Pelicula:

Admirado y reconocido por todos como una de las figuras señeras de la historia del cine español, el valenciano Luis García Berlanga ha declarado repetidas veces a propósito de su película París-Tombuctú que ésta sería su última cinta y que no se sentía con ánimos para rodar más largometrajes. A sus 78 años, Berlanga insistía también que no por eso había que interpretar su cinta como un testamento o como un compendio del resto de su obra y que, simplemente, hasta aquí había llegado. Sin embargo, quienes admiramos al autor de obras maestras como Plácido, El verdugo o tantas otras nos gustaría que esto no fuese cierto y que el maestro volviera a ponerse tras la cámara, para quitar el mal sabor que a muchos nos ha dejado esta última y esperada cinta, ya que desde 1993, con Todos a la cárcel, no estrenaba largometraje.


Esta descuidada París-Tombuctú es una revisitación del universo entrañable y lejano de Calabuch, en donde ambienta la historia de un médico francés al que da vida Michel Piccoli, un hombre hastiado de todo y que viene a recalar accidentalmente en este pueblo levantino, farsesco y fallero, microcosmos demasiado evidente de todas las criaturas propias del universo berlanguiano. Con un guión en donde no figura la firma clave de Rafael Azcona –pieza fundamental en la construcción del corpus fílmico del levantino--, el relato opta, lamentablemente, por el fácil camino de acumular chiste tras chiste, personajes increíbles y desmesurados, situaciones límites que a veces funcionan y otras muchas no, incontinencia en los diálogos, presencia inevitable de curas, monjas, guardias civiles, paellas y cohetes, moros y cristianos... hasta llegar a detalles tan desquiciados como hacer a los tres hermanos protagonistas (que encarnan una despechugada Concha Velasco, la habitual Amparo Soler Leal y un acertadamente histriónico Javier Gurruchaga) hijos bastardos del torero Manolete...


Esta París-Tombuctú resulta así una caricatura de la propia obra berlanguiana, una cinta ciertamente divertida, con apuntes todavía inteligentes, pero perdidos en medio de un desmadre senil, en un “todo vale” en donde se echa en falta un mínimo de rigor a la hora de seleccionar personajes y situaciones, y no dejarse llevar por una simple acumulación de tópicos o escenas exageradas. Se habría así evitado la sensación reduccionista que la cinta deja en el espectador, lógicamente exigente con un autor como Berlanga, al que no podemos aceptar tan solo como un simpático viejo verde, o la idea de que, en definitiva, la cinta nos viene a decir que la cultura mediterránea es una cuestión de culos y tetas. Una sensación de superficialidad que persiste en el espectador, a pesar del cúmulo acumulativo que la narración le ha ido dejando a lo largo de toda la proyección.


 


París-Tombuctú - by , Dec 04, 2023
1 / 5 stars
Berlanga, final de trayecto