Esta película está disponible en el catálogo de Netflix, Plataforma de Vídeo bajo Demanda (Vod).
Wallace y Gromit son dos de los personajes más antiguos de Aardman Animations, la productora británica perita en animación en plastilina, técnica conocida como “claymotion“. Creado este estudio en los años setenta por Peter Lord, el humano Wallace y su perro Gromit aparecen por primera vez como protagonistas en el corto Wallace & Gromit. La gran excursión (1989). Tras otro estupendo par de cortometrajes más con estos divertidos personajes, Los pantalones equivocados (1993) y Un esquilado apurado (1995), y después también del primer gran éxito internacional de la casa, Chicken Run. Evasión en la granja (2000), muy entonado homenaje gallináceo al clásico La gran evasión (1963), llegó el momento de la puesta de largo(metraje...) de los dos personajes de plastilina con esta La maldición de las verduras (2006).
Wallace y su perro Gromit viven en la localidad de Wigan, Lancashire, en una casa totalmente automatizada, gracias al ingenio inventor del primero de ellos, en la que, gracias a prodigiosos artefactos, la vida es mucho más fácil para todo: asearse, vestirse, alimentarse... La pareja tiene una pequeña empresa que se dedica a capturar conejos de los vecinos que así se lo requieren, cansados estos de que los animalitos se coman sus verduras. Pero W. y G. no eliminan físicamente a los conejos, sino que los capturan y se los llevan a su casa, porque deploran todo tipo de violencia contra los animales. Como tienen problemas para alimentar a tanto bichito orejudo, Wallace concibe la idea de hipnotizarlos para conseguir que odien las verduras; pero algo sale mal en el experimento y como consecuencia de ello surgirá una especie de conejo gigante de aviesas intenciones, una especie de conejo-lobo, que sufre transformaciones monstruosas como si se tratara de su pariente lejano, el hombre-lobo...
Con la perfección técnica en la que son peritos en la casa Aardman, los directores Steve Box y Nick Park consiguen un producto muy entretenido, con las trapisondas de los dos protas, humano y perruno, primero en sus tareas como captores de conejos, y después buscando al conejo-lobo cuya génesis sorprenderá a todos. Además, los directores y sus guionistas se permiten toda clase de simpáticos juegos y tributos, desde presentar al conejo-lobo en su transformación en una especie de trasunto del marveliano Hulk, hasta homenajear a varios clásicos del cine de aventuras y fantástico, como King Kong, Frankenstein y hasta Ben-Hur, en su famosa carrera de cuadrigas.
Con elementos tan divertidos y originales como la casa en la que viven W. y G., que parece enteramente ideada por el profesor Franz de Copenhague (los lectores españoles de cierta edad saben de qué hablamos), y que emparenta el film con un clásico del cine silente como El hotel eléctrico (1908), la película también se permite varios mensajes interesantes, desde el animalista que repudia absolutamente el maltrato o la eliminación física de los conejos o cualesquiera otros animales, hasta la denuncia “sotto voce” del elitismo del tres al cuarto del cazadotes Quatermaine, el villano cuasi homónimo del célebre aventurero Allan Quatermain, siendo aquel quizá un primo más bien felón del bizarro personaje inventado por la pluma de H. Rider Haggard en Las minas del rey Salomón. Por el contrario, la aristócrata está pintada con tintes amables, una mujer de alta cuna pero entrañable, cercana, filántropa y de comportamiento corriente y moliente (vamos, igualito que los “nobles” de verdad...). Algunos elementos de terror “light” pespuntean un film cuya escena final, plena de brillantez y gran ritmo narrativo, pone el broche adecuado a una deliciosa aventura del perro y su amo más carismáticos de la animación mundial (con permiso de Snoopy y Charlie, claro...).
(08-07-2020)
85'