Fantástico Sr. Fox

Del encuentro entre los talentos de Wes Anderson, el extravagante y personalísimo cineasta autor de films como El Gran Hotel Budapest, Isla de Perros y La Crónica Francesa, y Roald Dahl, el célebre (y también bastante peculiar) autor de  novelas como Charlie y la fábrica de chocolate, Matilda y James y el melocotón gigante (todas ellas llevadas al cine), se podía esperar un resultado estimulante, como así ha sido. Esa coincidencia artística se ha dado en esta Fantástico Sr. Fox, en la que pronto se advierte que las perspectivas de ambos autores son bastante parejas, o al menos “empastan” bien, como se dice de los cantantes cuando sus voces casan adecuadamente.

Aquí tendremos, con la técnica de animación del “stop motion” o truco de manivela, la historia de una familia de zorros, con el paterfamilias, el Sr. Fox del título, dedicado a lo propio de su especie, cazar gallinas, etc., hasta que su prometida, Felicity, ante una arriesgada situación, le hace prometer que se dedicará a algo más seguro y menos peligroso. Dos años después ya tenemos a la parejita casada y con un rorro, Ashley, joven que quiere seguir las huellas de su padre (mayormente en la época menos pacífica...). Cuando entren en acción los tres inmisericordes caciques del lugar, la cosa se pondrá fea para los Fox...

Formalmente, los zorros protagonistas no son sólo antropomórficos, sino que, en la larga y antigua tradición de la fábula, hablan como seres humanos y, por supuesto, reproducen sus conductas, aunque de vez en cuando a los animales les salga la bestia que llevan dentro (esto también nos pasa a los humanos, es verdad...). En esa línea de comportamientos humanos, a veces los personajes tienen incluso pensamientos existencialistas, como el plantearse cómo un zorro puede no comer pollos, que está marcado indeleblemente en su instinto.

Resulta muy curiosa e interesante la perspectiva frontal de las imágenes, vistas siempre en perspectivas lineales, como si fuera un teatro, pero sin paredes ni apenas movimiento de cámara. Anderson le imprime un buen ritmo narrativo, a veces vertiginoso, en una película dividida en pequeños capítulos, lo que la hace muy amena y variada, aunque el tema central, finalmente, incluso la moraleja (ya que estamos en una fábula...), sea que somos los que somos y no podemos ser otra cosa, además de ofrecer una vibrante apuesta por la familia y la amistad.

El director, Wes Anderson, cuya excentricidad ha ido a más con el paso de los años, aquí todavía era moderadamente excéntrico, lo que se agradece; eso sí, el humor socarrón, una de sus señas de identidad, ya está aquí plenamente presente. El director utiliza con frecuencia también códigos de géneros cinematográficos tan populares como el cine de acción y el wéstern, estando perfectamente imbricados en el conjunto y funcionando muy bien. Llama también la atención su tono desaforadamente fantástico, como esa forma de excavar de los zorros que parecen enteramente una tuneladora, así como la interesante paleta de colores que se ha utilizado, generalmente de un (lógico) tono terroso que conviene bien al paisaje (el campo, el bosque) en el que se desarrolla la mayor parte de la historia.  

Película sin duda simpática y agradable, muy imaginativa y creativa, saca gran partido de los muñecos protagonistas, con una rara capacidad para emocionar al espectador a partir de los rostros de, sobre todo, la familia de los zorros, una familia que, en las manos del equipo técnico que ha realizado la animación, consigue transmitir plausiblemente los sentimientos que se les atribuyen.

(25-05-2024)