El fenómeno de literatura popular que ha protagonizado el malagueño Javier Castillo es ciertamente llamativo: nacido en la capital de la Costa del Sol en 1987, Castillo era asesor financiero y escribía narrativa como hobby en sus ratos libres. En 2014, tras terminar su primera novela, El día en que se perdió la cordura, la publicó en la plataforma Kindle Direct Publishing, perteneciente al gigante Amazon, y la publicación fue todo un éxito. Sus siguientes títulos, como la segunda parte (titulada El día en el que se perdió el amor) de la dilogía iniciada por su ópera prima, pero también otros textos posteriores, como Todo lo que sucedió con Miranda Huff y La chica de nieve, han sido otros tantos éxitos de ventas, ya en editoriales al uso, en concreto Suma de Letras.
Sus novelas son, fundamentalmente, thrillers modernos, siempre ambientados en Estados Unidos, y siempre con temáticas controvertidas y escabrosas, buscando, lícitamente, enganchar al lector.
Su éxito llamó la atención de poderosas productoras, como Globomedia y DeaPlaneta, que se interesaron por adaptar su dilogía inicial, aunque cuando se escriben estas líneas no parece que haya fructificado todavía. Mejor suerte ha tenido su novela La chica de nieve, producida por Atípica Films (la habitual productora de las pelis de Alberto Rodríguez, para situarnos) para la todopoderosa Netflix.
La historia se inicia en Málaga, en 2010, la tarde de la cabalgata de los Reyes Magos, o, lo que es lo mismo, el 5 de enero. Conocemos a Ana y Álvaro Martín, joven matrimonio con una hija, Amaya, de unos 4 años. En un descuido, la niña se pierde entre la multitud. Los padres la buscan desesperados, pero la cría no aparece. Conocemos también en la redacción del Diario Sur a Miren Rojo, becaria, y a su mentor en el periódico, Eduardo. Miren sufrió dos años antes una violación múltiple en la playa de Málaga durante la noche, por lo que sufre secuelas intermitentes; por ello, tanto su mentor como su madre tienen una actitud muy sobreprotectora con ella. Miren, al enterarse del caso de la niña desaparecida, lo toma como algo personal, haciendo de ello algo a lo que aferrarse para, recuperándola, intentar pasar página de su horrible pasado. La policía indaga pero no encuentra casi nada, más allá del chubasquero amarillo de la niña que aparece en un portal cercano. El tiempo pasa y no hay noticia alguna de la chiquilla...
El tema de la niña o adolescente (porque generalmente suelen ser personas del género femenino) desaparecidas, o secuestradas, parece ser uno de los asuntos recurrentes en las series de nuestro tiempo. Así a vuela pluma podríamos recordar títulos como las españolas La caza. Monteperdido y El sabor de las margaritas, y la francesa The missing: Baptiste, entre otras muchas. La chica de nieve echa su cuarto a espadas en el tema, en este caso con una variante (que no debe desvelarse, so pena de incluir en “spoiler”) que le da un sesgo distinto.
Es curioso que, mientras que Javier Castillo, como queda dicho, ambienta sus novelas generalmente en Estados Unidos, la adaptación de ésta sitúa la acción en Málaga, precisamente la patria chica del novelista, cuando en el original la ciudad en cuestión era Nueva York; lógicamente, la desaparición de la niña, que en la Gran Manzana acontece en la Cabalgata de Acción de Gracias, en la capital de la Costa del Sol tendrá lugar en la Cabalgata de Reyes Magos, mucho más apropiada para estos lares. Por lo demás, las peripecias son parecidas y no hay grandes cambios. Incluso la protagonista mantiene su nombre de pila, Miren, aunque cambia de apellido (Triggs en la novela, Rojo en la serie).
Estamos ante un audiovisual que, evidentemente busca, tan lícitamente, ser un entretenimiento, una historia con dos líneas paralelas que convergen, la de la niña desaparecida y buscada durante años por sus padres, ante los ojos impotentes de la policía encargada del caso, y la de la protagonista, ella misma objeto de una atroz violación, que ve en la recuperación de la niña desaparecida la ocasión de rehacer su vida restituyendo la de la propia cría y, desde luego, la de sus desolados padres.
Pero lo cierto es que nos parece una intriga más bien convencional, un tanto forzada, buscando el morbo no solo de la desaparición de la niña y la violación de la becaria, sino también incluyendo temas escabrosos como una siniestra red de pornografía infantil.
Con una realización correcta, funcional, de David Ulloa (hermano del actor Tristán Ulloa, que también tiene un papel secundario aquí) y de la sevillana Laura Alvea, que cumplen perfectamente con sus cometidos, los creadores de la serie son los guionistas Jesús Mesas Silva y Javier Andrés Roig, que han trabajado, juntos o por separado, en productos audiovisuales populares tales como Estoy vivo y Vis a vis. La serie resulta, en general, amena y entretenida, con algunas escenas de tensión razonablemente bien graduada, aunque también a veces se tira de casualidades y carambolas hasta extremos poco creíbles. Los distintos tiempos en los que se cuenta la historia, 2010, 2011, 2016 y 2019, están acertadamente dados, con los saltos atrás y adelante correctamente explicados y sin incurrir en confusiones.
Hay algunas alusiones indirectas que recuerdan el tema central (el encapsulamiento de menores en microcosmos cerrados, fuera de lo que todo es maldad) de algunos populares films del cine de nuestro siglo, como la película que descubrió a Lantimos, Canino, o uno de los más conspicuos thriller de terror de Shyamalan, El bosque.
En otros aspectos, habrá que decir que gusta que buena parte de los actores y actrices hablen con acento andaluz, pero no gusta tanto que los protagonistas no lo hagan, cuando se supone que todos viven en Málaga y son andaluces. En lo relativo a los intérpretes, no terminamos de ver a Milena Smit en el papel: parece seguir haciendo el mismo personaje de Madres paralelas, y ciertamente este debería tener otro tono, que ella no consigue (o no ha estado bien dirigida, que también puede ser...). Jose Coronado, con un personaje de escaso relieve, parece estar en el reparto solo como gancho comercial, dado que es un actor que desde hace muchos años está en alza y que, además, ha encontrado un auténtico filón en su aparición en series recientes (Vivir sin permiso, Gigantes, Entrevías...). Del resto tenemos que decir que Aixa Villagrán, estupenda actriz de comedia, no nos la terminamos de creer como inspectora de Policía desalentada por sus infructuosas investigaciones para descubrir el paradero de la chica; en puridad no es error suyo, sino de la dirección de casting.
Aunque la serie es autoconclusiva, como era de esperar se deja la puerta abierta para la continuación, en este caso a través de un epílogo que parece tirar de la línea de la violación sufrida por la protagonista años atrás. De hecho, se ha publicado ya que Netflix está preparando la producción de la adaptación de El juego del alma, la continuación de esta novela.