Taxi

El fenómeno de los grupos ultraviolentos de raíz urbana es ciertamente preocupante; que alguien como Carlos Saura, que ya ha tocado la violencia marginal en diferentes etapas de su vida, desde la inicial de su juventud con Los golfos hasta la intermedia, ya en la madurez, con Deprisa, deprisa, vuelva a hablar de ella, con este Taxi, debía ser motivo de interés, porque Saura es uno de los cineastas más apreciables que haya dado nunca España.

Sin embargo, hay un problema de perspectiva: cuando se afronta un tema desde el prejuicio, la hemos jodido, padre cura, como decía el chiste. En Los golfos la mirada sobre esta panda de desharrapados era de alguna forma cómplice, el director se identificaba con su forma de ver la vida, con su manera de comportarse. En Deprisa, deprisa, sobre los marginados de los barrios paupérrimos, entre la droga y el crimen, Saura volvía a acompañarlos, a disculparlos en sus latrocinios, a decir que "la sociedad los ha hecho así, bla, bla, bla". Sin embargo, en Taxi, sobre estos delincuentes que llevan, al margen de sus ocultos crímenes nocturnos, una vida aparentemente normal, su visión es visceralmente contraria.

Al parecer nada hay de humano en estos grupos de raíz fascista que se dedican, por las noches, a apalear maricones, negros o drogatas; sólo el amor entre dos de ellos, un joven taxista y la hija de otro profesional del taxi, parece arrojar un rayo de luz de humanidad sobre una comunidad que, de creer a Saura, no es que sea el más abyecto conglomerado de seres con supuesta forma de hombres y mujeres, sino que son realmente diablos del fascio. Vamos, que si apaleas a una vieja para robarle un bolso, como en Deprisa, deprisa, es que eres una víctima de la sociedad que te ha hecho así, pero si le pegas a un negro porque es negro, como en esta Taxi, es que eres una bestia parda; el planteamiento es tan maniqueo que desentona con la trayectoria verosímil y sutil de un cineasta que es mucho mejor que este petardete de argumento estúpido, aunque la luz de Vittorio Storaro dé reflejos bellísimos a un tema y una historia que no los merecen.