Pelicula:

En 1939 George Cukor era ya un apreciado director, con algunos títulos que habían descollado en los años treinta, como Las cuatro hermanitas (1933), primera versión del cine sonoro del clásico literario Mujercitas, y La gran aventura de Silvia (1935), entre otras. Todavía quedaba por llegar su mejor etapa, la que va de 1940 a 1965, más de dos décadas prodigiosas en las que el cineasta dio lo mejor de sí en la comedia (Historias de Filadelfia, La costilla de Adán), el drama (Ha nacido una estrella), el thriller (Luz que agoniza) y musical (Las girls, My fair lady), los géneros en los que mejor se movió.

Mujeres es inmediatamente anterior a esa etapa de oro cukoriana, pero también se puede considerar ya una obra de madurez, cuando George frisaba los cuarenta años de edad y dominaba ya todos los resortes del lenguaje cinematográfico. Mujeres es, también, un “tour de force”, la primera vez que, en cine comercial, se hacía un film exclusivamente interpretado por mujeres; y no hablamos de dos o tres roles, sino en torno a 120 personajes, todos ellos femeninos. La película parte de la obra teatral homónima, original de Clara Boothe Luce, puesta en escena en 1936, y adaptada para la pantalla por la novelista Anita Loos y Jane Murfin, con el concurso, no acreditado en los créditos, de los escritores F. Scott Fitzgerald y Donald Ogden Stewart, lo que explica, junto a la presencia de Loos en el guion, los magníficos diálogos de la película.

Mujeres se ambienta en el tiempo de su rodaje, hacia finales de los años treinta, en Estados Unidos. Asistimos a una reunión de mujeres en un centro de estética, donde los chismes van y vienen. Allí nos enteramos de un chisme en concreto, el de la señora Haines, Mary, cuyo marido, Stephen, tiene una amante, una vendedora de perfumes de unos grandes almacenes, de nombre Crystal (la dependienta, no los grandes almacenes...). El matrimonio Haines tiene una niña de unos 10 años. Cuando Mary se entera,  se entristece porque ama realmente a su marido, pero no ve otra salida que la separación, a pesar de que tanto su madre como su hija le instan a que aguante...

Lo cierto es que esta Mujeres se puede considerar que forma parte de esa comedia brillante, esa comedia alocada, generalmente conocida con el anglicismo “screwball”, en la que Cukor era un consumado maestro, aunque es cierto que aquí hay connotaciones más serias (la infidelidad que soporta dolorosamente la protagonista, una mujer rendidamente enamorada de su marido) que en las habitualmente más ligeras muestras de esta variante de la comedia clásica; pero el tono es de levedad antes que de gravedad, y se suceden las escenas en las que el “screwball” está claramente presente. Con un ritmo vertiginoso en los diálogos, siempre chispeantes, inteligentes, penetrantes, con una clara intencionalidad, el universo aquí plasmado parece un mundo perfecto de mujeres ricas y criadas felices, con esa felicidad evidentemente impostada que tenía mucho que ver con el New Deal rooseveltiano y la necesidad de infundir alegría en las clases menos pudientes, aunque es cierto que a finales de los años treinta las consecuencias del Crack del 29, que impulsó ese New Deal, estaban ya muy amortiguadas.

Con el chisme como arma arrojadiza, pero también como sutil herramienta con la que hacer avanzar la trama, plena de ironía cuando no de sarcasmo, Mujeres mantiene intactas sus virtudes cinematográficas: gran ritmo narrativo, amenidad de la historia contada, y brillantez en los diálogos, como ya se ha comentado. En algunos momentos resulta muy avanzada para su época, como en la decisión de la protagonista de separarse del marido al que quiere cuando él le es infiel con otra mujer, decisión de la que la madre de la protagonista intentará disuadirla, con el conservador criterio de que es mejor un matrimonio ficticio que un divorcio real; también es muy moderna la reivindicación que hace la prota sobre la igualdad de los dos esposos, y su firme declaración de su derecho a tomar sus propias decisiones. Pero sin embargo en otros momentos la trama se vuelve muy conservadora, como cuando una de las mujeres que comparte el convoy divorcista camino de Reno se queda premeditadamente embarazada para no perder al marido: el amor salvado por un rorro, bastante conservador, por no decir muy conformista y, en el fondo, muy machista.

Con una peculiar presentación de los créditos iniciales, en los que cada mujer aparece representada por un animal (esto nos parece que hoy día no sería aceptable según los códigos censores de Lo Políticamente Correcto...), Mujeres resulta ser, además de un curioso experimento en el que no aparece en pantalla ni un solo hombre (cosa distinta a detrás de la pantalla, en la que el equipo técnico, como era habitual en la época, era abrumadoramente masculino) resulta ser una elegante comedia, sofisticada, amable a pesar de ciertas incursiones en la crítica vitriólica. Y es elegante no solo en la puesta en escena cukoriana, que se da por descontada, sino también por la verdadera vorágine de moda a la que asistimos a lo largo del film, con un vestuario precioso y exquisito. Curiosamente, cuando se nos dan en la película los desfiles de modelo, Cukor, en un guiño al espectador, nos lo muestra en vistoso color, a diferencia del resto del film que está rodado en un bello blanco y negro.

En el reparto brilla toda una pléyade de actrices, muchas de ellas “prima donne” de la época, como Norma Shearer, protagonista absoluta aunque con el tiempo lo cierto es que se ha olvidado bastante, pero también actrices cuyos nombres siguen siendo importantes, tantos años después de su muerte, como Joan Crawford o Joan Fontaine. Aparecen también, entre otras, Paulette Goddard, que gozó en aquella época de bastante fama, sobre todo por su casamiento con Chaplin, y Hedda Hopper, justo en los años en los que, además de su oficio de actriz, se iniciaba como periodista especializada en el mundo del cine, convirtiéndose en uno de los nombres imprescindibles del periodismo cinematográfico de la época.

(31-10-2023)


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133'

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Mujeres - by , Nov 02, 2023
3 / 5 stars
Elegante, sofisticada, amable, vitriólica