Pelicula:

Edgar Neville fue uno de los más interesantes cineastas españoles entre las décadas de los treinta y los cincuenta. Hombre polifacético, además de director de cine fue guionista, comediógrafo, productor y pintor, aparte de diplomático. Cineasta que utilizaba casi siempre un humor fino e irónico, nunca hiriente, a él se deben varios títulos esenciales del cine español de la época, como La torre de los siete jorobados (1944), La vida en un hilo (1945), El crimen de la calle Bordadores (1946), Nada (1947), Duende y misterio del flamenco (1952), y El baile (1959).

Esta Mi calle también tiene justa fama de película interesante. Se trata de contar, metafóricamente y a la escala de una calle cualquiera, la vida de España durante medio siglo, el que va desde finales del XIX a principios de los años cincuenta. Con la voz de un narrador omnisciente, con cierta socarronería pero siempre teñida de un tono entrañable y cómplice con sus personajes, iremos conociendo a los tipos humanos que pueblan esa calle,  “mi calle”, como la llama el narrador, “mi país”, podríamos decir por elevación. Allí habrá sitio para todos: los oficios comunes, desde el carnicero al paragüero y el sereno (estos dos últimos hoy día nada comunes...), las clases sociales, desde el marqués y su familia a los golfillos callejeros con su perro, las relaciones personales, con sus mujeres enamoradas de hombres y viceversa (no siempre de forma recíproca...), sus chicas embarazadas del donjuán de turno, y los señoritos seduciendo a sus mucamas, sus señoras mojigatas y también otras más casquivanas, incluso con su casa de “dudosa reputación” (ingenuo eufemismo de la época, cuando en estos casos no había mayormente duda alguna...), hasta sus ideas políticas, con el republicano burgués pero de buen corazón y el monárquico marqués, un poco a la manera en la que Guareschi planteó su famosa pareja de opuestos de Don Camilo y Peppone. Todos esos tipos humanos, todos ellos distintos entre sí, constituyen en la película una especie de radiografía popular y social de Madrid, y por extensión de España

La película discurre entonces a través de los principales acontecimientos históricos de ese primer medio siglo en España y en el mundo: de la coronación y boda de Alfonso XIII pasaremos a la “belle époque”, la víspera de la Gran Guerra, la Dictadura de Primo de Rivera, la caída de la monarquía, la llegada de la Republica, la Guerra Civil, el hambre de la postguerra... Todo visto con un humor fino, socarrón, menos cuando Neville tiene que ponerse serio al tratar las inevitables tragedias que suceden a lo largo de tanto tiempo, en una Historia, la de España, que no estuvo precisamente exenta de ellas en ese medio siglo. Estamos entonces ante una película de historia variopinta, no exenta de poesía, aunque predomina el humor elegante, la ironía zumbona, que busca antes la sonrisa cómplice que la risa abierta.

Con una puesta en escena sobria, clásica, Neville nos ofrece un caleidoscopio, una miscelánea social de España a lo largo de cincuenta años, con un agradable tono costumbrista que a la vez se emparentaba y se distanciaba del entonces pujante Neorrealismo italiano, más combativo.

No estamos ante un film maniqueo, como generalmente lo fueron los que hablaron de la República y la Guerra Civil en aquellos tiempos del franquismo, aunque es evidente la adscripción ideológica de la película (inevitable por lo demás en aquella época), que sin embargo presenta una mirada relativamente condescendiente sobre la Segunda República, cargando las tintas solo sobre los revolucionarios del Frente Popular. En ese sentido, es curioso el tono benévolo usado con la aristocracia, pintada aquí como gente generosa y desprendida, amabilísima, quizá como contrapeso con el tono tibiamente positivo de los republicanos burgueses, aunque también aparecerá el estereotipo del republicano mezquino y rencoroso, en el fondo simplemente un tipo de malas entrañas (hoy día sería un “hater” de libro...). Agrada que la Guerra Civil esté contada sin los patrioterismos ni los engolamientos tan habituales en el cine franquista cuando tocaba la contienda fratricida.

Neville, en esta película que no deja de ser un microcosmos a escala de la España de la primera mitad del siglo XX, se permite incluso interesantes simbolismos como el de la pavimentación de la calle, utilizada como metáfora del paso del tiempo y de la llegada de nuevas épocas: de la tierra al empedrado, de este al asfalto...

Notable reparto de segurísimos actores del cine español de la época, sin figuras pero con gente muy firme y sólida, algunos de los cuales, pasando el tiempo, serían de lo más interesante de los elencos de reparto del cine español, como Rafael Alonso y Agustín González, o brillaron con luz propia como polifacéticos creadores, como Adolfo Marsillach.

(05-01-2021)


Mi calle - by , Jan 05, 2021
3 / 5 stars
Un microcosmos a escala de la España del siglo XX