Enrique Colmena

Recientemente se ha hecho entrega del Premio Princesa de Asturias de las Artes a la eximia Meryl Streep (Summit, Nueva Jersey, 1949), una de las actrices más respetadas y respetables del mundo del cine desde hace casi medio siglo. Su presencia en Oviedo para recoger el premio ha vuelto a ponerla (si es que ha dejado de estarlo en algún momento...) en el candelero de la actualidad, y ha vuelto a confirmar su naturalidad, su frescura, su sencillez, tan alejada de las poses de divas (y de divos...) que se marcan otras sin tener, ni de lejos, su pedigrí.

Porque, casi medio siglo después, como decimos, de que se pusiera por primera vez delante de una cámara, Streep podría presumir (si su pecado o defecto fuera la vanidad, lo que no es el caso) no ya de pertenecer a la aristocracia cinematográfica de Hollywood, sino incluso a reclamar la simbólica corona de ese reino imaginario que vive a 24 imágenes por segundo (sí, ya sé que con los soportes digitales esto ya no es así, pero permítanme la licencia poética...). Porque, ¿quién podría postularse para ese cetro mejor que ella, que ha ganado 3 Oscar y ha estado nominada en otras 18 ocasiones? Por si fuera poco tal mérito, Meryl ha ganado también, entre otros premios, el Oso de Plata en la Berlinale, el galardón a la Mejor Actriz en Cannes, 2 premios BAFTA (los Oscar británicos) y otras 13 nominaciones, 2 David de Donatello (los Goyas italianos) y otras 2 nominaciones, 3 Primetime Emmy y otras 2 nominaciones, 8 Globos de Oro y otras 24 nominaciones... y dejamos ya la lista que se haría interminable, pero que da idea de que, en el supuesto de que existiera el Reino de Hollywoodlandia, ella sería monarca por goleada.

Y ahora, además de ser la reina de Hollywood, Meryl se convierte también, metafóricamente, en Princesa de Asturias, al conseguir el preciado galardón que se entrega anualmente en Oviedo, de manos del príncipe o princesa de Asturias de turno, en este caso la princesa Leonor de Borbón. Unos premios que han galardonado, en el apartado de cine, a gente tan buena como Berlanga, Gassman, Fernán-Gómez, Woody Allen, Almodóvar, Coppola, Scorsese o Morricone, entre otros muchos. Ahora le ha tocado, tan merecidamente, a la gran Meryl Streep, cuya obra, a lo largo de estos 47 años de carrera, resumiremos en el díptico que iniciamos con este artículo en 15 de sus títulos más conocidos, más populares, pero también de los más complejos desde el punto de vista interpretativo, para hacer un collage, un caleidoscopio de una filmografía feraz, variada, siempre en busca de nuevos retos.


Años setenta

Aunque ya había despuntado en algunos títulos audiovisuales anteriores (en Julia, de Zinnemann, y en el serial televisivo Holocausto, donde era la abnegada esposa aria de un judío durante la Segunda Guerra Mundial), su primera gran película, la primera vez que, de verdad, nos dimos cuenta de que estábamos ante un prodigio de la interpretación, quizá fuera en El cazador (1978), la épica película de Michael Cimino sobre la guerra del Vietnam, en la que Meryl era prácticamente la única actriz entre una pléyade de actores: De Niro, Cazale, Walken, Savage... manteniendo el tipo perfectamente frente a todos ellos, consiguiendo ya tan tempranamente su primera nominación al Oscar, en el papel de Linda, la pareja de Nick (Walken), a la par que una joven que huía de los abusos sexuales paternos.

Pero el papel de El cazador se quedaría pequeño al lado del siguiente film que vamos a citar, Kramer contra Kramer (1979), de Robert Benton, que irrumpió con fuerza en el panorama del cine aunque después se apagó inexplicablemente. Aquí Streep apechaba con un personaje en principio detestable (al menos para los cánones sociales de la época), el de una madre que abandona a su hijo pequeño y a su esposo Ted, harta de que él, obsesionado por su trabajo, haya abandonado prácticamente cualquier concepto de vivir en familia, lo que obligará al padre renuente a tener que serlo a tiempo completo a partir de esa defección conyugal. Streep conseguía lo que parecía imposible, que una mujer a la que la gran mayoría de la sociedad de la época hubiera repudiado por mala madre, empatizara con ella, sintiera que lo que hizo tenía una poderosa razón, una muy seria motivación; como sería la cosa que Streep, al fin y al cabo una recién llegada al cine norteamericano, rivalizaba e incluso se puede decir sin faltar a la verdad que vencía en el duelo a su antagonista, un Dustin Hoffman que, desde una década atrás, con El graduado y Cowboy de medianoche, era ya una leyenda de Hollywood. Streep conseguirá con este matizadísimo trabajo su primer Oscar, en este caso a la Mejor Actriz de Reparto.


Años ochenta

Tras este Oscar ya parecía evidente que Meryl había llegado para quedarse, y de qué manera... La siguiente película que comentaremos de ella será una “de cine dentro del cine”, La mujer del teniente francés (1981), con guion de Harold Pinter, nada menos, y con dirección del británico Karel Reisz, pasada ya su época de joven airado del Free Cinema. Aquí tendremos a Streep en un doble papel, la protagonista del film homónimo al que vemos en pantalla, y la actriz que la encarna, con una doble intriga amorosa que tendrá lugar entre personajes de la trama histórica de la película, ambientada en el siglo XIX, y los intérpretes que les dan vida en su rodaje en el XX, Meryl Streep y Jeremy Irons. Nuestra homenajeada será de nuevo nominada al Oscar, aunque la Academia, visto que la neoyersina apuntaba ya a una larguísima lista de nominaciones a lo largo de su carrera, no le otorgó el premio.

En La decisión de Sophie (1983) Streep tendrá otro papelón de esos que a ella tanto le gustan, en los que puede lucir la gran trágica que lleva dentro. Aquí, en la película de Alan J. Pakula sobre la novela de William Styron, Meryl será la madre abocada a un dilema atroz en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, un dilema para el que, evidentemente, nadie está preparado, y que marcará indeleblemente el resto de su vida; con Kevin Kline y Peter MacNicol muy a su zaga, Streep consigue con su emocionante, extraordinaria actuación no solo una nueva nominación al Oscar, sino el Oscar mismo, esta vez ya a la Mejor Actriz Protagonista. Claro que la Academia de Hollywood tomó nota y a buen seguro los académicos se dirían que, a partir de entonces, nominaciones todas las que quisiera, pero estatuillas pocas (como así ha sido), que no era cosa de hacer de Streep la actriz más galardonada por la AMPAS (el acrónimo de la Academia, por su nombre en inglés, Academy of Motion Pictures Arts and Sciences) en toda su historia... Y así lo hicieron, porque no volvieron a darle un Oscar hasta 32 años después...

Memorias de África (1985) es, evidentemente, una de las más conocidas películas de Streep, quizá también el último gran film de Sydney Pollack como director, que puso en pantalla la autobiografía de la poetisa danesa Karen Blixen (conocida en el siglo por su seudónimo masculino Isak Dinesen) en su etapa africana, de su fallido matrimonio con un aristócrata, el barón Blixen, pero también de sus amores con el aventurero  Denys (Robert Redford), una de esas películas cuyo recuerda evoca inevitablemente algunas imágenes, como la escena de los protagonistas en la avioneta con el lujuriante paisaje africano como impresionante marco, a los acordes del bellísimo tema principal del “score” compuesto por John Barry, o el lavado de pelo de ella a manos de él, en plena sabana, un sitio como otro cualquiera para lavarse el pelo... La película, que gustó muchísimo, se llevó 7 Oscar, entre ellos todos los importantes... menos el de Meryl, que, como hemos visto, tuvo que conformarse con la nominación, a pesar de haber desarrollado un excelente acento danés expresamente para la película...

En el caso de Un grito en la oscuridad (1988) el acento que estudió y perfeccionó Meryl fue el inglés australiano, lo que, junto a otros acentos aprendidos anteriormente para otros films (como el polaco para La decisión de Sophie), en aquellos tiempos le granjeó cierta fama de perfeccionista antipática, un poco de “repelenta” niña Vicenta, cuando la búsqueda de la excelencia nunca debería ser objeto de crítica, mucho menos de burla. El film, con dirección del australiano Fred Schepisi, presentaba el verídico caso de Lindy, una mujer de aquel país a la que en una excursión campestre unos dingos (perros salvajes australianos) arrebataron a su bebé, aunque la justicia (y la opinión pública, siempre tan proclive a poner en la picota al pobre diablo de turno) la acusó de haberlo asesinado, siendo condenada por ello hasta que, años después, el descubrimiento de una prueba decisiva que la exculpaba la hizo salir de prisión. Era evidente que este personaje, una madre de ambiguas motivaciones, quizá una Medea sin causa, o simplemente (como finalmente se descubrió) una madre con la malísima suerte de toparse con unos perros salvajes hambrientos, era muy atractivo para Streep, que de nuevo cosechó elogios y otra nominación más al Oscar.


Años noventa

Su película de esta década (aunque hizo otras que tuvieron repercusión popular, como Río salvaje y Antes y después) será Los puentes de Madison (1995), una de las obras maestras de Clint Eastwood como director, una emocionada a la par que sutilísima historia de amor entre una mujer de mediana edad, una ama de casa feliz en su “aurea mediocritas”, y un fotógrafo ya algo talludito (el propio Clint) de National Geographic, una historia de amor imposible que le depararía a la gran actriz la posibilidad de actuar sin apenas maquillaje, con peinados de estar en casa y ropa corriente, en uno de esos personajes (la mujer escindida entre obligación y devoción) que son difíciles de olvidar. Por supuesto, nueva nominación al Oscar y de nuevo con dos palmos de narices...


Películas y series citadas disponibles en plataformas:

-Julia: Disney+.
-Holocausto: Filmin, Prime Video
-El cazador: Filmin, FlixOlé, Movistar+, Apple TV, Rakuten, Google Play Movies.
-Kramer contra Kramer: Movistar+, Apple TV, Prime Video, Rakuten.
-La mujer del teniente francés: Filmin, Prime Video, Apple TV.
-La decisión de Sophie: Filmin, FlixOlé, Apple TV, Prime Video, SkyShowTime, Google Play Movies, Pluto TV.
-Memorias de África: Filmin, Movistar+, Apple TV, Prime Video, Rakuten, SkyShowTime, Google Play Movies, Microsoft Store.
-Un grito en la oscuridad: Filmin.
-Río salvaje: Filmin, Apple TV, Prime Video, Google Play Movies.
-Antes y después: Prime Video, Google Play Movies.
-Los puentes de Madison: HBO Max, Movistar+, Apple TV, Prime Video, Rakuten, Tivify, Chili.


Ilustración: La famosa escena del lavado de pelo de Memorias de África, de Sydney Pollack, con Meryl Streep y Robert Redford.

Próximo capítulo: De reina (de Hollywood) a princesa (de Asturias): Meryl Streep en 15 películas (y II)