Pelicula:

Ivan Ostrochovský es un productor eslovaco (Zilina, antigua Checoslovaquia, 1972) que también tiene ya una cierta carrera como director, primero de documentales y en los últimos años también dentro de la ficción. Su primer largo de ese tipo, Koza (2015), consiguió varios premios en festivales, lo que sin duda le animó a afrontar este ambicioso proyecto, Siervos, en el que el cineasta eslovaco afronta el espinoso tema del colaboracionismo (o no) de la Iglesia Católica en la Checoslovaquia comunista.

La historia, basada parcialmente en hechos reales, se ambienta en ese país en los años ochenta, cuando gobernaba el país con mano de hierro Gustáv Husák, siempre al servicio del Kremlin. En ese contexto, un seminario de Bratislava es presionado por las fuerzas de seguridad del Estado para colaborar con el gobierno y delatar a posibles disidentes. La situación dentro del seminario se hace muy complicada, con algunos jóvenes miembros que se resisten a esa colaboración. El dilema alcanzará también a los superiores, los veteranos preceptores que se debatirán entre ser complacientes con el régimen y continuar con su labor docente, o resistir y poner peligro el futuro del seminario...

Ha sido muy alabada esta Siervos, pero nos tememos que no somos de la misma opinión. El tema es muy interesante, nada menos que el papel de la Iglesia Católica en los duros años de plomo en los que el comunismo soviético asoló Europa, planteando el dilema clásico, no solo en los países de la órbita de la URSS, sino en general en toda dictadura (véase, por ejemplo, el colaboracionismo con los nazis del régimen de Vichy, en Francia). Pero una cosa es que el tema interese, y otra cómo ha sido plasmado. Y nos tememos que Ostrochovský ha optado por la vía esteticista, preciosista, envolviendo su relato en un (es cierto) bellísimo blanco y negro plagado de iluminaciones tan artificiosas como vacías, que le dan una prestancia realmente hermosa a la película, pero sin que esa belleza tenga relación alguna, o así nos lo parece, con lo que se nos cuenta.

Tampoco la narración es un prodigio ni de claridad ni de talento: con una anécdota argumental más bien leve (los dos nuevos seminaristas y su distinta forma de afrontar la creciente presión de las autoridades comunistas), el director se dedica a darle vueltas al mismo tema, e incluso a repetir escenas completas, suponiendo quizá que esa reincidencia le confiere un toque intelectual que, ciertamente, no es tal, sino una redundancia innecesaria, un rebuscado recurso diletante.

Así las cosas, la película transcurre muy bellamente fotografiada, con planos cada vez más rebuscados y angulaciones complicadas, intentando siempre ser el no va más de la originalidad y de la solemnidad, pero sinceramente no vemos que tanta preciosura, tanto esteticismo, tenga nada que ver ni se adecue estilísticamente con la doliente trama narrada.

Hay tema en el asunto tratado, y hay tema para hacer cosas más que interesantes; nos parece, sin embargo, que Siervos no aporta mayormente gran cosa a ese tema, y es una pena, porque se notan los medios económicos y, además, Ostrochovský nos parece que tiene buena mano para la puesta en escena, aunque entendemos que aquí se ha equivocado, de tal manera que forma y fondo no casan en absoluto.

Entre los intérpretes nos quedamos con el rumano Vlad Ivanov, un veterano actor ecléctico y cosmopolita donde los haya, que no solo ha trabajado, y muy bien, en su país (4 meses, 3 semanas, 2 días, Madre e hijo, Los exámenes, entre otros), sino fuera de él: en Alemania (Toni Erdmann), Francia (El concierto), Rusia (En la niebla), Hungría (Atardecer) y hasta España (la serie Crematorio y el film La Gomera).

(02-06-2021)


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80'

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Siervos - by , Jun 02, 2021
1 / 5 stars
Cuando no casan el fondo y la forma