Rafael Utrera Macías

En el ya lejano año de 1989 se construyó en la ciudad de Tomares, muy próxima a Sevilla, un centro docente de formación profesional, que acogería las enseñanzas de Relaciones Públicas e Imagen y Sonido. Con los cambios producidos a lo largo del siglo XXI en la organización de la docencia, pasó a llamarse Instituto de Enseñanza Secundaria (IES). Este genérico tuvo, desde sus comienzos, nombre y apellido propio vinculados a las materias impartidas en el Centro; se llama “Néstor Almendros”, en recuerdo de aquel español, nacido en Cataluña, emigrado a Cuba, director de fotografía cinematográfica y colaborador tanto del cine europeo como del norteamericano, según hemos visto en capítulos precedentes.

La búsqueda del nombre propio se formuló mediante una campaña interna en la que figuraba la inequívoca frase “Busca nombre para tu Instituto”; tras la recepción de las variadas respuestas se erigió como preferido el de Néstor Almendros, no en balde había recibido en el año de 1978 un Óscar de la Academia de Hollywood por su excelente fotografía en la película Días del cielo.

Dirigía el Centro el profesor de Dibujo D. Antonio Gosálvez Collado, a quien correspondió la organización de actividades propias de un acto escolar donde las señas de identidad, imagen y sonido, estuvieran presentes. Pero, ¿en tales actividades no podría estar presente el homenajeado, el artista de la imagen, el maestro que domina la luz? Aún más, en los tiempos de la master class, de las “clases magistrales”, ¿no estaría dispuesto a impartir alguna el cineasta? El responsable del Centro no se arredró ante semejante propuesta; muy al contrario, comenzó las averiguaciones necesarias para darle la buena nueva al invitado y proponerle su asistencia al acto. Una conversación telefónica los puso en contacto. Néstor quedó tan sorprendido que se vio obligado a preguntar: - Oiga, ¿no será una broma? Entre aseveración y dubitación salió el nombre de un pueblo albaceteño llamado Almansa donde el abuelo de Gosálvez había sido el sastre del padre de Néstor. La conversación… in crescendo… termina con gran satisfacción por ambas partes.

Oportunamente, el centro envió invitaciones en cuyos rótulos aparecían el nombre ya oficial del Instituto y una información en la que podía leerse: “…acto de inauguración oficial que tendrá lugar el 18 de diciembre, a las 12.30 de la mañana. Dicho acto contará con la presencia de D. Néstor Almendros. Tomares, 1989”.

Con posterioridad a la citada inauguración, se dio paso a proyecciones y actividades docentes donde el maestro impartiría ciencia y docencia. Se proyectó, primeramente, Kramer contra Kramer, sin sonido, a fin de que pudiera ser comentada en cuantos detalles Néstor considerara oportunos, desde elección de decorados a iluminación especial, desde posiciones de cámara en beneficio de Dustin Hoffman, como la mejor iluminación para sacar el máximo partido al rostro de Meryl Streep, de quien dice: “…tiene una piel fantástica, como de mármol, tiene un rostro que yo he comparado a una escultura de Brancusi; pero, su nariz, un poco larga y torcida, hizo que la película se organizase de forma que siempre estuviese del lado en que la luz le favoreciese”.

Al día siguiente, fue El lago azul motivo de análisis, exposición, diálogo. Dice Néstor que el film, basado en una novela victoriana de principios de siglo, requería en algunas secuencias, a instancias del director, un decorado de mar, espuma y noche estrellada. Para ello, se inyectaron por computadora las estrellas en la escena de la noche; se filmó de día, en noche americana (…). Bajo el agua se filmó sólo con la luz solar en la isla desierta en la que nos encontrábamos. Tan desierta y con tan pocos alicientes que allí comencé a escribir “Días de una cámara”.

Complementaria a estas proyecciones y enseñanzas, Almendros dirigió una “práctica de rodaje” a la que añadiría instrucciones para un hipotético revelado. Además, respondió, en rueda de prensa, a preguntas sobre su profesión, sus libros, sus intereses personales, la influencia de los pintores en su obra cinematográfica, etc., etc. El intercambio de recuerdos entre anfitriones y homenajeado combinaba una reproducción, en cerámica trianera, de la casa de sus abuelos en Almansa, al tiempo que el invitado obsequiaba con elementos personales, cámara, visores, etc. No sería el último regalo. En efecto, a finales de 1991, envió al señor Gosálvez un guion titulado “El abencerraje”, junto a un escrito en el que donaba al Instituto los derechos del mismo.


Cuadernos de la Filmoteca de Andalucía: Néstor Almendros en Sevilla

Durante el mandato de Victoria Fonseca como directora de la Filmoteca de Andalucía se publicaron numerosos libros en relación con el Cine y Andalucía dedicados tanto a la historia de este medio artístico, su desarrollo y evolución en la autonomía, como a cineastas nacidos en esta tierra o vinculados a ella. El formato de tales ediciones constaba de dos modalidades diferentes: libro y cuaderno. El primero contrastaba con el segundo tanto por su mayor número de páginas como por sus elementos temáticos; la encuadernación de los Cuadernos se caracterizaba tanto por su peculiar espiral de alambre como, habitualmente, por las ilustraciones fotográficas en blanco y negro. La colección superaba generalmente las modalidades periodísticas y, en buen número de casos, aportaba enjundiosas investigaciones sobre temáticas actuales o, por el contrario, personajes o situaciones olvidados que el tiempo había ocultado involuntariamente.

En 1999, se publicó un ejemplar (nunca mejor utilizado el término) bajo el título “Néstor Almendros en Sevilla. El abencerraje”, cuyo autor era el profesor Antonio Gosálvez, quien, como ya hemos visto en artículos anteriores, había sido el coordinador de las jornadas dedicadas al ilustre invitado y quien oficializó el nombre del centro educativo. El volumen consta de 74 páginas más un dossier, sin numerar, con manuscritos (cartas y tarjetas postales) de Néstor dirigidos al citado profesor. Tanto por unas cuestiones como por otras, constituyen fuentes biográficas y profesionales de significativa importancia a la hora de construir el diseño personal y profesional de un cineasta de primerísima categoría.

El índice de la publicación está conformado por una presentación de la Directora de la Filmoteca, Dra. Fonseca, quien informa al lector de que el original de “El Abencerraje” está depositado en este centro por acuerdo con el entonces actual Director del Instituto “Néstor Almendros”, Don Francisco Trapero. Seguidamente, un artículo del director de fotografía Jaume Peracaula sobre su amistad con su paisano catalán y otro de Sergio Almendros, enjuiciando a su hermano desde la óptica familiar y desde el agradecimiento por elevar nombre y apellido a la denominación de un centro oficial. Dos artículos informativos se centran en la biografía, personal y profesional del cineasta, complementados por una detallada filmografía.

A continuación, el guion inédito titulado “El abencerraje”, versión cinematográfica de Néstor Almendros, adaptación de la novela atribuida a Antonio de Villegas, escritor español del siglo XVI. Más allá de entrar en pormenores argumentales y referencias a personajes, anotamos la introducción que el propio Almendros hace posicionando su texto en características de época y similitud con películas históricas de su gusto. Dice el autor:
“Oposición entre el mundo medieval cristiano y el mundo árabe que toca a su fin. Lo cristiano, más bien austero, con arquitectura de piedra sin ornamentos. Castillos con aspecto de fortalezas. Interiores sobrios y con pocos muebles. Ropas de colores marrones o grises, con tonos neutros. Por otra parte, el fasto mundo musulmán de Al Andalus: Arquitectura transparente con ornamentos de estuco, jardines deliciosos, ropajes árabes de colores variopintos.   
El Abencerraje debe ser filmada de manera más bien estilizada, sin aspirar a un realismo absoluto (aunque sí a una exactitud histórica en objetos, lugares, ropas).
Pienso que se pueden utilizar como guía las miniaturas de los pergaminos medievales, imágenes sin perspectiva, a veces planas, pero de colores vivos. Pienso también en cierta simplificación en los movimientos de los intérpretes, y al mismo tiempo, en una neutralidad no declamatoria de la actuación.
Invoco la alegría con que contó una leyenda medieval el Blasetti de La corona de hierro, el hieratismo bárbaro del Eisenstein de Alexander Nevsky, la frontalidad sin relieve de algunas escenas del Oliver de Enrique V, y en fin, la sensualidad inocente-perversa de Pasolini en Edipo Rey”.  


Un fragmento matizado con elementos técnicos

Interiores y exteriores de la arquitectura árabe en España y, también, de los castillos cristianos. Pergamino antiguo de la Península Ibérica: al norte, reinos cristianos, al sur, reino de Granada.
Narrador (en off): “...son los últimos días del reino de Granada”.
Fundido: Rodrigo de Narváez, caballero español, junto a cuatro escuderos a caballo. Un canto se oye de lejos… Travelling (sic) lateral en dirección opuesta al anterior. Un moro, de nombre Abindarráez, grande de cuerpo y hermoso de rostro. Los escuderos le atacan, pero el moro los derriba. Lucha entre moro y cristiano. El moro, cautivo, y los cristianos regresan a Álora. Narváez se presenta como alcalde de Antequera y Álora, y el moro, a su vez, dice ser de los Abencerrajes de Granada y quiere contarle algo…
Flash back. El moro continúa su narración en off: explica quiénes eran los abencerrajes y de cómo el rey de Granada se dejó influir por una falsa e interesada información: que un sector de los abencerrajes se conjuró para matarle; el rey decidió degollarlos a todos en una noche….   

Como hemos dicho, Almendros donó “los derechos literarios y cinematográficos de su guion “El abencerraje” a la Escuela...”. El documento contiene sello, firma y rúbrica de un Notario de Nueva York.

Las cartas manuscritas escritas en sus últimos tiempos de vida profesional son documentos excepcionales de un cineasta tan humano como artista.


Cuatro preguntas, en Tomares, a Néstor Almendros

- ¿En qué consiste exactamente su trabajo, el de un director de fotografía?
- No es posible definirlo exactamente. Sus funciones varían mucho de una película a otra. En las grandes superproducciones la paternidad de la fotografía escapa a todo y a todos. Por el contrario, en una película de pequeño presupuesto puedo decidir no ya la elección de objetivos sino hasta la propia naturaleza del encuadre. En cualquier caso, no hay que pretender hacer nuestra película sino la suya, la del director.

- ¿Qué tendencias dominan en su trabajo más reciente?
- Tiendo a utilizar cada vez una fuente única de luz, tal como suele utilizarse en la naturaleza. Para las películas en color suelo rechazar aquella iluminación típica de los años cuarenta y cincuenta que comprendía una luz principal compensada por una luz de relleno y otra por detrás para dar realce al peinado. Como tengo poca imaginación, busco mi inspiración en la naturaleza que me ofrece infinidad de formas. Una vez establecida la luz principal, las zonas que pudieran quedar en total oscuridad son reforzadas por una luz muy suave, sin sombras, hasta reprodu¬cir en la película lo que el ojo vería en la realidad. En lo que a iluminación respecta, un principio básico en mi trabajo es el de que las fuentes de luz estén justificadas.

- ¿Cuáles serían para usted las cualidades principales de un director de fotografía?
- Además de una sólida cultura, un alto grado de sensibilidad plástica. Lo que suelen llamar "técnica cinematográfica" no posee más que un valor secundario; es cuestión de buenos ayudantes que se ocupan del foco, de medir las distancias, de cuidar la mecáni-ca de las cámaras. Yo resuelvo todas mis iluminaciones a ojo; evalúo los contrastes y no empleo el fotómetro hasta el último momento para decidir el diafragma.

- ¿Qué consejo daría a estos alumnos que quieran ser directores de fotografía?
- Si tuviera que darles un consejo les sugeriría que además de ir a la escuela tomaran la cámara y filmasen cualquier cosa, empezaran a cometer equivocaciones para aprender de ellas. Les instaría igualmente a que frecuentaran tanto el cine como los museos de pintura y examinaran tanto la iluminación de las esce¬nas como la de los cuadros.


Fallecimiento

Néstor Almendros Cuyás murió el 3 de marzo de 1992 a causa de un linfoma producido por VIH. Sus cenizas, juntamente con las de su madre, están depositadas en el cementerio de Calders (Barcelona), población donde había pasado su infancia y primera juventud bajo la protección de su abuelo.

Ilustración: Néstor Almendros y Rafael Utrera Macías en una instantánea tomada en la localidad de Tomares (Sevilla) el 20 de diciembre de 1989.