Rafael Utrera Macías

La decisión del gobierno de Pedro Sánchez de exhumar los restos de Francisco Franco de su actual ubicación en el Valle de los Caídos y trasladarlos a otro lugar, según acuerde la familia del dictador, actualiza algunos temas relacionados con quien gobernó España desde su victoria militar, el 1 de abril de1939, final de la guerra civil, hasta su muerte, el 20 de noviembre de 1975. El Diccionario de la Real Academia Española ofrece tres significaciones para definir el término “exhumar”: 1. Desenterrar un cadáver o restos humanos. 2. Desenterrar ruinas, estatuas, monedas, etc. 3. Sacar a luz lo olvidado. Obviamente, será esta tercera acepción la que orientará estas páginas, para rememorar ciertas cuestiones que relacionan al personaje con el cine, tanto en su condición de habitual espectador como de ocasional escritor.

En efecto, la reciente publicación del libro “Las películas que vio Franco (y que no todos pudieron disfrutar”), subtitulado “Cine en El Pardo, 1946-1975”, del que son autores José María Caparrós (in memoriam) y Magí Crusells, editado por Cátedra (Madrid. 2018), saca a la luz un tema interesante que, de una parte, amplía la biografía íntima del denominado “Caudillo” (las monedas acuñadas durante su gobierno añadían que lo era “por la gracia de Dios”) y, de otra, abunda en numerosos matices relativos al funcionamiento cinematográfico de la vida española regida por un gobierno dictatorial cuya férrea censura modificó y alteró la creatividad de sus profesionales.

Al comentario sobre este volumen seguirán otros donde precisaremos ciertos rasgos del texto escrito por el propio Franco, poco después de acabar la guerra civil, titulado “Raza”, y subtitulado, primeramente, “anecdotario para el guion de una película” y, posteriormente, “novela”. El mismo dará lugar a la película homónima, dirigida en 1942 por José Luis Sáenz de Heredia, y a la nueva versión, estrenada en 1950, con significativas variantes respecto de su precedente.


Estructura del volumen “Las películas que vio Franco”

El libro de Caparrós/Crusells es el resultado de una ardua investigación llevada a cabo, principalmente, en el Archivo General del Patrimonio Nacional y en el propio Palacio de El Pardo sobre las proyecciones allí efectuadas y adornada con entrevistas a personajes que, por su proximidad al inquilino del citado lugar o por sus conocimientos no sólo cinematográficos, han podido añadir cuestiones o matices en torno a aquellos visionados que el “Generalísimo”, sus familiares e invitados, llevaron a cabo en el entorno de una sala especialmente habilitada para ello.

Dos textos ajenos preludian los comentarios de los autores a su riguroso trabajo: el prólogo del historiador e hispanista Paul Preston y un artículo introductorio del profesor e investigador Emeterio Díez Puertas. El biógrafo del General sintetiza los intereses cinematográficos del mismo y efectúa un breve recorrido por sus actividades fílmicas; una frase de su presentación sintetiza oportunamente su criterio: “La dimensión lúdica del interés de Franco por el cine tiene una cierta importancia histórica por lo que aporta a la contextualización de su personalidad”. De otra parte, el profesor invitado titula su trabajo “Cuatro dictadores frente al cine”, y en él desarrolla las atenciones de Mussolini, Hitler, Stalin y Franco, en sus cinematográficos intereses particulares o en las funciones sociales y políticas que el medio audiovisual podía llevar a cabo y la oportuna utilización en su propio beneficio. En el caso del gobernante español se precisan sus filmaciones en África con una cámara Pathé-Baby, su puntual presencia, en 1926, como él mismo, en la película La malcasada, del periodista Francisco Gómez Hidalgo, su autoría, novelística y novelada, en “Raza”, además de sus gustos y preferencias como espectador.

La investigación se cierra con otro texto ajeno, firmado por el catedrático de la Universidad de Barcelona Andreu Mayayo, quien se distancia de la figura militar y política del personaje para entrar en una línea crítica semejante a la empleada por Ángel Viñas en su “La otra cara del Caudillo”; éste, entre otras cuestiones, señaló el origen de la fortuna familiar así como la procedencia de sus abundantes y sustanciosos caudales; el epiloguista, apuntando a la diana cinematográfica, señala la finca de Valdefuentes (adquirida en 1953 por Doña Carmen, con la debida “autorización” de su marido) como plató cinematográfico alquilado por la familia Franco para rodar algunos títulos del cine erótico español, dirigidos por Carlos Puerto o Eugenio Martín, en los inicios de la democracia. Un balance final le permite afirmar que la investigación “desmonta ideas preconcebidas sobre los gustos cinematográficos de Franco alejándonos de un cine de barrio casposo y castizo”.


El privilegiado espectador de El Pardo

Más allá de las filmaciones efectuadas en sus destinos africanos y de su autoría del texto “Raza”, “anecdotario para el guion de una película”, de la que hablaremos seguidamente, el “invicto caudillo” fue asiduo espectador de películas nacionales y extranjeras, algunas de las cuales serían de exclusiva proyección en su entorno privado, dado que, por razones varias, incluida la censura, no pudieron exhibirse en salas públicas. Así, entre 1946 y 1975, se proyectaron cerca de 2000 títulos, a razón de 2 por semana, tanto largometrajes como documentales, además de los correspondientes e imprescindibles números de No-Do.

En las invitaciones preparadas para cada ocasión podía leerse “Programa Cinematográfico que se proyectará ante SS.EE. en el Palacio de El Pardo el día…”, seguido del título del documental (v.g. Melilla hoy) o número correspondiente de No-Do; seguía un “descanso” para la merienda o refrigerio y, tras él, la proyección del largometraje correspondiente, con indicación de intérpretes, director, producción y distribución; solía indicarse también si la película era “tolerada” (para menores) o “autorizada” (para mayores de 14, 16 o 18 años). En ocasiones, se precisaban otras informaciones tales como “Sin estrenar ni censurar” (Viridiana, proyectada el 4 de julio de 1961; El Cid, 17 de diciembre de 1961) o “Enviada exprofeso de Londres para ser exclusivamente visionada ante SS.EE” (Ulises, de Mario Camerini, ofrecida el 28 de diciembre de 1954). Algunas sesiones fueron “anuladas”, aunque las razones para ello no están precisadas en los documentos consultados; entre otros títulos, De entre los muertos (Vértigo), de Hitchcock, Con él llegó el escándalo, de Minnelli, y Carmen Boom, de Nostro; en diferentes casos, películas “anuladas” (sic) sólo sufrieron un desplazamiento de fechas tal como ocurrió con Lo que el viento se llevó, de Fleming, Esa rubia es mía, de Sordi, y Cuando los niños vienen de Marsella, de Sáenz de Heredia.


Los No-Do de Franco

Las nuevas tecnologías han permitido efectuar un minucioso estudio de los temas abordados por el noticiario oficial; al tiempo, el interés por la relación entre este vehículo de información y propaganda y la presencia del “jefe del estado” y “jefe de gobierno” en el mismo, ha permitido a interesados investigadores comprobar la presencia de Franco en el No-Do y los motivos y temas del mismo en relación con su “primer protagonista”. La contabilidad y la estadística ofrece cifras y números “objetivos” aunque la presencia del personaje y el contexto en el que se incluye aporten connotaciones sociopolíticas que revelan otros significados más allá de la desnuda cifra.


Este “instrumento de propaganda política”, que alcanzó la cifra de 1966 números, tuvo como “actor” principal a Francisco Franco, según la opinión popular sustentada por atentos espectadores; incluso corría entre los mentideros populares un chiste cuyo diálogo entre Rita Hayworth y el “Generalísimo” cruzaba el conocimiento de uno sobre otra o viceversa: “Usted es la protagonista de Gilda…”, “Y usted el protagonista del No-Do…”. Según las estadísticas y cuadros ofrecidos por los autores el libro, Franco apareció en el noticiario en 1157 ocasiones, lo que supone un 31,9 % de la totalidad de noticias. En distintos gráficos se nos ofrece el porcentaje que aparece cada año (v.g. en 1963, 51 ocasiones), su presencia según el tema tratado (Consejo de ministros, Frente de Juventudes, etc.) así como los números del documental proyectados privadamente en El Pardo.


El cameraman de “Su Excelencia”, además de amigo personal, fue Ramón Sainz de la Hoya quien sabía muy bien de qué forma enfocar al Generalísimo, jamás en “plano picado”, o como él mismo explicó mucho tiempo después de fallecer el personaje, “no tenía ningún ángulo bueno. No se le podía retratar nunca desde arriba, parecía una aceituna”. Y en relación al tipo del “Caudillo”, Caparrós y Crusells escriben lo siguiente: “La voz de castrato de Franco, igual que sus formas poco masculinas, han provocado un gran número de rumores sobre su estado hormonal, pero ninguno de ellos tiene una confirmación médica oficial. Sólo sabemos que su voz atiplada y fina sonaba casi infantil y que en sus discursos utilizaba una voz monótona nada acorde con un líder carismático con una dicción clara y armónica”

En este volumen, los autores/investigadores aseveran que Franco veía los No-Do correspondientes a cada semana, generalmente antes del estreno comercial; en ocasiones, por razón de vacaciones u otras situaciones diferentes, solicitaba la proyección de los números anteriores y mostraba especial interés por cuantos se referían a su persona y actividades; entre múltiples ejemplos, los rótulos informaban de la celebración del consejo de ministros en el Pazo de Meirás, de la recepción diplomática celebrada en La Granja (Segovia), del homenaje tributado a su persona por la ciudad de Soria, etc.


Las películas, los géneros, las extranjeras, las españolas, etc. Los invitados

Los autores del volumen han procedido a una minuciosa elaboración de cuadros y estadísticas basadas en el listado de las películas proyectadas; así puede tenerse constancia del número de películas proyectadas por año, de las extranjeras y las españolas, de las no estrenadas y prohibidas, de los géneros, y otras curiosidades, como quiénes fueron los directores, españoles o foráneos, con mayor número de títulos proyectados, etc. De cada una de estas cuestiones se da cumplida información de carácter histórico, periodístico o de otra índole, de manera que la referencia al título en cuestión se ve connotada por otros elementos donde se explica su privada proyección en El Pardo y su estreno comercial (o no) así como otras circunstancias curiosas; por vía de ejemplo: de los actores que Franco veía en la pantalla, algunos solicitaron la pertinente audiencia para saludarle en su residencia oficial: entre otros, James Stewart, Ronald Reagan y Grace Kelly (con su esposo Rainiero).

Por países, Estados Unidos y España encabezan una lista con un número de proyecciones de 917 y 504 títulos, respectivamente; la finaliza la Unión Soviética, con 4, y Japón, con 3. Respecto a géneros, la comedia y el drama alcanzan los 500 films, seguido del policiaco y el musical; por el contrario, el dibujo animado y la ciencia-ficción se vieron en escasas ocasiones. Atendiendo a los directores, el quinteto de cabeza está conformado por Rafael Gil, Luis Lucia, Pedro Lazaga, José Luis Sáenz de Heredia y Juan de Orduña, mientras que en la cola de este listado encontramos a Rafael J. Salvia, Ricardo Gascón, Rovira-Beleta, Vicente Escrivá y Javier Setó. Las 34 películas que se vieron en Palacio de Rafael Gil pudo estar motivado por la amistad de las respectivas señoras, la de El Pardo y la del cineasta; igualmente frecuentaron las sesiones Cesáreo González, productor, y Sáenz de Heredia, director de Raza y de Franco, ese hombre. Los actores y actrices españoles que más veces aparecieron en la pantalla de El Pardo fueron Fernando Fernán Gómez, Sara Montiel y Fernando Rey, con 19 títulos, seguidos de Carmen Sevilla, José Luis López Vázquez, Concha Velasco, Francisco Rabal, Arturo Fernández, Tony Leblanc, Jorge Mistral, Paquita Rico, Alberto Closas y Alfredo Mayo.

De los directores extranjeros, encabezan la lista Henry Hathaway, Henry Koster, Jean Negulesco, Richard Thorpe, Edward Dmytryk y Michael Curtiz, con 19 títulos el primero y 13 el último. Entre cineastas prestigiosos figuran John Ford (11), Alfred Hitchcock (10), Billy Wilder (10), Vittorio de Sica (7), David Lean (6), Charles Chaplin (4) y Orson Welles (4). Los actores y actrices con mayor número de intervenciones fueron Gregory Peck, James Stewart, John Wayne, Vittorio de Sica, Charlton Heston, Deborah Kerr, Doris Day, Elizabeth Taylor, Maureen O´Hara e Ingrid Bergman.


Programación infantil. Proyecciones en Semana Santa

Complementarias a estas sesiones habituales, se ofrecían otras con programación infantil; estaban motivadas por onomásticas y cumpleaños de nietas y nietos de “Sus Excelencias”; los dibujos animados conformaban la base de estas proyecciones y los creados por Disney eran los preferidos, casos de Tom y Jerry, Pato Donald, etc. A medida que estos espectadores cumplían años, los programas modificaban sus títulos; entre otras, se exhibieron Alicia en el País de las Maravillas, Los bucaneros del siglo XX, David y Catriona; no faltaron títulos españoles como Robin Hood, el arquero invencible o Había una vez un circo. Entre los invitados, asistieron algunos “niños prodigio” de nuestro cine como Pablito Calvo (Marcelino Pan y Vino), Marisol (Tómbola) y Jaime Blanch (Jeromín).

Las Semanas Santas de la época se caracterizaban por el recogimiento de la feligresía y el cierre de los espectáculos públicos, así como por una programación especial de contenidos primordialmente religiosos; los días de dicha semana convertían a España en un país de acendrada raigambre católica donde no faltaban obligaciones de todo tipo en la vida civil. La programación cinematográfica en El Pardo seguía, como no podía ser de otro modo, tales modelos de actuación y, consecuentemente, jueves y viernes santos quedaban clausuradas las proyecciones. La excepción a la regla la constituye, en 1958, la proyección de Los misterios del Rosario, una serie concebida por el Padre Peyton, que servía para publicitar su “Cruzada del Rosario en familia”; rodada en los estudios madrileños de Sevilla Films, dirigida por Joseph I. Breen Jr, tuvo elevado número de asistentes técnicos y actores españoles. Los cuatro episodios se proyectaron para la familia Franco un año antes de su estreno comercial.


Testimonios orales

La rigurosa investigación de Caparrós/Crusells, en los fondos de Patrimonio Nacional, ha sido complementada con testimonios orales de personas vinculadas profesionalmente al Palacio del Pardo y testigos directos de las proyecciones en él efectuadas; son Jaime Moreno Monjas (técnico cinematográfico y redactor de No-Do), Jorge Palacio Aldea (operador de cabina) y Juan Cobos Arévalo (mayordomo de la Casa Civil). La información oral recibida es de singular importancia para conocer aspectos diversos de unas sesiones privadas (a las que asistían habitualmente los Marqueses de Villaverde junto a los amigos del “Generalísimo”, Pedro Nieto Antúnez, Luis Carrero Blanco, Camilo Alonso Vega, Carlos Arias Navarro, además de los jefes de las casas civil y militar, junto al personal de servicio). La entrevista concedida a los autores por el señor Cobos Arévalo tiene un alto valor testimonial por haber sido testigo directo de las proyecciones como por ser el autor de “La vida privada de Franco” (prologada por el historiador Stanley G. Payne) y por la documentación conservada sobre los diversos aspectos mencionados.

El volumen se completa con el listado, ordenado alfabéticamente, de las películas proyectadas en El Pardo, seguida de una cronología de hechos relativos a la vida española, atendiendo a aspectos sociales y políticos, además de una precisa bibliografía y el epílogo al que, anteriormente, nos hemos referido.

Ilustración: Portada del libro “Las películas que vio Franco”

Próximo capítulo: Franco: exhumación literaria y cinematográfica. La novela “Raza” (II)