Rafael Utrera Macías

Se cumplen cuarenta años de la publicación de la Gran Enciclopedia de Andalucía (GEA). Fue su creador y director don José María Javierre, periodista y sacerdote, conocido popularmente como “el cura Javierre”, oscense de nacimiento y avecindado en Sevilla donde, entre otras múltiples actividades, dirigió el diario “El Correo de Andalucía” y el semanario “Tierras del Sur”.

De este hebdomadario procedieron los primeros redactores de sus páginas coordinados a lo largo de su historia por Antonio Cascales, Manuel Ángel Vázquez Medel y Carlos Ros. La gestión empresarial estuvo vinculada a Producciones Culturales Andaluzas, más conocida como “Cultura Viva”, un ente dirigido por Diego Limón cuya relación con otros eventos sevillanos daría como resultado la creación del I Festival Internacional de Cine de Sevilla. Sus oficinas estuvieron situadas en el número 11 del sevillano Paseo de Colón, sede oficial de la mencionada asociación cultural, y, al tiempo, residencia de la familia Fernández Palacios, domicilio habitual de Javierre.

El primer diseñador de la GEA fue Francisco Izquierdo, entonces residente en Madrid; en una época en la que internet no había nacido y la comunicación se apoyaba en el correo ordinario o en la telefonía, ya sólo faltaba que la imprenta estuviera en la Andalucía oriental; la empresa contratada para la impresión fue la granadina de Manuel Anel, entonces con una gran capacidad operativa tanto por el volumen de la tirada como por el manejo de las técnicas del color donde la cuatricromía era el procedimiento al uso.

La edición de la Enciclopedia de Andalucía fue una empresa titánica no sólo desde el punto de vista económico/empresarial sino, especialmente, desde el bibliográfico y cultural; no había tema que pudiera resistirse y ningún ámbito estaba excluido, desde el físico y político, hasta el territorial y cultural, desde el costumbrista e histórico hasta el artístico, pintura y toros incluidos. Era una obra barroca, en extensión y profundidad, sin antecedentes posibles ni en el tratamiento ni en el formato, ni siquiera en el procedimiento de recepción: edición en fascículos de entrega semanal, prioritario lugar de venta en quioscos de prensa y precio de cada ejemplar 100 pts. Los cinco volúmenes previstos se convirtieron en siete, al tiempo, complementados con otros dos, dedicados a atlas geográfico-histórico y a láminas de arte, para finalizar con el obligado índice general. En total, diez tomos que ofrecían auténticas lecciones de historia, de vocabulario popular, de terminología taurina, y de tantas y tantas facetas que quedaban condensadas en los tres términos del título de la obra. Cada tomo sobrepasaba las 400 páginas, en un formato que excedía ampliamente el hoy tan común Din-A4, así que puede hacerse un cálculo aproximado de cuánto pesaba el conjunto de la obra, toda ella encuadernada en tapa dura de color verde y lomo curvo.

El éxito de la misma no sólo en segmentos socioculturales definidos sino en amplios sectores populares y en poblaciones rurales, daban por cierto que la GEA había cumplido sus objetivos prioritarios y, ello, más allá de haber hecho un diseño temático y alfabético ilimitado que, de haberlo seguido, hubiera supuesto algunos tomos más. Su resultado, al margen de deficiencias y ausencias inherentes a una obra de semejante envergadura, supuso un modelo para futuras enciclopedias donde nuevas tecnologías y modernos sistemas de comunicación facilitarían la pasada tarea no exenta de ciertas características “amanuenses”.

Así, pues, el contexto político-social en el que nace la GEA es el específico de la transición democrática, regida por los distintos gobiernos de UCD, entre las elecciones democráticas, celebradas en 1977, y la redacción de la Constitución, aprobada en 1978.


Cultura cinematográfica andaluza

Al plantearse la organización y desarrollo de la temática cinematográfica en la Enciclopedia, era imprescindible tener en cuenta hechos tales como la celebración del I Congreso Democrático del Cine Español (1978) y el Congreso de Cultura Andaluza (1979). Tanto uno como otro habían tenido muy en cuenta, en sus respectivas áreas culturales, el cine de las nacionalidades y regiones y el nacimiento del cine de las autonomías; en ambos casos, con propósito claramente reivindicativo tanto en lo cultural como en lo lingüístico. Al tiempo, se trataba de rescatar una historiografía propia, seleccionada de la Historia del cine español, así como la búsqueda de unas señas de identidad que, en general, habían sido negadas por la dictadura franquista.

A tal efecto, en febrero de 1979, se celebraron, en el ámbito del Congreso de Cultura Andaluza, las jornadas genéricamente tituladas “Cine y Andalucía” que tuvieron lugar en el Salón de Actos de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla. Sobre los ejes de tres bloques básicos, “El cine sobre Andalucía”, “Alternativas cinematográficas en Andalucía” y “Problemática general del cine en Andalucía”, críticos, historiadores, cine-clubistas, profesionales, tras la presentación y propuestas efectuadas por el novelista Manuel Barrios, plantearon y discutieron sobre tan amplia como compleja temática.

Bajo tales perspectivas, la Enciclopedia de Andalucía debía analizar sus propuestas y resolverlas de acuerdo con las normas generales que caracterizarían su diseño y redacción.

El director, José María Javierre, encargó dicha tarea a Francisco Casado, Rafael Utrera y Juan-Fabián Delgado, quienes, conjuntamente con José Ignacio García Gutiérrez, venían publicando una página semanal dedicada al cine en “El Correo de Andalucía”, como, posteriormente, algunos de ellos lo seguirían haciendo en “Tierras del Sur”. Estos historiadores y críticos cinematográficos estaban vinculados, al tiempo, a los cine-clubs locales, especialmente al Universitario y al Vida. Otros compañeros periodistas como Zacarías Cotán, Francisco Millán, o Manuel Naranjo se ocuparon, puntualmente, de biografías específicas en función de su especialización.


Tema general en distintos apartados

Dos bloques bien distintos pueden encontrarse referidos al cine en la Enciclopedia: 1) un tema general y 2) biografías de cineastas nacidos en Andalucía o vinculados a ella por razones profesionales.

El tema general apareció en el fascículo nº 36 con el título “Cine en Andalucía” entre las palabras Ciencia y Clavero. La portada se ilustraba con un primer plano del rostro de Ángela Molina, representación de la andaluza por antonomasia, tal como Luis Buñuel la había mostrado, llamándola Conchita, en Ese oscuro objeto del deseo (1977), en libre adaptación de la novela de Pierre Louÿs “La mujer y el pelele”, y José Luis Borau la nombraba Pepa en La sabina (1979), donde se narraba el mito popular de la dragona devoradora de hombres.

En el interior del fascículo, integrado en el volumen III, desde la página 846 a la 856, a tres columnas y abundante huecograbado, se describía ese general “Cine en Andalucía” que, integrado por ocho bloques, hacía un recorrido tanto por el ayer y el hoy de una filmografía como aventuraba los derroteros de un hipotético cine andaluz, apuntaba notas sociológicas de los cines de verano o tenía en cuenta principales nombres y significativos títulos de los formatos no profesionales.

Así, en el apartado “Prehistoria del cine en Andalucía”, se documentan tanto las primeras proyecciones, en Sevilla, Jerez, Cádiz, como las pioneras filmaciones debidas, a Promio, el cameraman de los Lumière, Félix Mesguich y Ricardo de Baños. Y en los finales del mudo, hay mención tanto para los rodajes de La sierra de Aracena (film financiado por Javier Sánchez-Dalp y dirigido por Carlos Emilio Nazarí) como para los documentales relativos a las Misiones Pedagógicas, en los que participó el granadino José Val del Omar.

Seguidamente, en “Andalucía según el cine nacional”, se repasan títulos como María de la O, Rosario la cortijera, Sierra de Ronda, El genio alegre, Suspiros de España, Las aventuras de Juan Lucas, etc., tanto de la época republicana como de la franquista, para sentenciar que no son otra cosa que españoladas o andaluzadas donde “se perpetúan valores genuinos de la raza”. Por el contrario, se echa en falta versiones cinematográficas de obras de Chaves Nogales, Cansinos Asséns, Grosso, Caballero Bonald, Solís, Barrios, quienes “han tocado con autenticidad temas verdaderamente andaluces”. Un pie de foto referido a Los tarantos advierte que este film se considera una excepción por cuanto “los temas andaluces han recibido por parte del cine nacional diversos tratamientos, la mayoría incorrectos”.

Por el contrario, en “La otra cara cinematográfica de Andalucía”, se señalan algunas excepciones donde Andalucía no haya sido presentada ni parcial ni falsamente: La piel quemada, de José María Forn, el charnego emigrado a tierras catalanas, La cólera del viento, de Mario Camus, con uso del género western para ofrecer las agitaciones campesinas andaluzas, Pepita Jiménez, de Rafael Moreno Alba, donde las relaciones de propietario-asalariado y las pertinentes subidas de sueldo se ofrecen como oportuno tema social. Y Almería y su provincia como idóneo lugar de rodaje para western europeos y producciones de serie B, con su esplendor y su ocaso.

En el apartado “A la búsqueda de un cine andaluz” se parte de que el medio cinematográfico es idóneo para presentar la idiosincrasia del pueblo andaluz, aunque para ello se necesite una imprescindible infraestructura que debe estar en Andalucía. Y dado que la oligarquía andaluza ha sido siempre más especulativa que inversora, son pocos los capitales que se han orientado hacia este tipo de producción. Por ello, se hace breve historia, desde 1976, de los intentos de este cine por parte de Galgo Films, Films Bandera, Za-Cine, Triana Films y alguna otra. Los nombres de Pancho Bautista, Gonzalo García Pelayo y Roberto Fandiño son pioneros en este campo por títulos como Manuela, La espuela y María la santa, donde las obras de Manuel Halcón, Manuel Barrios y Fernando Macías, respectivamente, aportaban la materia literaria necesaria y las peculiaridades y características propias de una película que pudiera llevar el sobrenombre de andaluza.

Otros bloques revisan las características de los cines de verano, su tipología, las preferencias del espectador por determinados géneros cinematográficos, así como su transformación y lenta desaparición en el transcurso de los tiempos. Del mismo modo, se hace un repaso a los festivales de cine en Andalucía, Alcances en Cádiz, Cine de Autor en Benalmádena, Iberoamericano en Huelva, e Internacional en Sevilla, señalando sus especializaciones y los hitos más destacados de cada uno de ellos. Y no se olvidan unos formatos, básicamente en súper-8 mm, que, en aquellos tiempos, tenían arraigo popular y eran medio de expresión de aficionados que practicaban de este modo el cine familiar, el independiente, el alternativo. De la misma manera, se mencionan aquellas escasas revistas especializadas que nacieron vinculadas, básicamente, a la información de la exhibición cinematográfica, tal es el caso de “ÉEacute;xitos” o de “Altavoz”, editadas en Huelva y Sevilla con anterioridad a la guerra civil. Con posterioridad a ésta, aparecieron “Libélula” y “Cuadernos Universitarios de Cine”, ambas de efímera vida, editadas por los universitarios sevillanos.

Por su parte, los cineclubs andaluces ejercieron una fecunda labor especialmente en el ámbito universitario. En Sevilla destacó el “Vida” que, en esta época, ya celebraba 25 años de actividad; en Huelva el que daría lugar al Festival de Cine Iberoamericano; en Alcalá de Guadaira el “Claudio Guerin”, cuya labor consistió en producir y dirigir películas en formato amateur.


Las cineastas, los cineastas

A partir de aquí, según índice alfabético, se fueron publicando las fichas de cineastas. Por citar algunos ejemplos, pueden encontrarse las referencias a actrices como Carmen Amaya, Pilar Cansino, María Cañete, Ana María Custodio, Gracia Montes, Imperio Argentina, Estrellita Castro, Marujita Díaz, Rafaela Aparicio, Marisol (Josefa Flores González), Lola Flores (Dolores Flores Ruiz), Juan Luis Galiardo, Carmen Sevilla (Carmen García Galisteo), Soledad Miranda, Ángela Molina, Amparo Muñoz, Rosario Pino, Juanita Reina, Paquita Rico, Elisa Ruiz Penella (Elisa Montes), Elisa Ruiz Romero, Porfiria Sanchís, Lolita Sevilla, etc. En cuanto a actores, los populares Antonio Vico, Máximo Valverde, Francisco Valladares, Francisco Pierrá, Ángel Aranda y Pepe da Rosa.

Y directores, veteranos y contemporáneos, Francisco Elías, Eduardo García Maroto, Jerónimo Mihura Santos, José Val del Omar, Antonio Guzmán Merino, Joaquín Bollo Muro, Antonio Momplet, Julio Diamante, Claudio Guerin Hill, Fernando Ruiz Vergara, Josefina Molina Reig, Miguel Picazo, Eugenio Martín, Manuel Summers, Pancho Bautista, Carlos Taillefer, Gonzalo García Pelayo, Francisco Periñán Molina, Luis Mamerto López Tapia, Cayetano del Real, etc.

Entre los guionistas, investigadores, historiadores, críticos, etc., entre otros, Domingo Barreira, Ángel Falquina Bartolomé, Juan José Porto Rodríguez, Rafael Galisteo Tapia, Carlos y David Pérez Merinero, Alfonso Eduardo Pérez Orozco, Francisco J. Izquierdo Carrasco y Eduardo A. Ruiz Butrón. Y entre los conocidos representantes de los formatos no profesionales, los hermanos Francisco y Fermín Vallejo. Las productoras contemporáneas se llamaron Galgo Films, Triana Films, Films bandera, Proanci, Za-Cine y Artimagen, de vida más efímera que prolongada.


En síntesis

La GEA constituye el primer croquis, el primitivo borrador, los primeros apuntes, de lo que son los estudios sobre Cine y Andalucía.

Dos volúmenes, editados en aquella época, tienen estrecha relación y parentesco con ella: son los colectivos “Cine en Andalucía. Un informe” (Argantonio. 1980), coordinado por Rafael Utrera y Juan-Fabián Delgado, publicado con ocasión del I Festival Internacional de Cine de Sevilla; y “Cine, aquí y ahora”, de Casado, Delgado, García Gutiérrez y Utrera.

Se trata de una selección de artículos publicados en “El Correo de Andalucía” que conforman un corpus de temas cinematográficos característicos de la década de los 70. Más allá de su temática, le dan valor tres cuestiones: fue el primer libro de cine publicado por la Universidad de Sevilla; va prologado por el periodista José María Javierre, y firma el diseño de portada el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra.

Tres de los citados autores, Casado, Delgado y Utrera conforman, a día de hoy, el equipo de redacción de esta revista, Criticalia, bajo la dirección de Enrique Colmena.

Años después, nombres y entidades aquí esbozados, han sido estudiados en profundidad en su modalidad de tesis doctorales, ensayos o estudios históricos, modelos del audiovisual, etc. Valgan algunos ejemplos: “Los inicios del cinematógrafo en Córdoba” (Rafael Jurado Arroyo), “El cinematógrafo en Cádiz” (Rafael Garófano), “El cinematógrafo en Jaén” (Ignacio Ortega), “Los comienzos del cinematógrafo en Sevilla” (Carlos Colón), “Inicios del Cine en Sevilla. 1896-1906” (Mónica Barrientos), “Film Dalp Nazarí. Productoras Andaluzas” (R. Utrera), “Val del Omar. Sin fin” (Sáenz de Buruaga/Val del Omar), “Hacia un cine andaluz” (Manuel C. Fernández), “La historia de Andalucía en la pantalla” (Enrique Colmena), “Alicia en Andalucía” (V. Guarinos, Ed.), “Claudio Guerin Hill. Obra audiovisual” (R. Utrera), “Eduardo García Maroto. Vida y obra de un cineasta español” (Miguel Olid), “Aproximación histórica al cineasta Francisco Elías Riquelme” (Enrique S. Oliveira), “Las rutas del cine en Andalucía” (R. Utrera Macías), “Historia de un género cinematográfico: la españolada” (Luis Navarrete), “Consolidación industrial del cine andaluz” (Francisco J. Gómez Pérez), “El cine olvidado de la transición española. Historia y memoria del audiovisual independiente en Andalucía” (María J. Ruiz Muñoz).

Ilustracíón: Portada del fascículo de la GEA en el que se incluía la voz “Cine en Andalucía”, con una imagen de la actriz Ángela Molina, caracterizada como la Conchita de Ese oscuro objeto del deseo (1977), de Luis Buñuel.