Pelicula:

El gran éxito comercial de No somos de piedra, con más de 2,6 millones de espectadores, anima a Summers a repetir la jugada con un film del mismo tipo, ¿Por qué te engaña tu marido?, estrenado en 1969, para lo que el cineasta sevillano se basó, muy libremente, en la novela homónima de Wenceslao Fernández Flórez, publicada en 1931; por cierto, esta fue la única adaptación literaria realizada por Summers a lo largo de toda su carrera como director.

La historia se centra en la boda de Eduardo con Claudia, y cómo en el transcurso de esa boda, que ocupará todo el metraje, por la mente del novio irán sucediéndose las diferentes opciones que tendría de no casarse con esta su novia de toda la vida, en una serie de calenturientas alternativas imaginadas con distintas mujeres, desde el bombonazo narcisista a la hippie irredenta, pasando por la ninfómana acosadora, personaje este último que permitirá a Summers subvertir los papeles habituales: aquí será ella la que estará permanentemente ansiosa de sexo, hasta el punto de que el españolito “salido” tendrá que buscarse mil y una excusas para no pasar una y otra vez por el lecho conyugal, en una divertida plasmación del entonces “mundo al revés”.

Con un ritmo trepidante, vertiginoso, aquí no hay prácticamente planos inertes o de poca intensidad, en un torbellino de ideas que, en lo sexual, presenta una picardía que resulta incluso mucho más erótica que escenas de sexo real.

No estamos aquí, por supuesto, muy lejos del universo de No somos de piedra, pero esta historia está más elaborada, quizá por la base literaria de Fernández Flórez. La película, además de suponer una divertida comedia para públicos elementales, resulta ser también una vertiginosa y despiadada sátira hacia el entonces muy de moda fenómeno de los hippies, todos muy asqueados de lo burgués, pero prestos a beneficiarse de todo cuanto critican de la clase conservadora... Hay también una nada soterrada crítica de otros asuntos, de entonces pero también de siempre, como los celos o el incipiente culto al cuerpo: no es magra cosecha para lo que se suponía que era una simple astracanada...

Aparte del humor picante y de la rijosidad de las situaciones, todas ellas producto de la calenturienta imaginación del protagonista, quizá la característica más acusada de este film sea su inesperada e inusitada modernidad, los toques vanguardistas que la pespuntean. Por ejemplo, podemos afirmar (sin que se piense que nos hemos fumado algo raro...) que en ¿Por qué te engaña tu marido? apreciamos algunas características que unen los nombres de directores tan dispares como Mariano Ozores, Jean-Luc Godard y Pier Paolo Pasolini. Veamos: por temática (españolito “salido” deseoso de sexo a todas horas) la película entroncaría claramente con el landismo y, por tanto, con Mariano Ozores, quien sería su máximo “cultivador” (por decir algo). Pero es que, por otro lado, la película de Summers presenta una originalidad inusual en el cine español, cual es que los títulos de crédito son declamados de viva voz por el cura y el monaguillo de la boda; es decir, no hay créditos escritos, sino que el sacerdote va preguntando al acólito por los participantes en la película, con sus correspondientes oficios, a lo que éste le va respondiendo en cada caso: “Interpretación: Alfredo Landa, Laly Soldevila, Esperanza Roy...”, mientras vamos viendo sucesivamente a esas personas y al resto del equipo técnico y artístico en pantalla, bien como protagonistas de la ceremonia, bien como invitados de ésta. Pues una genialidad parecida la haría Godard en la intoducción de su película Le mépris (El desprecio), declamando en off al comienzo del film los principales intérpretes y técnicos. Pero es que también Pasolini haría, en su Uccelacci e Uccelini (Pajaritos y pajarracos), algo similar, al presentar los créditos del film sin aparecer escritos en pantalla, sino, literalmente, “cantados”, terminando con un divertido “Dirigiéndola, arriesgó la reputación, Pier Paolo Pasolini”... Pues Summers aportaría con su peculiarísima presentación otra forma muy original de darnos a conocer los participantes en su película, algo que, desde luego, nadie había hecho, ni hizo nunca, en el cine español de la época.

No será el único rasgo de modernidad de ese film, sino que habrá más, como toques de vanguardista metalenguaje, con ese Emilio Laguna dirigiéndose a cámara directamente al comienzo del film, identificándose como amigo del director, y comiéndose un plátano en directo, cuya cáscara incívicamente arrojada al suelo tendrá luego un papel determinante en la conclusión del film. Pero la cosa no se queda ahí, sino que el propio Laguna, como narrador omnisciente, tras un final en el que el personaje de Landa pone pies en polvorosa ante la nueva bella de turno, propone un final alternativo, otro final más agradable para el público medio, y así lo presentan, como un final más edulcorado, claramente en clave irónica, cuando no sarcástica. Cuando hoy, en el siglo XXI, se habla de la modernidad de los finales no cerrados, Summers ya hacía algo parecido medio siglo atrás...

Pero quizá el momento más extraño de ¿Por qué te engaña tu marido?, y también el más avanzado para su época, tendrá lugar en varias de las escenas en las que vemos al personaje de Landa, en su imaginación, en la supuesta relación que establece con la hippie que encarna Patty Shepard: algunos de los compañeros ideológicos de la chica aparecerán en varias ocasiones gritando “maldigo a mis padres, maldigo a mis madres”. Lo realmente llamativo del caso es que una frase lapidaria y brutal no demasiado lejana a esa se estaba filmando en ese mismo año a 2000 kilómetros de distancia, en una película de Pasolini, la tremenda Porcile (estrenada años después en España como Pocilga), en la que el personaje de Pierre Clementi gritaba estentóreamente, tres veces seguidas, “He matado a mi padre, he comido carne humana, estoy temblando de alegría”, en una desaforada película contra la intolerancia paterna que en la muy humilde cinta de Summers encontró una inesperada resonancia; el hecho de que ambas se rodaran prácticamente a la vez evidencia que, como decía Umberto Eco, estamos ante un raro caso de “poligénesis”, de la creación simultánea de contenidos con cierto parecido, aunque en el caso del film español, dada la falta de libertad del régimen franquista, se vio mucho más limitada en su expresión. Por supuesto, una frase como esa de “maldigo a mis padres, maldigo a mis madres”, debió dejar en “shock” a la España de 1969, una España ultracatólica que seguía manteniendo el cuarto mandamiento, el de “honrarás a tu padre y a tu madre”, como uno de sus valores de referencia más señeros.

Buen trabajo interpretativo de Alfredo Landa, como siempre, aquí en su registro de macho celtibérico imaginando, en su mismísima boda, otras alternativas a la que está a punto de acceder por el himeneo en curso. Del resto nos quedaríamos con una Esperanza Roy que compone una ninfómana desaforada, enfermizamente celosa, que propicia un cambio de roles: él, renuente al sexo, de tanto practicarlo; ella, deseando copular una y otra vez, radicalmente en contra de lo habitual en el arquetipo femenino de la época.

(10-02-2024)


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90'

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¿Por qué te engaña tu marido? - by , Feb 10, 2024
2 / 5 stars
Inesperada e inusitada modernidad