Jacques Tourneur fue un director de origen francés que hizo la mayor parte de su carrera en Estados Unidos, a donde emigró con su padre, Maurice Tourneur, también cineasta. Jacques se convirtió en uno de los directores de referencia del Hollywood clásico y, sobre todo a partir de los años cuarenta y hasta finales de los cincuenta, logró un puñado de grandes películas, sobre todo en los géneros del terror, el cine negro, la aventura y el wéstern, por las que tiene un lugar asegurado en la Historia del Cine. Títulos como La mujer pantera (1942), Yo anduve con un zombi (1943), Tierra generosa (1946), Retorno al pasado (1947), El halcón y la flecha (1950) y La noche del demonio (1957) forman parte de lo más entonado del cine de Hollywood de la época.
Sin embargo, a partir de los años sesenta su estrella declinó, dedicándose a hacer series televisivas y con ocasionales regresos a la pantalla grande, pero ya sin el talento que había demostrado en épocas anteriores. Su última película para el cine fue esta olvidable La ciudad sumergida, vagamente inspirada en un relato de Edgar Allan Poe, ambientada en la costa inglesa de Cornualles, a principios del siglo XX, lugar en el que Ben, un ingeniero de minas yanqui, descubrirá que existe una civilización bajo el mar, poblada por hombres que han desafiado al tiempo y no envejecen, gobernados por un rígido capitán que ha secuestrada a la otra norteamericana del lugar. El ingeniero, junto con un cómico escocés que le acompaña, intentarán rescatar a la chica...
Ciertamente es llamativo que un cineasta de la clase y la perfección en la puesta en escena como Tourneur firmara este film manifiestamente mejorable, con una historia inconexa y marciana, desvaída, una endeble fantasía que tiene reminiscencias del mito de la Atlántida, entreverada de aventuras, con una pizca de terror gótico, y algo de humor, un humor (aportado por el personaje del escocés y la gallina que le acompaña permanentemente) ciertamente poco apropiado para el tono de la película. La continuidad y coherencia del guion brillan por su ausencia, en una historia farragosa, embarullada y llena de situaciones ilógicas.
Tampoco ayudan los decorados, que “cantan” sobremanera, unos decorados muy de guardarropía, muy de cartón piedra, y no digamos los efectos especiales, que resultan poco creíbles, cuando ya en la época, y antes incluso, gente como Byron Haskin y Ray Harryhausen habían hecho pequeñas maravillas en ese aspecto.
A Tourneur se le daban bien las pelis en las que se creaban atmósferas, como en el cine negro y el terror, pero esta aventura fantástica no requería atmósfera alguna y el resultado fue un pequeño desastre. Tampoco ayuda el contrapunto cómico, que también juega en su contra y una puesta en escena de las secuencias submarinas que están francamente mal rodadas, con una pésima planificación, rutinaria y confusa. La película, en su conjunto, resulta decididamente kistch, sin pretenderlo, y está llena de lugares comunes y soluciones más que sobadas.
Para remate de los tomates, el protagonista, Tab Hunter, es tan guapo como pésimo actor; menos mal que aparece al menos el gran Vincent Price, que es lo único realmente valioso del film: cuando él está en pantalla, todo parece hasta bueno...
(15-01-2021)
84'