Pelicula:

CRITICALIA CLÁSICOS
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Si tenemos en cuenta que cuando se rodó y se estrenó esta película -hace cinco décadas-, siendo sin duda la más importante y lograda de su director, Nicolas Roeg no era en absoluto un realizador consagrado o famoso, es lógico que en nuestros días casi nadie se acuerde de este fotógrafo del cine británico, pasado luego a director, autor de una docena de films que tienden todos ellos a argumentos extraños y lejos del costumbrismo o el realismo. Ya había hecho Performance (con James Fox y Mick Jagger) y Walkabout (con Jenny Agutter), ambas con escasa repercusión. Y fue con su tercera obra con la que ya tuvo una mayor acogida y logró por fin darse a conocer.

La cinta se inicia con unos idílicos planos de una casona cercana a un pequeño riachuelo, y en el interior trabaja con planos y croquis un hombre joven (un Donald  Sutherland de aspecto serio, y una abundante y ensortijada pelambrera). Pero algo le perturba, y escucha atento: fuera juega su hija, con un balón, y como la mañana es neblinosa y húmeda lleva un impermeable rojo. La pelota rueda hasta el agua y al aproximarse para cogerla, se le cae la muñeca que llevaba en la otra mano, y ella también cae. El padre, John Baxter, ya inquieto, sale y oye un ruido. Alarmado llega al río y encuentra a la niña en el fondo, ahogada,  Sus esfuerzos con el boca a boca son vanos y muere en sus brazos, mientras aparece la madre, Laura (una rubia y hermosa Julie Christie), aterrorizada al verlos.

En un salto más espacial que temporal, estamos en vez de en Reino Unido ya en Venecia, a la que se traslada la familia, para huir del trauma, y dejando a su otro hijo con unos amigos y vecinos, de toda confianza. Sabemos ya que él, John, es un arquitecto restaurador y acude a la ciudad italiana para salvar una vieja iglesia muy deteriorada. Allí trabaja en un andamio, a gran altura, y ya presiente el peligro que corre, Laura, mientras intenta distraerse paseando por la hermosa ciudad, y cree ver una pequeña figura con impermeable rojo que aparece y desaparece por los sinuosos entresijos de puentes, canales y pasajes. Conoce también a un par de señoras durante sus paseos, y una de ellas -invidente- dice ser médium y sufre alucinaciones, en las que dice haber contactado con  el espíritu de la hija ahogada.

A partir de ahí entramos en un juego de terror sicológico, y mientras Laura confía en la médium, su marido recela. Y en su trabajo en la iglesia está a punto de morir al caer del andamio, ante la mirada del sacerdote (Massimo Serato), que le salva. El desvarío posterior le hace ver a su mujer, de luto, en una lancha mortuoria pasando por el gran canal. Reunidos en el hotel, angustiados ambos, creen encontrar alivio a su tensión en una entrega amorosa, erótica, frenética y que se hizo famosa por su verismo, llegándose a decir que hubo sexo real entre los protagonistas durante su rodaje, cosa desmentida por Nicolas Roeg.

Y digamos ya que toda esta historia misteriosa y sobrecogedora, que nos hace recordar en algunos aspectos la gran película Suspense (The innocents), de Jack Clayton, tiene por base argumental un relato corto de Daphne Du Maurier, la gran dama de Cornualles, mimada por el cine en tantos títulos -Posada Jamaica, Rebeca, Mi prima Raquel... como novelas- y como relato Los pájaros, que hizo en cine Hitchcock, pero en forma muy distinta al texto original (que es mucho más seco y sobrio en su desarrollo), frente al cuadro costumbrista, ambiental y de personajes que filmó Alfred en una de sus obras maestras.

Volviendo a nuestra película, convertida en pocos años en eso tan tópico que llamamos Película de Culto, el tramo final -oscuro y pesadillesco- queda ya inmerso claramente en el cine de terror, con una secuencia nocturna en una Venecia tenebrosa y malsana, con sus pasadizos, sus viscosas aguas, cuando John Baxter persigue ya sin dudarlo una pequeña figura de impermeable rojo, que aparece y desaparece por los laberintos de la ciudad de los canales, para desembocar en un terrible desenlace, teñido en rojo, una vez más.

Cuando a finales de 2018 muere Nicolas Roeg, a los 90 años, ya nadie duda que Don’t look now (en su título original) fue su obra maestra indiscutible, aunque rodara diez películas más y una serie televisiva, cintas en las que hubo de todo, como El hombre que vino de las estrellas (entre lo audaz y lo estrafalario), con David Bowie haciendo de extraterrestre, un film sin duda original y valiente. También, ya en 1990, una obra más comercial pero en la que mantiene su estilo oscuro y visionario, La maldición de las brujas, con Anjelica Huston y la sueca Mai Zetterling, con un niño que se adentra en el mundo retorcido y misterioso de las historias que le cuenta su abuela. Como se ve todo muy en el estilo de Mr. Roeg, un autor a reivindicar.

(10-03-2024)


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110'

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Amenaza en la sombra - by , Mar 10, 2024
4 / 5 stars
Muerte y terror en Venecia