CRITICALIA CLÁSICOS
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(En el cincuenta aniversario de la muerte de John Ford, recuperamos la crítica de una de sus películas más significativas, La diligencia. El lector interesado puede consultar también el artículo La diligencia: 75 años viajando desde la literatura al cine, del que es autor Rafael Utrera Macías).
La diligencia (Stagecoach), película de John Ford, tuvo su estreno mundial el 15 de febrero de 1939 en Los Ángeles. A partir del 2 de marzo comenzó a proyectarse en los cines de Estados Unidos, durante abril y mayo en los distintos países sudamericanos y entre mayo y septiembre en las principales ciudades europeas. Al lejano oriente llegó a partir de 1940. Su estreno en España tuvo lugar, en Madrid, el 16 de octubre de 1944.
Esta "diligencia" tiene unos antecedentes que empiezan en la literatura francesa del XIX con el relato de Guy de Maupassant Bola de sebo, se continúa en el de Ernest Haycox Diligencia para Lordsburg, publicado en Estados Unidos en los años veinte del pasado siglo, y finaliza en el guión La diligencia, basado en el texto anterior, escrito por Dudley Nichols a instancias del propio John Ford.
La filmación de este guión tuvo lugar en 1939, con producción y dirección de John Ford. Nichols estuvo presente en el rodaje y pudo comprobar que el realizador se ceñía al texto escrito. El productor ejecutivo, Walter Wanger, invirtió 220.000 dólares en el film apostando por Gary Cooper y Marlene Dietrich para los principales papeles, lo que no pudo llevarse a cabo ya que el cow-boy Ringo y la prostituta Dallas serían interpretados, respectivamente, por John Wayne y Claire Trevor, acompañados de Louise Platt, John Carradine, Thomas Mitchell, Donald Meek, Berton Churchill, George Bancroft y Andy Devine. Contribuyeron a la estética de la película el fotógrafo Bert Glennon, el cámara Ray Binger y el director artístico Alexander Toluboff.
El film de Ford se asemeja a otros títulos de la década (Gran Hotel, El expreso de Sanghai, Horizontes perdidos, etc.), donde, de parecida manera, se obliga a convivir, durante cierto tiempo y en un microcosmo específico, a personas de distintos estratos sociales en circunstancias comprometidas.
El guión de La diligencia se estructura sobre tres actos o bloques a los que se añaden varios “puntos de giro” y diversas “subtramas” para conseguir una formulación clásica. Siguiendo el esquema tradicional de "presentación", "nudo" y "desenlace", en el bloque primero, “establecimiento”, se ofrecen las metas y cuestiones dramáticas, los personajes principales y los incidentes clave; en el segundo, “desarrollo”, se plantean expectativas y sorpresas además del necesario suspense; en el tercero, “culminación”, se organiza el clímax, se resuelven los elementos dramáticos y se complementa con oportuno romanticismo que contribuirá al esperado final feliz.
La introducción da a conocer de inmediato la identidad del enemigo, Gerónimo, la morfología de la calle principal de Tonto, el nombre, Concord, de la diligencia, de su conductor, Buck, y de los restantes viajeros, señorita Lucy Mallory, señor Samuel Peacock, el jugador Hatfield y Curly, jefe de policía, quien se incorpora al viaje para actuar contra las intenciones de un fugitivo. La conversación entre éste y Buck pone en antecedentes sobre la huida de la cárcel por parte de Ringo y de su contencioso con los Plummer. El banquero Henry Gatewood hace acto de presencia mientras dos hechos comienzan a interferirse en el guión: la dificultad del viaje motivada por Gerónimo y la venganza de Ringo en la persona de los hermanos asesinos.
El encuentro con Ringo supone el fin de la presentación de personajes principales y la incorporación de viajeros con destino común. La convivencia en el espacio cerrado origina un enfrentamiento verbal entre Hatfield y Boone y una diversa concepción de la caballerosidad. Las relaciones interpersonales evidencian el proteccionismo de Ringo para con Dallas, no tanto por tratarla de “señora” y aconsejarle el asiento en la mesa, sino por obligar al sheriff a considerarla persona con voz y voto; el “amparo” del “forajido” contrasta con la declarada animadversión de los restantes.
Una escena romántica entre Ringo y Dallas cumple, al tiempo, función informativa: las motivaciones de su viaje y la causa de sus soledades. La ilusión de un futuro compartido supone la redención de la prostituta por parte del cow-boy; ambos tienen ya un destino previsible.
El guionista Dudley Nichols ha inyectado verosimilitud westerniana a personajes, acciones y situaciones respecto a como se ofrecían en la literatura precedente. Ha delimitado el carácter de cada individuo, estructurado su presentación y organizado su código de valores; ha dotado de oportuno romanticismo a específicos momentos y, al preparar el final feliz, ha hecho que los indios ataquen pero se retiren y que la venganza del protagonista se cumpla efectivamente con el más clásico de los desenlaces.
Una "puesta en escena invisible", en apreciación de François Truffaut, muestra la culminación del western clásico y el anticipo de lo que será el western psicológico posterior. Ford insiste en uno de sus temas preferidos: el viaje que llega a su final habiendo conseguido la cohesión de sus componentes tras haber sorteado, con diversa fortuna, los peligros existentes; los viajeros acaban mostrándose más como son que como parecían ser a los demás.
Sobre esta trama general se desarrollan elementos tradicionales que van desde la huida de los indios al castigo del ladrón, desde la redención del descarriado a la consumación del castigo a los asesinos. El director rompe esquemas precedentes: el sheriff como liquidador del bandido, imponiéndose éste a aquél (incluso asumiendo y representando los nuevos valores del sistema) o haciendo causa común entre ambos (recuperándolo para la sociedad).
En efecto, el sheriff traspasa los límites de la ley y aplica su autoridad en beneficio de este caso y de este hombre dejándole marchar en busca de su ansiada felicidad que se ubicará en un rancho circundado por grandes espacios donde ni la ley ni la sociedad se han establecido. El autor inyecta a sus héroes una cierta moral primitiva y campesina que se ha denominado “ética tipo Lincoln”. En cierto modo, esta preferencia representa un polo frente a su contrario, el “espíritu de la frontera” y se inscribe en la más amplia dialéctica entre “naturaleza versus civilización”.
Una lectura simbólica de la película entendería la diligencia, vehículo, como una representación de los Estados Unidos y del hibridismo de su sociedad donde el cruce de razas se alterna con plurales dicotomías: ciudadano / salvaje, conservador / progresista, corrupto / íntegro, etc. Sin embargo, tras la consecución de los fines particulares, el fondo responde a una historia ejemplar que tiene como protagonista al "buen hombre malo", de manera que Ringo asegura simbólicamente la continuidad de la figura del orden al obligar a huir a los indios y eliminar posteriormente a los asesinos. Ringo confía en sus propias fuerzas y resuelve cada situación de modo personal, lo que implica cierta desconfianza hacia las fuerzas representantes de la ley.
La pirámide social que se estructura en el interior del vehículo está condenada a soportar su diversa condición y humanidad, pero le sirve al autor (Nichols, Ford) para exponer un declarado ataque al puritanismo. La ética y la moral de la historia, en el sentido utilizado por Maupassant, se han recuperado en el film.
Para comprobar la ejemplaridad del film, basta su comparación con otros dirigidos posteriormente, sobre semejante guión, por Gordon Douglas (Hacia los grandes horizontes, 1966), o por Ted Post (La diligencia, 1986). Además de la estrictamente cinematográfica, La diligencia ha tenido otras variantes: las compañías CBS y NBC emitieron sendas versiones radiofónicas en 1946 y 1949, respectivamente, con notable éxito de audiencia.
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