Pelicula:

George Cukor fue, como es bien sabido, uno de los grandes cineastas del Hollywood clásico. Se especializó en algunos géneros en los que brilló de forma notable, como la comedia (Historias de Filadelfia, Mujeres, La costilla de Adán...), pero también se desempeñó con eficiencia en el melodrama (Margarita Gautier, Un rostro de mujer, Ha nacido una estrella, versión 1954) y hasta el musical (Las girls, My fair lady). Se convirtió en un tópico (y como todo tópico, tiene mucho de verdad...) que era el cineasta que mejor dirigía a las actrices

Pero, como todo hijo de vecino, también Cukor tuvo sus momentos bajos, su tiempo en el que la inspiración, esa cualidad tan inconstante como difícil de encontrar, le fue esquiva. Nos parece que es el caso de su trabajo en esta La gran aventura de Silvia, un film que, no estando exento de cosas interesantes, sí nos parece que brilló por debajo de la media de Cukor, una media ciertamente siempre notable.

La historia se inicia en Marsella, se supone que en su tiempo histórico, a mediados de los años treinta. Conocemos a Silvia, una joven triste tras la muerte de su padre; además, este le dice que tomó prestado dinero de su fábrica y lo van a meter en la cárcel. Para evitarlo, huyen del país, pero para no ser fácilmente identificables, la chica se viste de chico y será a partir de entonces su hijo Silvestre... En la aduana el padre, que es un incorregible, intenta venderle una supuesta ganga a un supuesto “primo”, llamado Monk. El “primo” resulta ser un chivato de la aduana, con lo que la ganga se la quedan los guardias de frontera. Monk, ya en el tren, les da un dinero diciéndoles que han sido su cortina de humo para pasar él su propia mercancía. Monk es un buscavidas, entre el pícaro, el trilero y el estafador, o las tres cosas juntas, y Silvia y su padre se unen a él para timar a todo el que se ponga por delante. Pero el hecho de que Silvia siga apareciendo como Silvestre complicará las cosas...

Por supuesto, lo más interesante (y atrevido...) de la película son los equívocos a los que da lugar el travestismo de la protagonista, en una época en la que tal tipo de cuestiones eran infrecuentes, por no decir casi nulas... Ese travestismo permite, claro está, algunas situaciones cómicas y con su punto de morbo, como cuando Silvestre y Monk, supuestamente ambos varones, tienen que dormir juntos, para horror de Silvia, que tendrá que apañárselas para que ello no ocurra y se descubra el pastel...

Pero la trama resulta un tanto pesada, no tiene la ligereza de las comedias posteriores de Cukor. Aunque el ritmo es razonablemente cadencioso, parece evidente que Cukor aquí aún no dominaba todos los resortes de la comedia; se podría decir, sin faltar a la verdad, que estamos ante una ”screwball” en construcción. Además, para más inri, aunque el sonoro había llegado ya ocho años antes, el film tiene todavía una cierta apariencia como de cine mudo, en concreto en la imagen, y en especial en algunos actores, como Brian Aherne, que tiene toda la pinta de galán del cine silente. En ese sentido, se podría decir que la película parece todavía infectada por el tono del cine mudo.

Tampoco ayuda que el personaje central, la Silvia del título, resulte ser un personaje muy contradictorio, inconstante, con comportamientos incoherentes, además en una historia inconsistente, con cambios de escenarios poco convincentes, desaprovechando los puntos fuertes, como el travestismo del personaje central, al que se le podría haber sacado más partido. Así las cosas, Katharine Hepburn, que es muy buena, no encaja bien en este personaje tan desvaído y en el fondo tan tópico, en la peor de las acepciones, sobre todo en su papel de jovencita enamorada hasta las trancas de un tipo bastante mayor y no precisamente interesante... Curiosamente, y también certeramente, el personaje de Aherne (del que Silvia está enamorada), la define en un momento de la película como “torpe, impetuosa, generosa, cariñosa y tonta”. Todo ello es, y quizás más, esta Silvia que fue Silvestre aunque no quería serlo, mayormente para poder estar entre los brazos de su amado sin que el código Hays (ya vigente en ese tiempo) lo censurara por presentar una escena que supuestamente fomentaría la homosexualidad, qué escándalo...

Una puesta en escena un tanto agarrotada, tan lejos del mejor Cukor, y unos diálogos con frecuencia patosos y no van a ninguna parte, completan una película que se deja ver, sin duda, pero que, en nuestra opinión, no está, ni de lejos, entre las grandes cintas, ni siquiera las buenas cintas, del Hollywood clásico.

Ya hemos citado la lucha infructuosa de Hepburn con su imposible personaje. Mejor está Cary Grant, cuyo rol de cínico irredento y sin escrúpulos le cuadra mejor y lo desarrolla con su habitual desenvoltura.

(13-12-2024)


 


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95'

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La gran aventura de Silvia - by , Oct 13, 2024
2 / 5 stars
"Torpe, impetuosa, generosa, cariñosa, tonta"