Esta película está disponible en el catálogo de Rakuten, plataforma de Vídeo Bajo Demanda (VoD), y en la sección Cine de la plataforma Movistar+.
Ken Scott (Quebec, 1970) es un cómico canadiense que desde hace unos años se ha pasado a la dirección cinematográfica, siempre en productos de corte humorístico. Hace su quinto largometraje de ficción con este De la India a París en un armario de Ikea, título ciertamente atractivo que no se corresponde en absoluto con el original (cuya traducción sería algo así como “El extraordinario viaje del Fakir”), pero que sin duda es llamativo aunque también tramposo, porque lo que se dice no se corresponde exactamente con la realidad, sino que es aproximado, por decirlo de alguna forma...
La acción se inicia en este siglo XXI en la India, en una familia compuesta por una madre soltera y su hijo pequeño, de nombre kilométrico que (loados sean los cielos...) apocopa en Aja. El pequeño quiere a toda costa saber quién fue su padre, pero la madre le niega esa información; entretanto, el niño crece en las calles de Bombay (ahora Mumbai, sí), donde hace todo un máster en picaresca, aprendiendo las artes del pequeño latrocinio. Cuando es adulto y la madre muere, concibe la idea de ir a París, donde se ha enterado que vive su padre, para conocerlo y llevar las cenizas de su progenitora. Empieza así un (sí, extraordinario) viaje que no se quedará solo en París, por diversas carambolas del destino...
La película adapta la novela del escritor hispano-francés Romain Puértolas, publicada en 2013 en Francia por Le Dilletante de Paris con el título L'extraordinaire voyage du fakir qui était resté coincé dans une armoire Ikéa, y que se convirtió en un best seller instantáneo. Sobre esa historia bienintencionada que mezcla Oriente y Occidente, la fascinación por culturas ajenas, el amor que no sabe de barreras, el dolor de la emigración forzosa y el placer de la generosidad, entre otras muchas cuestiones, Ken Scott hace una película que se deja ver con agrado, en la que quizá los aspectos buenistas y “buenrrollistas” (si se nos permite el palabro, inexistente en el DRAE pero perfectamente entendible) sean los que lastren una historia que casi siempre parece un cuento de hadas, salvo en las partes relativas a los emigrantes ilegales, en las que es imposible que sobrenade el tono feérico de casi todo el relato.
El cine occidental tiene una evidente fascinación por Oriente, una fascinación que periódicamente se plasma en notables películas como Gandhi (1982), de Richard Attenborough, Pasaje a la India (1984), de David Lean, Oriente y Occidente (1983), de James Ivory, Slumdog Millionaire (2008), de Danny Boyle, y La vida de Pi (2012), de Ang Lee; De la India a París en un armario de Ikea no tiene ese nivel, pero es cierto que cae irremediablemente simpática, sobre todo porque se nota que no se toma demasiado en serio a sí misma; algunas escenas, como la de los policías de inmigración cantando y bailando desinhibidamente en la Comisaría producen a la vez vergüenza ajena y ganas de partirse de risa, extraña mixtura que ciertamente no es frecuente.
Protagoniza Dhanush, uno de los actores más característicos del cine de Bollywood, aquí en un papel un tanto diferente del que suele interpretar en las típicas producciones de su país. Resulta seguro y adecuado al personaje, al que sirve con solvencia. Bérénice Bejo parece un tanto desubicada, aunque saca adelante su papel a fuerza de oficio.
(28-03-2020)
92'