Serie: El abogado del Lincoln

Estreno en Netflix.


Michael Connelly (Filadelfia, 1956) es un periodista y escritor norteamericano que se ha hecho un nombre con varias series de novelas, unas de corte más policíaco, en las que su protagonista es el detective de Policía de Los Ángeles Hieronymus Bosch (sí, como El Bosco...), al que todos llaman Harry Bosch, por obvias razones, y otras de corte judicial, como las que lidera el medio hermano del mentado Bosch, llamado Mickey Haller. Connelly, que ha ganado todos los premios habidos y por haber en el sector de la novela policíaca y judicial, fue autor en su momento de la novela que Clint Eastwood versionó en su interesante Deuda de sangre (2002), pero también ha visto como las novelas de la serie Harry Bosch han sido llevadas a la pequeña pantalla en dos tandas diferenciadas, Bosch (2014) y Bosch: Legacy (2022). En cuanto al personaje de Mickey Haller, Matthew McConaughey lo interpretó en la película El inocente (2011), basada en la novela del mismo título de Connelly, personaje que ahora retoma el actor mexicano Manuel García-Rulfo en esta El abogado del Lincoln, serie de 10 episodios que se basa fundamentalmente en la segunda novela del ciclo del abogado Haller, The brass verdict, publicada en 2008 en Estados Unidos por Little, Brown & Co.

La historia arranca con el asesinato en un aparcamiento del abogado defensor Jerry Vincent, al que además le roban un portafolio. Conocemos entonces a Mickey Haller, abogado también especializado en defensa de acusados, que pasa por una época realmente mala: más de un año atrás, tras un accidente haciendo surf en el que estuvo a punto de morir, se hizo adicto a los analgésicos para aliviar el dolor, y ha tenido que seguir terapia para su adicción. La jueza en jefe del Departamento de Justicia de Los Ángeles lo llama para comunicarle que el abogado asesinado había dejado nota para que, en caso de que le ocurriera algo, los casos le fueran pasados a Haller; este en principio duda, por sus problemas de adicción y su falta de autoestima, pero finalmente acepta. Tendrá que convencer a los clientes de Jerry, y sobre todo a Trevor Elliott, gurú informático creador de un videojuego famosísimo, Nocturna, que creó junto a su esposa, Lara, y que está acusado de haberla matado junto a su amante. Pero Elliott, un tipo pagado de sí mismo, no tiene claro que Haller sea el abogado que él necesita, a pesar de que existen una serie de pruebas bastante sospechosas, como el hecho de que se haya encontrado en sus manos abundantes rastros de pólvora (aunque no se ha localizado el arma del asesinato) que el hombre no sabe explicar...

Como curiosidad, el personaje de Harry Bosch, que interviene con frecuencia en las novelas del ciclo de Mickey Haller (y viceversa), como en este caso en The brass verdict, sin embargo en la serie se ha optado por obviarlo, para no hacer demasiado complicada la trama.

La materia argumental aportada por el personaje y la novela de Connelly es sin duda interesante: tenemos a un abogado medio yanqui, medio mexicano (su padre era un prestigioso abogado WASP, su madre una actriz azteca), que ha hecho su carrera en su Los Ángeles natal, donde se ha hecho popular como “el abogado del Lincoln”, por ser en este tipo de coches donde generalmente estudia y gestiona sus casos, mientras se traslada de un juzgado a otro en la ciudad angelina. Tiene dos exmujeres, y de la primera una hija adolescente, a la que quiere acercarse más, como a la madre, Maggie, que es a su vez ayudante del fiscal del distrito. Su principal colaboradora en el bufete es Lorna, su segunda ex, ahora pareja de Cisco, el motero que realiza los trabajos de investigación para Haller. El abogado es célebre por su capacidad para ver lo que otros no ven, pero también para usar pequeñas triquiñuelas legales (o simplemente alegales...) para salvar a sus clientes. Está traumatizado por un defendido hispano que, años atrás, fue enviado a la cárcel al no conseguir demostrar que era inocente. En el traspaso de casos que se le hace, hay un regalo envenenado, porque le podría permitir recuperar su antiguo puesto de prestigio entre los abogados de la ciudad, pero también podría suponer un riesgo cierto para él y para su familia: y es que el asesino del abogado sigue libre...

Pero lo cierto es que, siendo los mimbres interesantes, nos parece que su plasmación en esta serie no ha sido todo lo afortunada que esa buena materia prometía. No es que no tenga una buena factura, que la tiene, con una puesta en escena sin florituras, funcional, pero advertimos una cierta sensación de artificiosidad, de falsedad, con personajes que son un poco de cartón piedra, lo que desde luego no ayuda a la credibilidad de la historia.  

Así las cosas, la serie funciona más por el material argumental aportado que por la forma de plasmarlo en imágenes. De esta manera, la historia juega con varias líneas argumentales, siendo la principal, claro está, el caso de Trevor Elliott, el magnate del videojuego, pero a la vez iremos viendo el desarrollo de otros, algunos de ellos limitándose a un capítulo, generalmente casos de poca monta heredados del abogado asesinado, que Haller resuelve siempre con inteligentes trampas o “faroles” que suelen funcionar. También habrá otros de más largo alcance, como el que tiene a la ex Maggie como protagonista, en un caso de esclavismo laboral en el que le asesinan a un testigo que no pudo proteger.

El conjunto es agradable y la serie se deja ver con benevolencia, si bien, como decimos, se echa en falta más personalidad, más verismo, más credibilidad. Quizá el numeroso equipo de directores, hasta cinco (David Grossman, 3 episodios; Alonso Álvarez-Barreda, Bill D’Elia y Erin Feeley, 2 cada uno, y Liz Friedlander, un capítulo), ha podido influir en que la serie carezca de una unidad de estilo, de un tono homogéneo. Algunos capítulos, como el último, son como una montaña rusa, con continuos giros de guion que hace que el espectador, sin duda, no se aburra. Pero no se consigue esa misma sensación a lo largo de los 10 capítulos que componen la serie. Las artimañas judiciales del protagonista, en especial algunas, como el proceso de selección del gran jurado, son de lo mejor del audiovisual, pero nos tememos que no es suficiente para poder sentirnos satisfechos del resultado. Lo cierto es que nos parece que el creador de la serie, David E. Kelley (por cierto, esposo de Michelle Pfeiffer), responsable de los guiones de algunas de las series más populares y atractivas de los últimos treinta años (La ley de Los Ángeles, Ally McBeal, Big Little Lies, entre otras), no ha sabido cohesionar el material de origen en una serie al mismo nivel de las otras suyas mencionadas.

Tampoco ayuda demasiado que al actor principal, el mexicano Manuel García-Rulfo, le cueste entrar en el papel en los primeros capítulos, como si no se lo creyera demasiado, y que su más bien ridículo intento de acercamiento romántico a su primera ex, de la que sigue enamorado, resulte siempre eso, ridículo... El antagonista, Christopher Gorham, que interpreta al gurú del videojuego acusado de asesinato, nos parece más malo que pegarle a un padre con un calcetín sudado de tres días... De las actrices nos quedamos con Neve Campbell, lejana ya la etapa en la que fue musa sexy del cine de terror de la saga iniciada con Scream. Como curiosidad, aparecen varios actores y actrices de cierto renombre en el pasado, aunque hoy ya un tanto olvidados, con pequeños papeles (LisaGay Hamilton) o incluso prácticamente cameos (Elliott Gould, Bruce Davison).

En el desenlace de la serie, cuando le preguntan al protagonista cómo se siente tras el veredicto (y tras lo que él sabe que sucedió realmente), éste contesta “como si llevara el traje de un hombre muerto”, una curiosa definición para describir la vorágine de sensaciones de alguien que, queriendo hacer lo correcto, se encuentra con que su denodado esfuerzo quizá haya servido a los malos para sus perversos fines.


El abogado del Lincoln - by , Jun 26, 2022
2 / 5 stars
Llevar el traje de un hombre muerto