Pelicula:

En 1976 los jefes supremos de las Fuerzas Armadas Argentinas, constituidos en una Junta Militar encabezada por el general Videla, dieron un golpe de Estado y depusieron a la presidenta constitucional María Estela Martínez de Perón, con la excusa del deterioro social del país. Esa dictadura se prolongó hasta 1983, cuando, tras el desesperado golpe de efecto ejecutado por el entonces presidente, el general Galtieri, al invadir y anexionarse unilateralmente las Islas Malvinas (Falklands para los ingleses), perdió inevitablemente la guerra que la premier británica, Margaret Thatcher, no dudó en declarar ante tal acto.

Con la llegada al poder del nuevo presidente constitucional, Raúl Alfonsín, en 1983, el enjuiciamiento de los numerosísimos casos de violación de los derechos humanos que tuvieron lugar durante los siete años de duración de la dictadura fue en principio encargado a la justicia militar, si bien, finalmente, ante las más que serias dudas de que ésta fuera imparcial en un juicio de esas características, fue derivado hacia la justicia civil, haciéndose cargo de la acusación en nombre del Estado el fiscal Julio César Strassera. Esta película, Argentina, 1985, habla precisamente de ese juicio al que fue abocado Strassera, inicialmente en contra de su voluntad, porque sabía que se enfrentaría a un poder gigantesco, agazapado dentro del Ejército, ente que permanecía prácticamente intacto desde la Dictadura aunque se hubiera visto obligado a ceder el poder civil. Finalmente Strassera, cuya actuación durante la Dictadura fue también bastante controvertida, acepta llevar adelante la acusación en nombre de la Nación, para lo que se rodea de un equipo de gente joven y sin experiencia, comandado por el abogado Luis Moreno Ocampo, de familia de rancio abolengo militar aunque le resultan repugnantes las muchas barbaridades ejecutadas por los milicos durante su gobierno. La peli cuenta cómo se armó el proceso, cómo fue posible reconstruir algunos de los miles de casos en los que se violentaron absolutamente los derechos humanos (desapariciones, torturas, violaciones, vejaciones, asesinatos...), hechos que se perpetraron no solo con la connivencia, sino incluso con la dirección de las más altas magistraturas militares que durante esos siete años, de 1976 a 1983, rigieron el país.

Santiago Mitre (Buenos Aires, 1980) es un todavía joven director, guionista y productor argentino. Como guionista ha escrito para Pablo Trapero algunos interesantes films, como Carancho y Elefante blanco. Como director ha destacado en películas como Paulina y, sobre todo, La cordillera, donde se pudo apreciar su preocupación social y política. Con esta Argentina, 1985, Mitre completa la taracea iniciada por otros cineastas argentinos sobre los hechos más importantes (también más deleznables...) de los últimos cincuenta años en el país del tango, desde la dictadura de Videla-Viola-Galtieri (que, como tenemos escrito, eran como Los Tres Sudamericanos, pero en plan siniestro...), en películas como La historia oficial, de Puenzo, a la guerra de las Malvinas, en films como Los chicos de la guerra, de Bebe Kamin, pasando por el “corralito” de comienzos del siglo XXI, presente en películas como La odisea de los giles. Ahora, con este Argentina, 1985, se completa el cuadro de los grandes sucesos acontecidos en el país en estos últimos cincuenta años que han tenido una repercusión mundial.

Mitre afronta su película teniendo en cuenta una premisa fundamental: no busca la hagiografía, la vida de santo, de Strassera, sino que inicia el film precisamente con una más que cuestionable acción personal, el espionaje sobre su hija y el reciente novio de ésta, encargando en parte ese espionaje a su propio vástago, un crío como de 10 años que, sin embargo, como decimos en mi tierra, “sabe latín”. También algunas alusiones, deliberadamente no concretadas, nos hacen ver que la conducta de Strassera durante su acción como fiscal en los tiempos de la Dictadura dejó bastante que desear. Pero también Mitre pone énfasis en que, cuando tuvo que coger el toro por los cuernos, con el cercano aliento fétido de oscuras fuerzas militares o paramilitares que llegaron a amenazar seriamente su vida y la de sus familiares, lo hizo de forma absolutamente decidida y sin lugar para la duda.

Funciona Argentina, 1985, y funciona por muchos elementos bien jugados: el tono como de thriller que le imprime Mitre, con una historia en la que los elementos amenazantes de la órbita militar, siempre inconcretos, representan una inquietante sombra sobre la existencia del fiscal, su familia y sus colaboradores; el ritmo narrativo impreso, firme y sin fisuras; la mirada inequívocamente del lado de las víctimas que subyace en la historia; la convicción de que gran parte de la sociedad argentina que dio por bueno el golpe militar para acabar con la degradación del país lo hizo sin saber el grado de abyección con el que se comportaron aquellos que llegaron supuestamente a poner orden, pero que lo que hicieron en realidad fue utilizar el terrorismo de Estado como arma para vencer a la guerrilla y a cuantos creyeran, con razón o sin ella, que podían serles afectos.  

Bien rodada, sin subrayados que hubieran sido superfluos en una historia como ésta, en una narración clásica con una única línea argumental sin saltos atrás o adelante, Argentina, 1985 no sería la misma sin la entregada actuación de un Ricardo Darín que se ha convertido desde hace tiempo en el más interesante de los actores argentinos vivos, confiriéndole a cada proyecto en que participa un plus de credibilidad y talento. Darín no solo se ha implicado en la interpretación, poniendo cara a Strassera, uno de los héroes civiles que dio al país la necesaria fortaleza para dejar atrás unos hechos atroces, llevando a sus responsables a prisión tras el correspondiente juicio, sino que incluso ha intervenido en la producción, junto a su hijo, Chino Darín, que sin embargo no participa como actor. El resto de intérpretes se desempeñan todos correctamente, siendo interesante la composición que hace Peter Lanzani como el fiscal adjunto Luis Moreno Ocampo, otra de las figuras de aquel proceso histórico, él mismo perteneciente a una familia de estirpe militar, a la que se tuvo que enfrentar para poder llevar a cabo la inmensa tarea de hacer pagar por sus culpas a la dirigencia militar que destrozó el país.

En el alegato final de Strassera en el juicio contra las tres juntas militares que gobernaron el país durante la dictadura, se hicieron especialmente famosas las frases con las que lo terminó: “Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: Nunca más". Con ello Strassera rendía homenaje a la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, la CONADEP, y al llamado “Informe Sábato”, por el escritor Ernesto Sábato que lo comandó, y que llevó, precisamente, el título de “Nunca más”. Ojalá ese inequívoco deseo siga siendo realidad, ahora que en todo el mundo suenan tambores ominosos...

(03-10-2022)


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Argentina, 1985 - by , Oct 03, 2022
4 / 5 stars
“Nunca más”