El sexo ataca (1ª jornada)

La progresiva y decreciente repercusión comercial del ciclo infantil y adolescente de Manuel Summers (compuesto por los films Adiós, cigüeña, adiós, El niño es nuestro, ¡Ya soy mujer! y Mi primer pecado) aconsejará al cineasta sevillano a dar un golpe de timón en su carrera, de los varios a los que se vio obligado, y lo hizo con un delirante film transido de humor surrealista y vertiginoso, El sexo ataca (1ª jornada), que rueda en 1979, quizá en la errónea creencia de que el sexo en pantalla en clave paródica todavía seguía funcionando. Pero era ya el tiempo de las películas clasificadas “S”, los “softcores” o blandipornos, por lo que  los espectadores erotómanos, que entonces eran legión, no prestaron mucha atención a esta heterodoxa propuesta summersiana. Y es que además las escenas de sexo de esta película eran decididamente cutres, y eso no debió ayudar en taquilla...

La película, plenamente impregnada del típico humor  del dúo cómico formado por Luis Sánchez Polack y José Luis Coll, artísticamente conocidos como Tip y Coll (entonces de gran popularidad en España por sus programas televisivos), no muy alejado del de los hermanos Marx, mayormente del tan peculiar que cultivaba Groucho, estaba hecha en un desaforado tono de farsa, de cachondeo total, encadenándose un gag tras otro, en un disparate continuo, siempre con el sexo como monotemático hilo conductor. El hecho de que ambos, Coll y Sánchez Polack, intervinieran también en el guion, junto a Summers, evidentemente contribuyó a ese tono en buena medida delirantemente ácrata, a ese humor tan peculiar pero que, en cine, es difícil de modular para que funcione bien. Aquí no nos encontramos, lógicamente, con una narración clásica, sino con lo que parece (aunque en realidad no lo sea: Summers estaba obsesionado con la planificación de sus películas) un anárquico amontonamiento de escenas relacionadas con el sexo en todas sus vertientes.

Se suceden los gags que con frecuencia no son sino chistes que ya eran viejos cuando Summers los puso en pantalla, como el de los dos recién casados: él muy excitado, ella aún vestida de blanco, pudorosa; la novia lo encierra en el baño con llave, mientras él golpea la puerta; ella le dice que le da mucha vergüenza, y él que más le iba a dar si supiera con lo que estaba dando...

Pero lo que nos parece que trasciende el mero enjaretado de gags o chistes sexuales es, evidentemente, la intención de Summers de promover políticas de educación sexual, en un pueblo, el español, ayuno de información al respecto, como se encarga de subrayar el cineasta andaluz sacando los micrófonos a la calle y preguntando a gente corriente por términos relacionados con el sexo (tampoco especialmente rebuscados: vagina, pene, semen...), con una inmensa mayoría de los encuestados sin tener ni idea de su significado; uno de los entrevistados llega a decir, en el colmo del disparate, que el clítoris es una oficina...; y es que cuarenta años de apagón informativo por parte del régimen franquista, meapilas donde los hubiera (el nacionalcatolicismo, una de las ramas ultramontanas que lo conformó, no dejaba mucho resquicio al respecto...), había sumido a la gente de a pie en una desinformación que Summers, quizá con más moral que el Alcoyano, se empeñó en combatir, aunque, como ocurrió palmariamente en este caso, errara el tiro.

Tampoco ayudó mucho el tono tipycolliano del humor desarrollado en la película, el humor de Tip y Coll, con sarcasmos políticos supuestamente osados (aunque la Censura había desaparecido ya), como “todo es hueco como cabeza de político”, que a esas alturas ya resultaban muy endebles.

El film, que preveía continuaciones (el subtítulo de “1ª Jornada” así lo auguraba), sin embargo se estrelló en taquilla, no llegando ni a los 400.000 espectadores, por lo que ese venero (que, de todas formas, era evidente que resultaba fallido) quedaría finiquitado sin más posibilidades de prolongarlo.

(15-02-2024)