El director argelino Mohamed Hamidi nos trae una comedia llena de sentido del humor, La vaca, su segundo largometraje, que ha tenido más de un millón de espectadores en Francia. Cuenta la historia de Fatah, un humilde granjero argelino que, además de su mujer y sus dos hijas, tiene un orgullo en su vida, su vaca Jacqueline, con la que desea competir en la Feria de la Agricultura de París.
El sueño de toda su vida se verá hecho realidad el día que recibe una carta del Comité organizador de la feria en la que se le invita a concursar en la sección de ganado con su vaca y este sencillo hombrecillo emprende la loca aventura de salir por primera vez de su pequeño pueblo y hacer un viaje andando con su animal cruzando toda Francia hasta llegar a Port de Versalles, que es donde se celebra la feria.
Este director ya abordó las relaciones entre Argelia y Francia en su primera película, Mi tierra (2013), un largometraje muy personal, y este mismo tema vuelve a estar presente en esta nueva comedia suya, lo que está justificado si se considera que es hijo de argelinos pero nacido en Francia. Es un film bienintencionado, amable y divertido, una comedia muy inocente, con unos tímidos intentos de acercarse al drama en varios momentos durante esta road movie en la que todos los que entran en contacto con él se quedan impresionados de su bondad, su inocencia y su sencillez, y se comportan estupendamente.
Durante el largo camino que tiene que recorrer el encantador granjero se gana el corazón de todo aquel con el que se cruza y que le ayuda dándole cobijo o comida, desde una viuda campesina hasta Philippe, un conde arruinado que lo aloja en su castillo y le ayuda a escribir una hermosa carta de amor a su esposa que resulta bastante cómica.
A lo largo de la trama hay un leve apunte político en la huelga que llevan a cabo los agricultores contra el gobierno francés por las cuotas de la leche, otro sobre la religión cuando Fatah, musulmán, entra en una iglesia católica, y finalmente sobre el contraste de culturas. Pero Fatah, que se hace muy popular cuando la televisión recoge su aventura, es sólo la mitad de la historia, ya que la otra parte la constituye su compañera que no es ninguna mujer sino la vaca.
Rodada con habilidad y llevada a buen ritmo, no aburre en ningún momento, al contrario, se gana el corazón del espectador como sucede con Fatah con los televidentes y las redes sociales que lo hacen sumamente popular, aclamándolo a la llegada a la feria como un héroe. Y hablando de héroe, a lo largo de la trama se insertan unas imágenes en blanco y negro de un relato similar como el que se cuenta en La vaca y el prisionero (1959), dirigida por Henri Verneuil, que interpretaba el inolvidable Fernandel, basada en un hecho real ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial, que llega a emocionar al protagonista.
A lo agradable que resulta esta cinta contribuye una actuación meritoria del cómico argelino Fatsah Bouyahmed, al que en el doblaje español le han puesto la misma voz que a Woody Allen, lo que contribuye a resultarnos más ingenuo y cercano, al que acompañan un eficaz Lambert Wilson y Jamel Debbouze.
Una película que es un simple y ligero divertimento, con una historia tan sencilla y transparente que atrapa a todo el mundo.
91'