Pelicula:

CINE EN SALAS

Hace unos años la película The assistant (2019) nos llamó poderosamente la atención por su tema y por su tono: su tema, por estar relacionado con el famoso #MeToo, en una época en la que apenas se habían hecho todavía pelis sobre este asunto; y su tono, por hacerlo su directora, Kitty Green, con una notable inteligencia, jugando con los silencios, con las miradas, con los miedos también de quien asiste a un más que probable abuso sexual en la empresa audiovisual en la que trabaja como asistente (de ahí el título), con las dudas sobre si denunciar o no, y también cómo ello influirá en su carrera profesional, pero también en su vida.

Pues aquella película hecha con gran acierto por una directora que hasta entonces solo había hecho documentales (algunos tan percutantes como Ucrania no es un burdel, sobre el movimiento Femen en Rusia, por el que fue detenida por el FSB, el actual nombre del ominoso KGB, tan siniestro como su antecedente) nos hizo concebir muchas esperanzas sobre este Hotel Royal, su nuevo empeño en el largometraje de ficción, aunque la gacetilla que detallaba la sinopsis del film resultaba un tanto desvaída y poco clara.

Y con razón... porque lo cierto es que, vista esta Hotel Royal, uno se pregunta cuál es su tema, si es que hay algún tema, qué pretendía Green haciéndolo, y, quizá la pregunta del millón, cómo hubo productores ilusos que pusieron su dinero para que se rodara, aunque a lo mejor bastó la excelente referencia de su anterior The assistant para entregarle (metafóricamente hablando) las llaves de la casa para que hiciera lo quisiera.

Y lo que quisiera es... eso quisiéramos saber nosotros. La historia arranca en nuestro tiempo en la australiana Sidney, donde dos chicas canadienses, quizá en torno a los treinta años, se divierten en una discoteca o similar. Una de ellas, al pagar, se entera de que no tiene saldo en la tarjeta, y ambas, entonces, deciden ponerse a trabajar en algo temporal para sacarse unas pelas y continuar su viaje como mochileras. Pero el trabajo que le encuentran en el SEPE de Australia (que a la hora de buscar empleo parece que funciona igual de mal que en España...) resulta ser de camareras de una cantina en, literalmente, el culo del mundo, allá en el Sur de Australia donde, aparte de canguros, solo hay una recua de patanes que, como cabía esperar de semejantes especímenes, lo único que quieren es tirarse a las dos chicas...

Al parecer la película está inspirada libremente en hechos reales; es posible que estos fueran interesantes, pero la forma en la que Green los pone en pantalla, desde luego, no lo es. La historia es desgalichada, los personajes actúan como marionetas, tanto los merluzos que pululan en torno a las dos chicas como estas mismas, cuyo comportamiento incoherente y errático tampoco ayuda mucho a comprender esta marcianada. Es cierto que hay algunas escenas que producen cierto desasosiego en el espectador, como la del tipo que (este también...) se quiere llevar al catre a una de las chicas (realmente a las dos, pero ve a una más fácil que la otra) y se pone en plan borde con la protagonista y con un matrimonio sesentón que (oh, prodigio) aparece por allí como por ensalmo (y eso que por allí no se va a ningún lado...), que están celebrando su trigésimo quinto aniversario de boda mientras el cabrón salido, qué macho, se pone gallito con la muchacha y con los dos viejos: qué gran hazaña... hasta que otro más grande que él le parte la boca, claro...

Las escenas se suceden sin que consigan establecer el más mínimo punto de encuentro con el espectador, ante cuyos ojos va discurriendo esta tontería sin ton ni son, en la que no sabemos, de verdad, a qué juega la directora: ¿que esta panda de carajotes más calientes que la pipa de un indio lo que quieren (aunque al final no llegan a nada) es acostarse como sea con las dos canadienses? Eso ya lo vimos en la primera escena de la cantina, así que nos podíamos haber ahorrado todo lo demás. ¿Que tal postura es evidentemente denunciable y recriminable? Pues claro que sí, vaya novedad... Pero, ¿eso lleva a algún sitio? Nos parece que a ninguno. Bueno, sí, a un sitio, a la butaca donde está sentado el espectador, y a un movimiento, el de cabeza de ese espectador mirando el reloj a ver cuánto falta para que termine...

En fin, hora y media desperdiciada de nuestra vida, y una estrellita de cagalástima que le damos por aquello de que, formalmente, la película no tiene errores garrafales sino que está rodada con corrección. Los intérpretes hacen lo que pueden, porque su problema es que, en puridad, no tienen personajes que desarrollar; algunas frases incoherentes entre las protas parecen venir a decir que huyen de algo. Si eso es así, aparte de que no se desarrolla en absoluto y no tenemos idea de qué huyen (ni, llegado a este punto, mayormente nos importa lo más mínimo...), miarmas, hay millones de sitios en el mundo bien lejos de vuestro Canadá para no terminar en un agujero que solo genera canguros y capullos (estos últimos con dos patas y sombrero). Julia Garner, que en The assistant estaba muy bien, aquí, como decimos, pobretica, no tiene papel mayormente, y hace lo que buenamente puede. Entre los secundarios aparece uno de los actores australianos más relevantes, Hugo Weaving, que ha estado en dos de las sagas más influyentes de las últimas décadas, las de El señor de los anillos y Matrix; sí, exacto, conoció tiempos bastante mejores...

(20-03-2024)


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91'

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Hotel Royal - by , Mar 21, 2024
1 / 5 stars
¡Qué decepción!