CINE EN SALAS
[La Filmoteca de Andalucía, en su sede del cine Cervantes de Sevilla, programa hoy 2 de diciembre, dentro de su ciclo "Indomables del Nuevo Hollywood", esta película de Bob Fosse, cuya crítica recuperamos con tal motivo]
Bob Fosse fue el gran renovador del musical de Hollywood, una vez que, llegados los años sesenta, era evidente que el género clásico, el de Fred Astaire, Gene Kelly, Stanley Donen, etcétera, no tenía mucho más recorrido con los nuevos tiempos, los de Elvis, los Beatles y el fenómeno hippie, entre otros acontecimientos que cambiaron el mundo durante esa década prodigiosa. Si bien su primera película como director, Noches en la ciudad (1969), una versión musical del felliniano Las noches de Cabiria (1957), respondía aún a una concepción clásica del género, a partir de su segundo film, el memorable Cabaret (1972), todo cambió: en la forma, revolucionando el montaje, la coreografía, la disposición de las cámaras... pero también en la temática, mucho más atrevida y comprometida que en el musical clásico, haciendo con todo ello que el género cambiara para siempre. De hecho, la influencia de aquel título, y en general de los musicales fosseanos, llegan hasta nuestros días: posteriores films de ese género, como Chorus line, Chicago, Dreamgirls, Moulin Rouge, incluso La ciudad de las estrellas (La la land), bebieron sin tasa, por supuesto cada uno a su manera, del generoso venero abierto por Bob.
Era legendario que el cineasta de Chicago era meticuloso hasta la patología, obsesionado por la perfección, lo que, unido a su mala salud, que le llevaría la tumba a los 60 años, hizo que su filmografía como director fuera escasa; además de las dos películas citadas solo hizo otras tres más: el biopic Lenny (1974), sobre el famoso cómico yanqui, con un Dustin Hoffman en su mejor momento; esta Empieza el espectáculo, brioso y modernísimo musical, en fondo y forma; y su canto del cisne, Star 80 (1983), un film no musical sobre la modelo y actriz Dorothy Stratten, amante del cineasta Peter Bogdanovich, asesinada alevosamente por su celoso marido al sentirse abandonado.
Bob Fosse hizo con All that jazz lo que podría considerarse una premonición de su propia muerte, por cuanto se trata de una autobiografía apenas velada, idea que le vino al autor de Cabaret a consecuencia del infarto de miocardio que estuvo a punto de matarle, lo que efectivamente sucedería pocos años después. Un final que se aleja absolutamente del típico “happy end” que por aquel entonces, principios de los años ochenta, aún se llevaba, remata (nunca mejor dicho...) una cinta totalmente atípica, de una insultante modernidad temática y estética, que se adelantó varias décadas a su tiempo.
Estamos entonces ante una ambiciosa y extremadamente interesante evocación del cine musical de los años setenta, una vez que el género clásico (como el propio realizador...) estaba ya moribundo, aunque hecha desde una concepción totalmente nueva, estéticamente elaboradísima y temáticamente rompedora, con un asunto tan inusual en el género como la Muerte, que se constituye en el eje central de esta historia de corte a la vez sombrío y luminoso. Los números musicales, como cabía esperar, son espléndidos, a pesar de que Roy Scheider, su protagonista (alter ego del propio Fosse), era más bien negado en cuanto a ritmo, coreografía y baile: lo que hace un buen montaje...
Hay notables números musicales, alguno de ellos inolvidable, como el estupendo Bye bye love, y está la siempre magnífica Jessica Lange, además de ese formidable “entertainer” que es Ben Vereen. La película ganó 4 Oscars, si bien todos ellos fueron de pedrea, habiendo obtenido otras cinco nominaciones para premios de mayor fuste que se quedaron por el camino. El director de fotografía fue el exquisito Giuseppe Rotunno, que trabajó con frecuencia para Fellini (Satyricon, Roma, Amarcord...) y Visconti (Rocco y sus hermanos, El gatopardo, Confidencias...), y que obtuvo un notable resultado trabajando casi en exclusiva con tonos blancos y negros, aunque la fotografía era en color.
Los distribuidores celtibéricos de la época, catetos hasta decir basta, recelosos del “inglés de instituto” de los españolitos, decidieron cambiar el bellísimo, eufónico título original, All that jazz (literalmente, “todo ese jazz”), por ese pedestre y anodino Empieza el espectáculo que lo mismo serviría para un musical que para una función de circo...
(02-12-2024)
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