Aquel denostado actor de “spaghetti-western”, aquel “heredero de John Wayne” tachado una y mil veces de fascista por sus papeles de Harry El Sucio, aquel Clint Eastwood reiteradamente despreciado por la crítica, ahora está en la cumbre, en la cima. Y con él, Un mundo perfecto, su película decimoséptima como director.
Porque aunque se aproximó a la perfección ya en El jinete pálido o en Bird, nunca hasta ahora Eastwood había estado tan cerca de la obra maestra como en esta sencilla historia de un niño y un hombre viviendo juntos un puñado de horas. Si el cine es el arte de saber contar un retazo de vida, Un mundo perfecto lo hace con maestría, con sinceridad, con emoción.
La historia está bipolarizada --a través de un espléndido guión de John Lee Hancock-- en las peripecias del recluso fugitivo que lleva a un chico de ocho años como rehén, y en el duro policía que a bordo de una caravana los persigue con su desigual equipo. Detallismo, dureza o ironía se van sucediendo para describirnos a unos y a otros, pero sin duda la fuerza y la atracción del relato acaban decantándose por las vivencias de este hombre (“no soy bueno, pero tampoco soy el peor”) y este chiquillo (“¿va usted a matarme, señor?”), que terminan por entenderse, por comprenderse como nunca hasta entonces lo había hecho con ninguno de ellos.
El impresionante tercio final del film, desde la llegada a la granja de la familia negra, es para figurar en una antología de cómo saber mantener un clímax, un ritmo, una atención. La habitual cacería humana, la una vez más absurda y legalista aplicación de la justicia y la ley, se contraponen con la comunión entre el hombre y el niño, viviendo ambos los momentos más decisivos de sus vidas.
Apoyado en un convincente Kevin Costner y un sorprendente T. J. Lowther, Eastwood logra los mejores minutos de toda su carrera y pone un nudo en la garganta de los espectadores a fuerza de maestría cinematográfica, sinceridad y emoción, culminando una cinta en la que sin duda se ha vaciado por completo este maduro sesentón con tantas horas de cine a sus espaldas.
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