La profesora de Historia

La cinematografía francesa vuelve a incidir en el tema de la educación como ya lo hizo en su día con Hoy empieza todo (1999), de Bertrand Tavernier, Los chicos del coro (2004), de Christophe Barratier, y La clase (2008), de Laurent Cantet, entre otras.

La profesora de historia se basa en un hecho real que ocurrió en 2009 en el instituto Léon Blum, en Créteil (Francia), el de Anne Gueguen, una profesora que se preocupaba por los problemas de los alumnos conflictivos de su clase con dificultades de integración y marginación. Ese año, como siempre, Anne tuvo un grupo difícil. Frustrada por su materialismo y falta de ambición, con una gran vocación y esperanza, propuso a los alumnos de uno de los peores grupos que tuvo, participar en un concurso nacional sobre el Holocausto y lo que supuso ser niño o adolescente en un campo de concentración nazi, que en un principio rechazaron todos, pero poco a poco se fueron integrando en el proyecto empezando a confiar en ellos mismos y en sus posibilidades.

Anne puso toda su energía y creatividad para captar su atención y motivarlos. A medida que el plazo se acercaba, los chicos se fueron abriendo a los demás y a creer que era posible y lo que antes eran peleas por diversos motivos, ya fueran raciales o religiosos, ahora formaron equipos de trabajo sobre el tema y lo hicieron en plena armonía entre ellos, por lo que el proyecto cambió su forma de ver la vida.

Lo más interesante es que el caso es real, pero finalmente resulta demasiado bonito, como el hecho de que todos cambien de opinión de forma tan radical, aunque algunos conflictos quedan en el aire. De todas formas, fuera así o no, emociona el hecho de lograr un objetivo y el premio de un trabajo bien hecho, ya que en el fondo, como decía Manolo Summers, "to er mundo es güeno".

El film muestra las dificultades que debe afrontar en el día a día Anne con sus alumnos y se adentra en temas que son de máxima actualidad, como la integración, en esa escena inicial en la que una ex alumna se niega a quitarse el velo en contra de lo que dicen la leyes francesas al respecto, la lucha contra la intolerancia, haciéndolo desde la escuela y enseñando las bases de la libertad de expresión y el respeto entre la cultura y la religión.

Enseña de forma positiva y esperanzadora esa realidad y aprovecha para explicar a las nuevas generaciones lo que pasó con centenares de miles de niños y adolescentes que sufrieron y murieron en los campos de exterminio nazi, conociendo así la historia.

El guion está coescrito por la directora y uno de los alumnos que vivió esa experiencia, Ahmed Dramé, que también actúa en la cinta, que en algunos momentos se detiene demasiado en la elaboración del trabajo y le hace perder un poco el ritmo, siendo una de las escenas más interesantes la intervención del superviviente del campo de concentración, realmente emotiva.

La película tiene una sobria dirección de Marie-Castille Mention-Schaar, que hace con éste su tercer largometraje, sin meterse en complicaciones y yendo generalmente al grano, máxime teniendo en cuenta que la mayoría de los jóvenes no son actores profesionales, pero se han adaptado bien a los cometidos que les han tocado en suerte. Por su parte Ariane Ascaride le da vigor al personaje de la profesora resultando muy auténtica.

Esta película coincide con el 70 aniversario de la liberación de los campos de concentración y contiene un mensaje en contra del olvido, la ignorancia, el hastío y el desarraigo histórico-cultural de nuestros jóvenes que nos pueden llevar a hechos ya vividos que no se deben volver a repetir, así como un canto a la profesión enseñante y una mirada de esperanza a la juventud.

Ganó el premio al mejor film en la Seminci Joven 2014 y Ahmed Dramé fue nominado al César como mejor actor revelación.