Con motivo de la conmemoración del 150 aniversario del nacimiento de los hermanos Álvarez Quintero, Serafín (1871) y Joaquín (1873), desde 2021 hasta el final de 2023, diversas instituciones programaron una serie de actividades que debían mostrar las características de su repertorio teatral como su capacidad para adentrarse en ámbitos paralelos tales como la zarzuela o el nuevo cinematógrafo sonoro.
Frente al generoso aplauso de sus admiradores o, por el contrario, cierto negacionismo de procedencia intelectual, echábamos en falta una biográfica y bien ensamblada filmación que nos aproximara a sus figuras anudando los principales elementos biográficos con lo más relevante de su producción literaria. La conmemoración arriba citada se ha clausurado, en el final de 2023, con un sugerente título: Sembrando sueños, documental dirigido por Alfonso Sánchez. La composición y el carácter de este nuevo título en la filmografía del director confirman sus capacidades cinematográficas más allá de un reiterado modelo cómico.
El Festival de Cine Iberoamericano de Huelva se inauguró con el estreno de este film, producido por “Enciende Televisión S.L”, y unos días después, el “20 festival de cine de Sevilla” efectuaba su proyección sevillana en el renovado Cine Cervantes, el local más antiguo y céntrico de la ciudad (situado en la sevillana calle Amor de Dios, frente al Instituto San Isidoro, centro docente en el que ambos hermanos estudiaron bachillerato); era, precisamente, el mismo escenario donde, en 1888, se había representado la primeriza obra, “Esgrima y amor”, de estos novicios escritores.
Un acercamiento curricular
Para la composición y montaje del documental, el director se ha servido, prioritariamente, de tres fuentes informativas: el legado personal de la familia Álvarez Quintero, mantenido por el Ayuntamiento de Utrera (Sevilla); la documentación y papeles personales conservados en la Sociedad General de Autores de España (SGAE); y un conjunto de personas, ya especialistas en los autores, ya con solvente criterio sobre los comediógrafos que, a lo largo de la proyección, irán dando cuenta tanto de significativas o anecdóticas cuestiones biográficas como de rasgos y estilos presentes en la diversidad de las obras. Las entidades antes mencionadas han aportado materiales importantes, cotidianos unos, literarios otros, junto a un sin fin de obras, documentación esencial y excelente material fotográfico; éste, debidamente presentado tanto por la mejora de su cromatismo como por la significación de su temática, nos da cumplida información de variados aspectos curriculares, ya importantes, ya anecdóticos, desde lo íntimo a lo público, de los hermanos escritores.
Sabiamente, director y colaboradores, huyeron, para efectuar la narración de los hechos, de la todopoderosa y única voz en off, tantas veces inoportuna y siempre omnisciente, de uniforme y monótona elocución; en todo caso, dejarán que oigamos a los hermanos informando o describiendo aquel hecho o situación cuyas características merecían ser contadas con el subjetivismo correspondiente de quien, o quienes, las vivieron y, ahora, reviven desde su memoria. En beneficio de la argumentación necesaria, Alfonso Sánchez reúne a un grupo del que forma parte él mismo y añade a su compadre, Alberto López, junto a las actrices Carmen Canivell y Antonia Gómez, convertidos todos en exploradores de un mundo literario que, por inclemencias del tiempo literario, no les fue dado conocer, salvo muy superficialmente, o, como mucho, en alguna reciente representación de comedia quinteriana. Este cuarteto bucea en posibles informaciones, controla lo imprescindible, desdeña lo superfluo, asevera lo valioso, mientras reniega de cuanto es vano para su causa. Conforman un dúo de parejas convertidas en motor de la información y, al tiempo, en lectores intérpretes de los textos, ya para explicarlos, ya para precisarlos, en modo y manera, o, simplemente, para encontrarles el último matiz con el que los autores los definieron. La “dinámica de grupo” que ejecutan a lo largo del documental funciona como acertada “voz en in” grupal que, llena de entusiasmo, se corea a sí misma cuando delibera sobre “la risa”, o, por mejor decir, de “la bendita risa”.
Tal como vemos -y oímos- en el film, los Quintero hicieron de la observación, costumbre, y ello, sin pararse en distinciones sociales, dado que todas las clases, desde la pequeña burguesía al pueblo llano, vienen a estar representadas en sus muy variados tipos: el saciado y el hambriento, el abstemio y el borracho, la chismosa y la prudente, la guapa y la vulgar, junto a un sinfín de opciones posibles, nacidas de su propia inventiva o tomadas de la misma vida real; no en balde, guasones y envidiosos, les llamaban “los hermanos tintero” por tomar nota, in situ, de aquella curiosa situación o aquel rasgo del personaje al que, más tarde, se le sacaría todo el partido posible en la pieza en ejecución.
Como bien se nos informa en el documental, sus obras sirvieron para que sus personajes lucieran en la aparente vulgaridad de su vida cotidiana o en su lúcido discurrir. El hombre suele aparecer más egoísta, más vanidoso, más tonto, mientras que la mujer está siempre al quite por su capacidad para resolver ya el mínimo problema doméstico o, por el contrario, los hechos sociales que apuntan, si no a la mismísima tragedia, sí al drama, unas veces en la burguesía y otras en el pueblo llano. Doña Clarines, Consolación, Malvaloca, por reducirlas a tres, son celebridades en la Historia del Teatro Español, del mismo modo que las actrices, generalmente con compañía propia, para quienes los Quintero escribieron por expreso deseo de ellas mismas, son nada menos que Pastora Imperio, Catalina Bárcena, María Guerrero, Lola Membrives o Rosario Pino.
El documental de Alfonso Sánchez no pierde ocasión para prestar atención a otros afanes o intereses de Serafín y Joaquín. Estos comediógrafos o dramaturgos no se afanaron en escribir para el arte de Talía en exclusiva: además, son autores de 38 zarzuelas (para Chapí, Serrano, Valverde, etc.) y una ópera, “Becqueriana”, con música de María Rodrigo, estrenada en el madrileño Teatro de la Zarzuela (sus derechos de autor sirvieron para la ejecución del monumento a Bécquer, en el sevillano Parque de María Luisa). De otra parte, se nos muestra, con efectivos detalles, algunos inventos del siglo XX a los que estos hombres de teatro acogieron con entusiasmo e interés: valgan como ejemplos la radio y el cinematógrafo.
Las opiniones de los invitados (catedráticos, novelistas, humoristas, dramaturgos, etc.) y sus correspondientes elocuciones han sido oportunamente situadas en los tramos correspondientes a cada materia; al tiempo, las ilustraciones de imágenes, acompañamientos musicales, fragmentos de películas (especialmente de las versiones de Malvaloca), etc., están muy bien ensambladas en el conjunto de la secuencia y aportan no sólo valores temáticos sino visuales, narrativos, rítmicos de cuanto se nos quiere transmitir. Guionistas y director no han pasado por alto las penalidades sufridas por los hermanos Quintero al producirse el levantamiento militar de 1936, pues, durante media guerra civil, permanecieron en prisión; sólo la protección y las ayudas de Melchor Rodríguez, el anarquista director general de prisiones, buen amigo de los escritores, pudo paliar las desventuras e insatisfacciones de tal situación y estado.
El cuarteto de “Mundo-ficción”, aquel de dudosos asertos o gozosas aseveraciones, bajo la dirección de Alfonso Sánchez, ha ganado la batalla al desconocimiento y al modo de resolución cinematográfica. Las breves interpretaciones finales de las actrices Carmen y Antonia ejemplifican, con un solo ejemplo de “Sangre gorda”, cómo el espíritu y la letra de los Quintero ha impregnado el discurrir narrativo de Sembrando sueños, el documental de Alfonso Sánchez donde no podía faltar su compadre Alberto López.
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