CINE EN SALAS
[La Filmoteca de Andalucía, en su sede del cine Cervantes de Sevilla, programa hoy 30 de septiembre, dentro de su ciclo "Indomables del Nuevo Hollywood", esta película de Alan J. Pakula, cuya crítica recuperamos con tal motivo]
Los caminos para llegar a la dirección cinematográfica son variados, como el cinéfilo sabe: aunque el guionista es el más habitual de los oficios del cine que, tarde o temprano, pasa a ejercer funciones de realizador, también otros siguen esa misma senda, como los productores. Alan J. Pakula (Nueva York, 1928-1998) fue uno de esos casos. Se inició en la producción nada menos que con Matar a un ruiseñor (1962), la celebrada adaptación de Robert Mulligan sobre la novela homónima de Harper Lee, para, unos años después, dar el salto a la dirección, con varios títulos de interés, desde esta Klute a Todos los hombres del presidente, sobre el famoso caso Watergate que hizo dimitir al presidente Nixon, pasando por El último testigo, Llega un jinete libre y salvaje y La decisión de Sophie, entre otros films justamente apreciados por el espectador.
Con Klute, Pakula inició la que se conoce en la Historia del Cine como “la trilogía de la paranoia”, completada con las también mentadas El último testigo y Todos los hombres del presidente.
La historia se ambienta en la misma época de su rodaje, a principios de los años setenta del siglo XX, en Nueva York. En la primera escena asistimos a una animada celebración familiar, tras la que nos enteramos que uno de los celebrantes, un probo padre de familia, ha desaparecido sin dejar rastro. Uno de los asistentes, el detective John Klute, amigo personal de la familia, es encargado de investigar el caso por parte de la corporación para la que, como alto cargo, trabajaba el desaparecido, una vez que, pasados varios meses, la Policía no consigue hacer progresos. Klute descubre que el desaparecido mantenía relaciones adulteras con una chica, Bree Daniels, incipiente actriz que, para subsistir, ejerce la prostitución. A partir de Bree, Klute se da cuenta de que el hilo conductor lleva hacia un oscuro caso de sexo sadomasoquista...
Es curioso porque, generalmente, los productores que llegan a directores no es frecuente que sean lo que se suele denominar unos exquisitos en la filmación, pero Pakula es la excepción que confirma la regla. Lo fue en esta Klute, una de sus primeras películas, pero también en el resto: su puesta en escena siempre fue elegante, personal, con adecuada planificación y buen gusto para el encuadre y para el tiro de cámara original, todo ello sin ser estrambótico.
Klute es un thriller entreverado de romanticismo, de un romanticismo ajeno a los clichés habituales, un romanticismo más de piel que de sentimientos: así, aquí el enigmático y hierático protagonista intentará resistirse a la seducción de la actriz y puta, en una relación que, poco a poco, se va adensando, en la que ella ejerce un papel dominante, como le gusta hacer, según vemos en los frecuentes insertos de las consultas que mantiene con una psicóloga, en las que conoceremos sus deseos de triunfar en la actuación, pero también cómo el hecho de ejercer de prostituta le permite inventarse historias, actuar para un único espectador. Es cierto que las escenas de las entrevistas con la psicóloga lastran un tanto la peli, con un psicologismo que hoy día, más de medio siglo después, resulta demodé: esa parte ha envejecido mal, pero el resto sigue siendo moderno, actual, en una historia contada con brillantez y sobriedad, en la que Pakula utiliza elementos tan interesantes como los sonidos fuera de campo (el montacargas, por ejemplo), que funcionan como inquietantes elementos generadores de suspense; también usa con buen tino la tecnología más avanzada de la época, como varias grabaciones que tendrán una importante función en el desarrollo de la intriga, con un uso de los artefactos tecnológicos que poco después Coppola llevaría a su máximo exponente en su espléndida La conversación.
Con una atmósfera turbia, hay un descenso a los infiernos poco habitual para la fecha, con un recorrido por burdeles en busca de la testigo clave, en el que seguiremos la pista de la espiral de degradación que suele conllevar drogadicción y prostitución.
Esta extraña pero sin duda interesante película se beneficia de una muy apreciable actuación de sus protagonistas, una Jane Fonda que hizo quizá el papel dramático de su vida, justamente reconocido con un Oscar, y un Donald Sutherland que estaba forjando ya la leyenda del actor dúctil y polifacético que ha cultivado durante toda su carrera. En un papel secundario y más bien desagradable aparece Roy Scheider, unos años antes de convertirse en un rostro popularísimo al protagonizar Tiburón, de Spielberg.
Mención especial para la música de Michael Small, muy interesante, original, con preponderancia de la cuerda y con una intrigante utilización de la voz humana.
(25-02-2023)
114'