David Serrano revolucionó el cine de comedia a principios de esta década, firmando el guión de El otro lado de la cama, que dirigiría Emilio Martínez Lázaro. Tras el gran éxito de aquella peculiar comedia musical, debutó en la dirección con Días de fútbol, que mostraba un cineasta con ideas aunque todavía un tanto espeso como director. Su segundo largometraje en esta faceta confirma que a Serrano le queda mucho por andar, e incluso que como guionista no está precisamente fino.
La historia se ambienta en la España de 1977, en los primeros meses, cuando el postfranquismo se resiste a dejar paso a la democracia. En ese contexto, un director debutante intenta hacer una combatiente película sobre la resistencia obrera en las minas, pero la necesidad de contar con financiación hará que deje, una tras otra, sus convicciones, en aras a hacer su supuesta “gran película”, que termina siendo más mala que las de Ed Wood.
La historia busca servir como pretexto para hablar de las servidumbres de hacer cine y de las horcas caudinas por las que hay que pasar, pero lo cierto es que, ni la historia tiene maldita la gracia, ni los diálogos tienen altura alguna, ni el espectador se cree los burdos personajes que no pasan de puros estereotipos. Tengo escrito que el momento histórico de la Transición (ver en CRITICALIA el Artículo de Fondo titulado La Transición Española, tanto por contar) es un filón inagotable, un venero en el que beber incesantemente. Pero no será con filmes como este lamentable Días de cine como se contará la historia de España durante aquellos convulsos años en los que nuestro país hizo la paz con sus demonios históricos (no sé si definitivamente, a la vista de cómo está el patio últimamente…).
Por cierto, Fernando Tejero confirma que es actor de un solo personaje; aquí está espantosamente sobreactuado, inverosímil, en el papel de mariquita con pluma desaforada que parece consustancial a las folclóricas, como el “sidecar” a las motos. Otra cosa es Nathalie Poza, que resulta convincente en su papel de cantante-cantaora-cupletista-actriz, en un personaje que parece inspirado en varios mitos de nuestro cine y nuestra canción, desde Marisol a Lola Flores, pasando por Rocío Jurado y hasta Concha Velasco. Excelente, como siempre, Miguel Rellán, que hace toda una creación de su personaje de productor trápala y fullero, en un papel que está pidiendo ya ser candidato al mejor actor secundario en la próxima edición de los Premios Goya.
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