Rafael Utrera Macías

Hemos dicho al comienzo del capítulo I, al homenajear desde Criticalia al cineasta Luis García Berlanga, que hemos preferido posponer comentarios o ensayos sobre su filmografía y anteponer unas aproximaciones a su persona y a sus actuaciones en momentos donde tuvimos la oportunidad de compartirlas con el autor de El verdugo, circunstancias de las que este cronista guarda entrañable recuerdo.

Referido en capítulos anteriores el encuentro con García Berlanga en los Cursos de Verano de la Complutense, sede de El Escorial, recordaremos seguidamente una nueva ocasión compartida con el cineasta en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, motivada por la invitación académica para que el ilustre cineasta conociera las nuevas instalaciones ubicadas en el campus de Cartuja y, al tiempo, dirigiera unas palabras al alumnado. Un sector del mismo había seguido un programa de doctorado en el que un curso monográfico estuvo dedicado a la filmografía del valenciano.

El nuevo Salón de Actos tuvo una doble inauguración; si, de una parte, el comunicador Iñaki Gabilondo había encandilado al alumnado con las múltiples vivencias de lo que es hacer periodismo en la radio, a los pocos días, concretamente el 7 de noviembre de 2003, el cineasta García Berlanga llenaba el auditorio y divertía, al tiempo que enseñaba, sobre los modos y maneras de ejercer el audiovisual en la sociedad de la información.

El acto tuvo que ser retrasado un día, de jueves a viernes, debido a la agenda del invitado, quien entonces impulsaba en su tierra valenciana una “ciudad de la imagen”; los presagios de que en fin de semana la audiencia y la asistencia bajaran notablemente, por fortuna, no se cumplieron. La pasión que Berlanga mostraba para con el cine no estaba reñida con una senectud de 82 años e iba en paralelo con el entusiasmo juvenil de su auditorio que parecía recibir a uno de los nuevos ídolos de su generación.

Los cincuenta años cumplidos de Bienvenido Mr. Marshall daban oportunidad para proyectar el film antes de la celebración del coloquio; la presencia de un alumnado heterogéneo, desde primer curso de licenciatura a doctorado, perteneciente a Periodismo y Publicidad, a Comunicación Audiovisual e, incluso, a facultades ajenas, reunía a quienes habían visto la película en variadas ocasiones junto a cuantos la veían por primera vez, seguida de la voz de su creador. La presentación efectuada por el profesor doctor José Luis Navarrete contextualizaba un título mítico en la Historia de nuestro cine nacional y orientaba en los muy diversos aspectos de tan excepcional película.

La llegada de García Berlanga a la Facultad de Comunicación ya suscitó el aplauso de cuantos se encontraban en los pasillos. Recibido por el Decano, Dr. Miguel Nieto, en el recinto universitario, el cineasta departió con varios miembros del profesorado al tiempo que firmaba en el Libro de Honor y se dejaba fotografiar con la concurrencia no sin formular observaciones sobre nuestra “puesta en escena” o la “debida colocación de la cámara” para que todos saliéramos en la foto.

En el citado libro puede leerse: “Con la satisfacción de ser uno de los pioneros en felicitar algo tan necesario como una Facultad ligada a lo que ha sido mi vida profesional, os deseo también los éxitos que seguro tendréis por los logros de todos vuestros alumnos. Con mi amistad. Luis García Berlanga”.

La salida del cineasta de las dependencias decanales hasta el Salón de Actos, no mucho más de cincuenta metros, se dilató por espacio de quince minutos. Emisoras de radio, cazadores y cazadoras de autógrafos, requerimiento de fotos junto al director y sólo con el director, etc., etc., interrumpían el paso, daban la mano, formaban grupo… La ocasional afonía del invitado no impidió dar respuesta, verbal y gestual, a unos y a otros. Su petición de un sorbo de ginebra para templar la voz no pudo ser atendida por la prohibición de vender alcohol en un centro docente; Don Luis supo conformarse con un caramelo de regaliz no sin antes detenerse y comentar las fotografías colocadas en las inmediaciones de la cafetería alusivas a la “performance” organizada por los alumnos el curso precedente con motivo del “No a la guerra”.

Sentado ya en el estrado, le acompañaron los profesores Utrera Macías, Perales Bazo y Navarrete Cardero. El primero puso de manifiesto la condición de Luis García Berlanga como Doctor Honoris Causa por varias Universidades al tiempo que hizo hincapié en el interés que nuestra Facultad había mostrado por la figura del director, tanto en cursos de extensión universitaria como en programas reglados, además de ser objeto de estudio en el mencionado curso de doctorado, en trabajos de investigación y en tesis doctorales; lo demostraban las publicaciones del profesor Perales, autor de una tesis doctoral y posterior publicación en un volumen publicado por la editorial Cátedra, quien acto seguido tomaba la palabra para presentar a nuestro ilustre invitado; un recorrido por su filmografía  focalizaba su atención  en aquellas obras que, por diversas razones, han tenido un menor reconocimiento, tales como Los jueves, milagro y La boutique.

Atendiendo la sugerencia de Berlanga, él sólo pretendía tener un encuentro con los alumnos, nunca dar una conferencia. Por ello, establecimos la fórmula de preguntas y respuestas; para facilitar unas y otras, evitar pérdidas de tiempo pasando el micrófono de un ala a otro de la sala, procedimos a llevarlas a la mesa, escritas según las formulaba cada solicitante y así fueran respondidas por nuestro invitado en el orden recibido. En la transcripción hemos preferido mantener el tono conversacional y distendido a pesar de incurrir en repeticiones o discordancias manifiestas.


Berlanga responde al largo aplauso inicial


Estos aplausos que acabo de recibir ya quisiera haberlos tenido en cualquiera de mis películas cuando se han estrenado por ahí; además y con ellos me tranquilizáis respecto a la creencia de que Sevilla era el sitio donde menos había gustado mi última película por la crítica feroz que se hizo a París Tombuctú.  

La boutique, por otro lado, es esa película maldita que todo director debe tener a lo largo de su vida, siempre tiene que haber esa que es fatalmente conducida hacia el olvido y sobre todo hacia la negatividad. Yo creo que La boutique es mi mejor guion y que me perdonen las señoritas aquí presentes porque es el más misógino de todos los que he escrito, en este caso junto con Rafael Azcona que, como sabéis, para mí, ha sido también uno de los grandes colaboradores como guionista de mis películas;  pero no pasaría de ser una película con esa buena intención, con un guion que nos parecía estupendo y que te agradezco que tú lo hayas recordado, pero como película era una absoluta caca, porque rodé en las peores condiciones que podáis rodar un cortometraje o ejercicio de escuela. Ahora, gracias a estas Facultades, empezáis a poder rodar bien, pero cuando rodábamos nosotros, a principios de nuestra carrera, era, digamos, muy raquítica.

Seguidamente, refiriéndose a los proyectos que se están llevando a cabo en Valencia y Alicante respecto a unos estudios de cine, Berlanga echa en falta la existencia de una verdadera industria del cine español, como existía en época republicana, por lo que, de una parte, critica el famoso pentagrama de Bardem, emitido durante las Conversaciones de Salamanca, cuando se refirió a la raquítica industria del cine español; de otra, está en desacuerdo con las subvenciones ministeriales porque fomenta la figura del director convertido en productor de sí mismo. De ahí “el deslizamiento del cine español hasta la situación actual tan penosa que tiene”.

Pregunta: ¿Temía más a la censura política o a la eclesiástica? ¿Cuál era más fácil de burlar?


Respuesta. Pero si es que era lo mismo. La política de entonces era eclesiástica también. Si habéis visto La vaquilla, a mí no me gustan las películas de finales emblemáticos, pero en La vaquilla lo hice, y bueno, no me gusta, pero lo hice y ahí quedó, y La vaquilla como sabéis funcionó muy bien. La vaquilla terminaba con un novillo, que los republicanos atraviesan las líneas para poder apoderarse de él para podérselo comer por el hambre y los nacionales no logran tampoco lo que querían que era la Fiesta, hacer una corrida, una novillada, una becerrada con este toro. Ese toro obviamente, si conocéis algunos La vaquilla, supongo habréis adivinado ese final: ese toro es España, pues ya que a España se le llama la piel de toro y todo eso, ese toro es España; quiero decir, ese simbolismo tiene final, que con la guerra civil matamos la alegría, es decir, la fiesta que querían tener los nacionales, y la economía, que es lo que querían los republicanos, comer para satisfacer su hambre. Bien y entonces, evidentemente, ahí hay, bueno se me olvidaba, que aparecían luego unos buitres, unos buitres que se comían la vaquilla, la dejaban en los huesos y esos buitres como comprenderéis, si sabéis la mayoría de vosotros, pues simbolizan, con ese color negro y con alas, siempre han simbolizado, digamos, a la Iglesia. Así que la contestación: te digo que la Iglesia era la que acababa apoderándose de toda España durante el franquismo, ¿no?

Pregunta: ¿Qué autores o corrientes cinematográficas han influido en su manera de hacer cine?


Respuesta: Yo estaba influido por otra persona que no era del mundo del cine, y ya que habláis de influencia, pues la acepto, y puede que, en algún momento, piense en algún otro, pero lo que quieres contar debe nacer de uno solo, que era Arniches, el autor de teatro español, que para mí es el que más se aproxima, la manera de escribir sus obras, a lo que siempre ha sido mi única constante que he tenido en toda mi trayectoria cinematográfica; sabréis, si sois espectadores de bastantes películas mías, que todos lo habréis notado siempre, son crónicas de un fracaso; es alguien que quiere conseguir mejorar su nivel de vida, que quiere llegar a tener esperanzas de poder conseguir un puesto dentro de esta jodida sociedad, con su pequeño territorio vital y nunca lo consigue. Ninguna de mis películas lo que el protagonista o los protagonistas, porque a veces en vez de un personaje es una familia, no logra, ¿por qué?, porque exactamente la sociedad que yo he vivido y que estáis viviendo vosotros nos llena continuamente de trampas todo proyecto que podamos tener de una supervivencia que pueda, por lo menos yo lo veo de esa manera tan pesimista pero vosotros a lo mejor creéis que sí que vais a poder llegar a alcanzar ese nivel de la biología hasta la ética, hasta la estética, de todo de una vida personal, que pueda ser más o menos aquello que has soñado con ella, y eso siempre son todas mis películas así: alguien que quiere conseguir algo que no lo logra. Lo que no he podido conseguir es que la sociedad se entere de lo que Berlanga dice en sus películas y que se modifique en su planteamiento de ciudadano.

Pregunta. ¿No cree que ya va siendo hora de hacer una segunda parte de Bienvenido Mr. Marshall? En tal caso, ¿quién interpretaría el papel de Pepe Isbert?


Respuesta. Eso es imposible. Pepe Isbert es irrepetible y no hay quien le pueda… yo tuve un momento muy difícil con Pepe Isbert porque se quedó afónico, como yo hoy, más fuerte todavía, y estaba en una clínica y temía que, no ya la interpretación personal física, sino simplemente doblarlo, y no hubo manera de encontrar en toda la cinematografía española y en los doblajes alguien que pudiese hablar (imita la voz del  actor) como él; ya te digo que no sé imitarme ni a  mí mismo… entonces, si hiciese otra vez un Bienvenido Mr. Marshall, que ya me lo han ofrecido bastantes veces; la primera fue para cuando iba a venir Disneylandia a España, hiciese una nueva llegada de los americanos pero a través de Disneylandia; podría haber sido divertido, pero no creo que debamos hacerlo, a mí los “remakes” no me gustan.

Ilustración: Una imagen de La boutique (1967), considerada por Berlanga como su película maldita



Próximo capítulo: Berlanga (100 años): de cerca, al natural. El interés de los jóvenes cineastas (IV)