariamente.

No es de extrañar que la vida y la obra de Vincent hayan sido pasto de largometrajes, cortos, series de televisión, TV-movies, miniseries, documentales... de hecho, se cuentan por varias decenas las obras audiovisuales sobre el pintor holandés que murió en Francia, un auténtico “océano” cinematográfico y catódico, con toda seguridad el pintor que más veces ha sido llevado a la pantalla. De entre todas esas obras audiovisuales hemos espigado 10 títulos significativos para glosarlos aquí, entendiéndolos suficientemente representativos de lo que, sobre su figura, se ha hecho hasta ahora (porque se harán más: no apuesten en contra, porque perderán...).

El privilegio de ser citado primero, ya que ha sido el que ha motivado estas líneas, será para el mentado Van Gogh, a las puertas de la eternidad, la muy peculiar e interesante aproximación que el también pintor norteamericano Julian Schnabel ha realizado sobre el artista holandés, una aproximación que, como indicábamos en nuestra crítica, ha sido más impresionista que narrativa, más pictórica que argumental, sin que el cineasta haya rehuido los eventos fundamentales de la vida de Van Gogh (el traslado a Francia en los últimos años de su vida, el sostén económico y moral de su hermano Theo, la íntima amistad con su colega Gauguin, el suceso de la autoamputación auricular, el ingreso en el manicomio, el supuesto suicidio), pero trascendiéndolos e insertándolos en una mirada exploradora, indagatoria, con un formidable Willem Dafoe como el pintor, en una interpretación que juega admirablemente con la insania del personaje, pero también con su pulsión artística.

Aunque quizá la película más famosa sobre Van Gogh, o al menos la más popular, siga siendo El loco del pelo rojo (1956), el biopic que Vincente Minnelli realizara en Hollywood sobre el pintor, que, fiel a la época en la que fue rodada, se ajustó mucho más a los hechos reales, o que se creen reales, sobre la vida de Vincent, hecha con la vistosidad del cine norteamericano de la época y, con buen criterio, jugando con los colores vangoghianos, estableciendo con ello un canon para las sucesivas visiones en clave de ficción sobre el artista neerlandés. Kirk Douglas realizará una vibrante interpretación del genio, aunque curiosamente el que se llevó el Oscar fue Anthony Quinn por su papel de Gauguin, si bien Kirk estuvo nominado, así como, entre otros, y muy lógicamente, la Dirección Artística del gran Cedric Gibbons y su equipo (para ver este film, vaya al final del artículo).

Cronológicamente, una de las primeras aproximaciones a la figura del pintor holandés fue la que el gran Alain Resnais hizo con su cortometraje Van Gogh (1948). Resnais llevaba haciendo cortos desde hacía un par de años, después de finalizar la Segunda Guerra Mundial, y este sería uno de los que dedicó a pintores u obras pictóricas famosas, una serie en la que se incluirían, entre otros cortos, Gauguin (1950) y Guernica (1951). Resnais, obviamente limitado por una evidente escasez de recursos económicos, presenta en los 20 minutos que dura el cortometraje un repaso por la vida y la obra del pintor holandés, apoyándose en los cuadros de Van Gogh; el uso del blanco y negro, un peaje inevitable en un país, Francia, recién salido de la brutal conflagración bélica, hará que el color vangoghiano brille por su ausencia, limitando, evidentemente, su capacidad de impacto en el espectador, suplido por la (ya entonces) sapiencia cinematográfica de uno de los cineastas fundamentales de la segunda mitad del siglo XX, que conseguiría el Oscar al Mejor Cortometraje (para ver este corto, vaya al final de este artículo).

El cine norteamericano, aparte del film de Minnelli, tiene otra aportación de interés a la figura del pintor neerlandés. Es Van Gogh (1990), también conocido por su título original, Vincent & Theo, que evidencia mejor por dónde van los tiros. El film, dirigido por el maestro del cine “indie” Robert Altman, se centra en la torturada relación de los dos hermanos, en una narración de corte clásico, en la que el artista está interpretado por un entonces todavía poco conocido Tim Roth, mientras que el papel de Theo lo llevaba a cabo el galés Paul Rhys.

Tras Resnais, la cinematografía francesa reincidirá también en su aproximación a la figura de Vincent, que de alguna forma fue también uno de los suyos, puesto que el artista vivió parte de su vida y murió en suelo galo. Su título será, no muy originalmente, Van Gogh (1991), con dirección de Maurice Pialat, uno de los más sensibles e interesantes realizadores franceses de la época, centrándose en los últimos meses de Vincent, cuando llega a la localidad de Auvers-sur-Oise, donde moriría. El pintor es interpretado por Jacques Dutronc, pasada ya su buena época, en la que rodó para Zulawski, Lelouch o Godard, y el personaje de su hermano Theo lo hará Bernard le Coq.

La BBC, ya en el siglo XXI, acomete una peculiar aproximación al pintor en su producción Van Gogh: Painted with words (2010), una TV-movie dirigida por Andrew Hutton, con el habitual rigor de la famosa televisión británica, en la que se mezcla el documental y la ficción, siendo representado en esta última el rol de Vincent por el entonces todavía no demasiado famoso Benedict Cumberbatch, con un (improbable) teñido de rojo. Como sugería el título, la película buscaba una aproximación al pintor a través de sus propias palabras, antes que a través de sus pinturas.

También en clave documental, esta vez con producción italiana, y con un hermoso título, Van Gogh. De los campos de trigo bajo cielos nublados (2018), con dirección de Giovanni Piscaglia, se acerca al pintor de forma indirecta, a través de la gigantesca colección atesorada por Helene Kröller-Müller, que se reputa la más importante coleccionista de pintura vangoghiana, con casi 300 obras, entre óleos y dibujos.

El gran cineasta japonés Akira Kurosawa, en una de sus últimas películas, titulada Los sueños (1990), incluyó un capítulo, denominado Crows, dedicado a un estudiante nipón visitante de un museo que, extasiado ante las obras del holandés, se sentirá transportado literalmente dentro de los cuadros del pintor, en una recreación ciertamente interesante, con la particularidad de que el papel de Van Gogh fue interpretado por el director y productor Martin Scorsese (para ver el capítulo Crows, vaya al final de este artículo).

Aparte del film de Schnabel que ha dado pie a este artículo, el más reciente acercamiento a la figura de Van Gogh ha sido Loving Vincent (2017), fascinante experimento realizado por los directores Dorota Kobiela y Hugh Welchman, en la que, con una base de interpretación con actores y actrices, se filma con animación inspirada en la obra pictórica vangoghiana, en una sugestiva narración que pone en imágenes, con el estilo del pintor, la historia de sus últimos meses.

El cinematográfico “océano” Van Gogh al que nos referíamos al principio cobra todo su sentido si, para cerrar este texto, citamos una de las muchas producciones exóticas que han tratado al famoso pintor neerlandés: la televisión finlandesa acometió el siglo pasado Vincent Van Gogh (1988), TV-movie con guion y dirección de Veli-Matti Saikkonen, en la que el personaje central estará interpretado por Timo Torikka y Gauguin será Pertti Sveholm.


Ilustración: Willem Dafoe, como el pintor, en una imagen de la película Van Gogh, a las puertas de la eternidad (2018), de Julian Schnabel.


Para ver El loco del pelo rojo (1956), de Vincente Minnelli, doblada al español, pinche aquí.

Para ver el corto de Alain Resnais Van Gogh (1948), en versión original en francés, pinche aquí.

Para ver el segmento Crows de la película Los sueños de Akira Kurosawa (1990), pinche aquí.